El Barcelona se italianiza
El equipo azulgrana araña un punto en su visita al Betis (1-1) con un Ronaldinho desdibujado
Definitivamente, el Barcelona no es el mismo. Ni Ronaldinho es Ronaldinho. El nivel mostrado por el brasileño fue el fiel reflejo de la impotencia de su equipo, que obtuvo un valioso empate en su encuentro con el Betis. Un punto que, dicho sea de paso, le permite acceder al liderato en solitario, pero que revela un detalle esencial: el Barcelona ya no está acostumbrado a ganar. El equipo del toque y la fantasía queda muy atrás. El oficio y la organización son el nuevo sello del equipo blaugrana.
El partido supuso una perfecta declaración de intenciones por parte del técnico del Barcelona. Ante la crisis de identidad que atraviesa el juego azulgrana, Frank Rijkaard optó por el camino más práctico. Inspirado quizá en su etapa como jugador milanista, el técnico holandés dejó de lado el fútbol preciosista y se aferró a una versión más pragmática, basada en una férrea organización de sus hombres y el toque horizontal. Sin embargo, la italianización del Barça funcionó hasta que el Betis aprovechó la primera fisura. Un error, un pequeño despiste que revela la gran diferencia existente entre el equipo de hace un año y el de ahora.
El Betis de Luis Fernández saltó al césped consciente de que su rival se haya sumido en una profunda crisis de ansiedad. Los andaluces imprimieron un fuerte ritmo de inicio que se vio reflejado en la osadía de Sobis y Assunçao en dos tiros desde larga distancia. El Barcelona, compungido, más pendiente de no fallar que de acertar, se adueñó de la posesión del balón a la espera de una genialidad de sus hombres de ataque para asestar el primer golpe. Pero esta no llegaba, así que los azulgranas se decantaron por un juego plano, carente de pegada e impregnado de un constante toque horizontal que rozaba la tacañería. Tan sólo un acrobático remate de Giuly se salió del riguroso boceto prefijado por Rijkaard.
El Betis, por su parte, buscó el contragolpe como instrumento para abrir el cerco catalán. No obstante, los verdiblancos tampoco están para muchos alardes y apenas crearon ocasiones de gol. En medio de esta espesura surgió la figura de Saviola. El argentino fue el mejor argumento ofensivo de su equipo, pero a diferencia de otros partidos, no tuvo opción de prolongar su excelente racha goleadora. Quien sí tuvo ese acierto fue el delantero bético Robert, que aprovechó un despiste de Márquez en el saque de un córner para hacer trizas el planteamiento de Rijkaard. Los rostros de sus jugadores se descompusieron, mientras que el técnico no cesaba de darles órdenes en busca de la reacción.
Cuestión de detalles
En el segundo tiempo y ante la exigencia del marcador, el Barcelona buscó con mayor decisión la portería de Doblas. Con escaso acierto, pero con una disposición mucho más ambiciosa que la mostrada en la primera mitad. Rijkaard movió ficha, y fiel a su ideario retiró a Saviola para poner en juego la movilidad de Gudjohnsen. Como en una intensa partida de ajedrez, el choque transcurría en medio de estudiados movimientos de ficha en busca del punto débil del oponente. A punto estuvo Motta de aprovechar uno de ellos, pero no llegó a conectar el cabezazo. Tampoco Giuly, ni Ronaldinho. Quien sí lo hizo fue Márquez, que peinó con sutileza un balón procedente desde el córner para enmendar el error que supuso el gol del Betis.
Con el tanto del mejicano, el equipo azulgrana se liberó de su estatismo y apostó por la victoria. Xavi entró en escena y, apoyado por Iniesta, reforzó la velocidad de circulación del balón. Los hombres de ataque aportaron mucha más movilidad y se multiplicaron las opciones de marcar. Eso sí, sin señales de vida de Ronaldinho. Ausente el brasileño, el Barcelona recurrió a las acciones combinadas para aproximarse a la meta verdiblanca. En una de ellas, Gudjohnsen pudo conseguir el gol, pero Doblas abortó las intenciones del ariete islandés.
De ahí al final, el dominio del Barça puso contra las cuerdas al Betis, que tan sólo se agarraba a las arrancadas de Sobis para crear algo de incertidumbre. A la velocidad del brasileño se le unió esporádicamente la habilidad de su compatriota Assunçao al lanzamiento de una falta que rozó el poste derecho de Víctor Valdés. Y cerca del pitido final, gracias a un servicio suyo Dani estuvo a punto de concretar el triunfo bético. Un punto que deja al Barcelona líder en solitario, pero que descubre un peligroso cambio de intenciones en el equipo catalán, más que nunca, a la espera de Messi y Eto'o.
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