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Panathinaikos 93 - CSKA 91 | BALONCESTO / EUROLIGA

Obradovic levanta la sexta Euroliga

La Euroliga 2007 consagró al Panathinaikos y al serbio Zeljko Obradovic en el olimpo de los campeones europeos, al que la formación griega ya ha subido tres veces bajo la batuta del técnico serbio y éste en media docena de ocasiones, la última, en Atenas, su propia casa, pese al derroche de calidad, juego y deseo del CSKA Moscú ruso, que defendía título y luchó por él con uñas y dientes de principio a fin.

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El ganador de Praga 2006 perdió la ocasión de hacer doblete en la cima del continente por primera vez en la historia, pero hay que decir en su honor que enfrente tuvo a un equipo tocado por los hados. Obradovic y los verdes jugaron un encuentro extraordinario, implacable, tan sobresaliente que sometió al abundante arsenal de talento que los rusos reúnen en el técnico italiano Ettore Messina y una plantilla que sólo ha perdido tres partidos -final incluida- a lo largo de toda la competición esta temporada.

El CSKA cayó ante un rival enorme y ante una afición espectacular. También ante un entrenador enorme, un fagocitador de títulos que ya acumula seis y ha hecho campeones a cuatro equipos distintos: Partizan (1992), Joventut (1994), Real Madrid (1995) y, por tercera vez, al Panathinaikos (2000, 2002 y 2007). El ''Pao'' es el nuevo rey de Europa. Obradovic es el rey de los banquillos continentales por mucho tiempo, puesto que ya aventaja en dos campeonatos a sus más inmediatos perseguidores.

Los griegos desplegaron todo el baloncesto que atesoran, que es mucho y del mejor. La línea exterior formada por Dimitris Diamantidis, Nikos Hatzivretas, el esloveno Sani Becirovic y el serbio Milos Vujanic los acribilló, los torturó con una eficacia demoledora, con un aplomo propio de los grandes campeones. Y así fue como el Panathinaikos levantó su cuarto entorchado europeo: a lo grande.

El genio de Papalukas, delicioso jugador de baloncesto, y la intensidad desbordada del esloveno Matjas Smodis salvaron el trago inicial para los rusos. Pero el segundo cuarto se tiñó de un solo color, el del trébol verde del ''Pana''. El CSKA remontó un inquietante 16-8 (m.8) y luego sufrió una calvario hasta el descanso. Los hombres de Obradovic sólo fallaron nueve tiros de campo en la primer tiempo (11/15 de dos y 4/7 en triples) y anotaron cada uno de los lanzamientos de personal que intentaron (12/12). Una vez controlado el problema con el rebote ofensivo del bloque del Kremlin rompió el partido de una forma que, en una final, coloca una losa sobre los hombres del equipo que marcha por detrás (46-34 m.20).

Ahora bien, el CSKA ha demostrado con creces de lo que es capaz en mil y una ocasiones. Le sobró con cuatro minutos y el magisterio de un Papalukas en su salsa para dar la vuelta a una situación que habría resultado letal para muchos. El base supo hasta forzar la falta antideportiva -señalada a Becirovic- que permitió al bloque moscovita voltear el signo del tanteador y regresar a la pelea por el título con un buen tramo de partido por delante (50-51 m.24). La Euroliga empezó a jugarse de nuevo a partir de ese momento. La final adquirió una tensión impresionante en cada posesión, en cada pase y en cada rebote. Dos equipos con méritos muy parecidos para alzarse con la corona continental buscaban la forma de decantar una balanza equilibrada al máximo y Papalukas destacaba entre los mejores de los mejores. Es un jugador impactante, fresco, inteligente, una maravilla.

De hecho, la demostración de talento y capacidad para generar baloncesto que desplegó sobre la pista del OAKA casi para los pies al mismísimo Obradovic. Ocurre que el Panathinaikos también dispone de exquisitos baloncestistas. Y ocurre que jugaba en casa y que tampoco perdió los nervios cuando los rusos le adelantaron enganchados al vertiginoso Papalukas (65-55). Jugó en estado de gracia porque cualquier otro enemigo habría mojado los pantalones bajo semejante presión ambiental y semejante nivel de baloncesto. Cabe comparar a este Panathinaikos con la selección griega por la forma de controlar la mente y los nombres que conforman la línea exterior, todo ellos valores a las órdenes del mítico Panagiotis Gianakis en el equipo nacional heleno. En esas coordenadas superó al poderoso equipo de Moscú. De otro forma no lo habría conseguido. Comportarse con la solidez que lo hizo el CSKA en Atenas está al alcance de muy pocos. Por eso el triunfo de los griegos vale más aún.

La cuarta falta de Smodis (m.32) y una canasta del pívot serbio Dejan Tomasevic en la siguiente posesión apretaron la soga alrededor del cuello de los moscovitas (69-60). Tomasevic también tuvo mucho que ver en la victoria local. Ocupó el espacio que el ''Pana'' necesitaba dentro de la zona para minar el poder reboteador del CSKA y, además, vio aro con facilidad. Aunque ni eso terminó con los defensores del título. El cóctel de Obradovic desprendía el inconfundible tintineo de los campeones, lo que no le libró de sufrir hasta la misma bocina (87-85 a falta de 51,3 segundos tras sendos triples del estadounidense Trajan Langdon). El triunfo en Europa es un sonido que el serbio conoce a la perfección, que también han saboreado el CSKA y Messina, su técnico, pero que esta temporada ha regalado los oídos del rey de los banquillos y su magnífico equipo.

Papaloukas, rodeado de jugadores griegos, intenta pasar el balón
Papaloukas, rodeado de jugadores griegos, intenta pasar el balónREUTERS

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