Ensayo descafeinado
España derrota 2-1 a Canadá en la última prueba antes del decisivo partido frente a Serbia
Dos caras: la que ilusiona y la que incita a la reflexión. España comenzó desplegando un juego alegre y prometedor en los primeros compases que se coronó con el gol de Tamudo. Luego, no hubo continuidad. Las buenas intenciones se desvanecieron. El juego se volvió espeso, impreciso y sin pegada. Factores que acompañan a este equipo en los últimos compromisos. Y, con Serbia en el horizonte. Al menos, queda la inspiración mostrada por De la Peña y el oportunismo de Morientes en el segundo tanto, amén del récord de Aragonés con trece partidos invicto.
Con un once titular compuesto por los teóricos suplentes, España se dispuso a obtener la mejor nota en el entrenamiento con público ante Canadá. El inicio hacía presagiar una excelente calificación. Fueron minutos donde la combinación entre una coherente distribución de juego realizada por De la Peña y las incursiones de Luque por banda auguraban goles y espectáculo para los fieles congregados en El Sardinero. Y así ocurrió. Era previsible. Una internada por Luque, un buen centro y Tamudo remata espléndidamente. Gol de calidad en la primera ocasión.
Sin embargo, ese juego alegre y vistoso se transformó radicalmente en un juego espeso, sin coherencia y sin ocasiones. Signos ya típicos en este equipo. Síntomas que evidencian los graves problemas de una selección para dar salida al balón, generar ocasiones y culminarlas.
Resignados a presenciar un buen encuentro con el que recuperar la creencia en la selección, la atención se desplazó irremediablemente a Sergio Ramos. El jugador de moda. Jugó de lateral, aunque en el Madrid actuará de central. Pues, tampoco hubo suerte. El sevillano sí estuvo contundente en el corte, pero muy impreciso y nervioso en la salida del balón. No estaba fino, al igual que Torres. El atlético sigue sin demostrar esa calidad que, supuestamente, atesora.
Hay que reconocerlo. Aragonés conoce donde radica el problema. Es un consuelo, aunque no quiere decir que conozca la solución. Todos los cambios se concentraron de medio campo hacia delante. Claro, tampoco conocemos si la defensa tiene lagunas. Canadá fue un dócil rival sin pegada.
Las modificaciones tampoco ofrecieron un mejor rendimiento, aunque sí mejoraron la pegada. Las bandas siguieron sin usarse, por el centro era tarea complicada poner en apuros a los canadienses y la solución no fue otra que la inspiración divina. Un milimétrico pase de De la Peña para Raúl acabó en la botas de un oportuno Morientes, que no perdonó. La respuesta canadiense, de lujo. Gran tanto de Grande. Reina, que ya había salvado a España al filo del descanso, poco pudo hacer.
Una acción que, lejos de inyectar el miedo en el cuerpo, ejerció de revulsivo. España despertó. Recuperó, a medias, ese juego alegre y vistoso exhibido en los primeros minutos. Raúl, quién sino, protagonizó los mejores momentos. El madridista volvió a ser el protagonista. Gozó de varias ocasiones, una al larguero, pero el tercer tanto no llegó. Quizá lo haya guardado para Serbia. Ahí no se puede fallar. El Mundial de Alemania está en juego.
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