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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Atlético, contra las cuerdas

El equipo ofrece una imagen mejorada, pero un error de Perea propicia el triunfo del Betis

El duelo de los meláncolicos lo venció el Betis. Pero fue por un fallo, por un regalo del contrincante. Los verdiblancos cogen aire y ganan autoestima y los rojiblancos siguen sin encontrarse.

Los futbolistas del Atlético habían tenido la habilidad, o la suerte, de salir sin mácula de la grave crisis deportiva que cristalizó el pasado jueves con la destitución de su técnico, Carlos Bianchi. Los rojiblancos se plantaron en el campo con sentido común y con la intención de ejecutar con ganas los principios básicos del juego: las líneas estaban lo suficientemente juntas como para que los apoyos, los relevos en los marcajes y los desmarques funcionaran.

El búlgaro Petrov no tardó casi nada en darse cuenta de que Varela no quiere ser lateral y sus ensoñaciones de atacante le llevan a protagonizar despistes clamorosos cuando le toca defender su terreno. A los 10 minutos, el búlgaro colgó una balón al área bética que llegó a tocar Maxi y que Doblas desvió cuando ya parecía gol.

El Atlético se sentía muy cómodo, pero el partido no despegaba. Ninguno de los dos conjuntos era capaz de mantener el balón en su poder más de tres toques seguidos.

Mientras parecía que los atléticos esperaban que el gol llegara por pura lógica estadística, el Betis intentaba encontrarse. Llorenç Serra Ferrer apostó por controlar el juego y colocó a Arzu como pivote más retrasado, al que apoyaban en la zona ancha Rivera y Capi.

El experimento funcionó a medias durante media hora. Capi y Rivera se sacaban de sitio y Edu desperdiciaba la banda izquierda con su trabajo apático, interpretado como si se tratara de una condena. El recién llegado Robert incordiaba a los centrales atléticos e intentaba abrir el campo con sus caídas hacía la derecha, El problema es que parecía que los zagueros rojiblancos colaboraban más en su cometido que Joaquín.

Pero en esto se fue Perea. No lo hizo físicamente, aunque el resultado fue igual que si lo hubiera hecho. En un balón tonto, tontísimo, Perea se comió el rebote que peleó Robert y que acabó con la pelota en la red protegida por Falcón. Capi chutó, ni bien ni mal, desde fuera del área y se cepilló la coherencia que habían mostrado hasta entonces los atléticos. Torres estuvo a punto de empatar un minuto después, pero su remate picado de cabeza en el segundo palo de Doblas no encontró su destino.

A los atléticos se les cayó la historia encima, la lejana, la reciente y, sobre todo, la recién vivida. A partir de entonces la cabeza en el cesto de Bianchi ya no servía como explicación única del pobre juego del equipo. La pareja de centrales, y Perea en particular, fallaron gravemente en dos ocasiones más antes de que llegara el descanso, pero ni Joaquín ni Edu supieron rematar, nunca mejor dicho. Petrov siguió centrando desde la cal de la banda izquierda del ataque rojiblanco, pero ni Torres ni Maxi llegaron en ocasión alguna con la ventaja necesaria para rematar.

Tras el intermedio, los atléticos recuperaron algo de autoestima y de nuevo Petrov colocó un magnífico balón a Maxi, que también repitió fallo.

El partido siguió sin calidad aunque sí que, al menos, se mantenía la emoción que el corto marcador proporcionaba. Nadie podía proclamarse dueño de nada. Ambos conjuntos pertenecen más al mundo de lo emotivo que al de lo lógico. Hasta ayer, el Betis penaba en la Liga y tan sólo la clasificación para los cuartos de final de la Copa —tras dos empates con el Celta—, había traído algo de ánimo.

Las llegadas de Robert y Tardelli buscan cubrir todo lo que se pueda el agujero que ha dejado Oliveira. Robert demostró ayer que sabe hacer su trabajo bastante bien. El gol de Capi le pertenece en bastante medida, ya que fue su insistencia y colocación lo que convirtió el despiste de Perea en una ocasión de gol, finalmente rentabilizada. Para juzgar a Tardelli, habrá que esperar más.

El Atlético lo intentó en todo momento. Eso sí que se puede afirmar. Lo que aún no se puede sentenciar es si el equipo posee un estilo definido. Ayer los futbolistas se aplicaron en los conceptos básicos, pero ni Ibagaza ni Torres, por citar a dos de los jugadores que deberían de marcar las diferencias lo hicieron.

Las ganas de Petrov destacaron sobre la actitud de algunos de sus compañeros. El Atlético no funciona donde el fútbol se crea en vez de pelearse. Aún no se sabe si se busca un juego directo de guerrero o la combinación y el ritmo del artista.

El Betis ganó mucho más que tres puntos ayer en su estadio y el Atlético, a su vez, perdió bastante más que una recompensa en la clasificación de la Liga. Quizá se quedaron sin la excusa sobre sus pobres logros deportivos a lo largo de este curso.

El jugador del Betis, Rivera (izquierda), controla la pelota frente al jugador del Atlético, Ibagaza.
El jugador del Betis, Rivera (izquierda), controla la pelota frente al jugador del Atlético, Ibagaza.EFE

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