A balón parado
El Barcelona doblega al Deportivo en un partido muy abierto y resuelto en las jugadas de estrategia
Los francotiradores del Barcelona abatieron al Deportivo, un pájaro de mal agüero en cualquier estadio que no sea el suyo, y más cuando visita el Camp Nou, escenario en el que alternan las victorias con las derrotas desde hace ya muchos años. Los tres delanteros azulgrana tuvieron más peso que los dos centrales blanquiazules en un duelo a balón parado. Los cinco goles de la noche se contaron desde el córner o a la salida de una falta después de que unos y otros se batieran en un partido muy abierto y especialmente agotador. La ambición llevó al Barça a un terreno delicado. Incontenible en ataque, se desorganizó en la divisoria y estuvo demasiado contemplativo en defensa durante el primer acto. El equipo se corrigió a tiempo en el descanso y, aunque jamás firmó la rendición, el Deportivo capituló más o menos con la lesión de Andrade.
Ausente Messi, reservado expresamente para la función del martes ante la compañía de Mourinho, Rijkaard dio vuelo al equipo con dos laterales de largo recorrido (Belletti y Sylvinho) y un volante pasador (Iniesta) que siempre agradecen los delanteros como Eto'o y Larsson, muy combinativos con Ronaldinho en el frente de ataque. El Barça adquirió muy pronto una velocidad que sobrepasó al Deportivo. Manuel Pablo quedó retratado en la marca de Ronaldinho, y a Juanma no le quedó más remedio que tumbar a Iniesta cuando alcanzaba el área. El brasileño se relamió en la ejecución del libre directo, imposible para Molina, vencido por la comba de la pelota, golpeada por la diestra de Ronaldinho, tan certera ayer como sus manos golpeando el jambee en una sala de fiestas de Barcelona durante el carnaval.
Aunque la afrenta azulgrana parecía invitar a recogerse, el Deportivo no sólo no se espantó, sino que acudió con gusto al intercambio de golpes que le proponía el Barcelona con su fútbol fluido y ritmo alto de juego. Muy valientes, los blanquiazules se ganaron el campo contrario con transiciones vertiginosas que expresaron la descolocación barcelonista y su falta de organización defensiva. La agitación fue tanta que más parecía disputarse un partido de Copa que no de Liga. Intensa como se puso la contienda, con el ir y venir de los dos equipos de un campo a otro, sorprendió que los cinco goles se marcaran a balón parado, prueba inequívoca de la mala defensa de las jugadas de estrategia y de la falta de concentración en las dos áreas. El Deportivo no necesitó a sus delanteros, ni siquiera a Munitis, para firmar el remonte. Los cabezazos de sus centrales martirizaron al Barcelona, que necesitó nuevamente del gol inevitable de Larsson para reengancharse al partido a la salida de un saque de esquina.
A Rijkaard no le gustó nada que su equipo se fracturara en cada jugada, y en el descanso cambió a un costurero como Iniesta por el jabato Van Bommel. Al grito de "¡más madera que es la guerra", los dos equipos se batieron y zurraron en cada jugada hasta que los azulgrana impusieron su voracida. Le costó al Deportivo detener al Barça, que se fue a por el partido por las bravas desde que adelantó la línea de presión y, consecuentemente, de recuperación de la pelota. Atacaban los azulgrana y contragolpeaban los blanquiazules con dos delanteros porque Tristán formaba pareja con Arizmendi en una demostración del apetito que tenía Caparrós. Al Deportivo le perdió entonces la lesión de Andrade, aprovechada de inmediato por Eto'o a la salida obviamente de un córner, como demandaba el partido, muy difícil de gobernar. Al mando de Ronaldinho, siempre presente, el Barça había reorientado un partido muy difícil. Ahora, en todo caso, le tocaba al Deportivo responder en el último tramo.
A Caparrós le faltó entonces munición y a sus jugadores un poco más de fondo físico. Lo intentaron los blanquiazules de todas las maneras. Para su desgracia, sin embargo, Deco, Márquez y Puyol se habían juntando para poner a buen recaudo un triunfo que le permite blindar el liderato y aguardar con cara de satisfacción al Chelsea.
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