El Barça aguanta la presión con una victoria sobre el Getafe

El Barcelona aguantó el reto tirado por el Real Madrid y seguirá una semana más con seis puntos de ventaja sobre el conjunto blanco. No fue un partido brillante el de los azulgrana, que tuvieron en Ronaldinho a su mejor hombre, pero fue suficiente para derrotar a un Getafe que nunca dio la sensación de poder hacer daño.

El Barcelona comenzó a jugar este partido dos horas antes y en Valencia, donde el Real Madrid se enfrentó al Levante. La victoria del Madrid dejó al Barcelona en una situación incómoda y los nervios que se empeñaron en ocultar durante toda la semana comenzaron a aparecer por los rincones más insospechados del Camp Nou. La tensión bajó desde el palco al césped, pasando por el banquillo de Frank Rijkaard, y eso se notó en el juego del Barça. Se mostró más inseguro que de costumbre y con algún movimiento táctico que hacía sospechar la poca confianza del técnico holandés en algunos de sus jugadores. La ausencia de Eto'o fue cubierta por el argentino Maxi López, un delantero con mucha voluntad y torpes movimientos. Rijkaard desplazó a Ronaldinho hacia el centro para acompañar a Maxi, algo que no hace cuando juega Eto'o. La baja de Puyol la cubrió Márquez y el sitio de éste en el centro del campo lo llenó Iniesta, que parece siempre desubicado.

El Barcelona no encontró su sitio y el Getafe se defendió con cierta comodidad durante los primeros 20 minutos. Pasado el agobio inicial el conjunto madrileño comenzó a sentirse a gusto y merodear por el área de Víctor Valdés. La lesión de Riki truncó los planes de Quique, que dio entrada al corpulento Yordi, con lo que el Getafe ganó en remate, pero perdió en velocidad y en capacidad para sorprender.

El silencio del Camp Nou acompañó los movimientos de los azulgrana hasta que apareció Ronaldinho para sorprender a Sánchez Broto, que no defendió su palo, en un lanzamiento de falta. El brasileño contagió su sonrisa a todo el equipo, que recuperó la calma y la tranquilidad que había comenzado a perder en el Bernabéu. Al que no le sobraron motivos para sonreír fue el árbitro, Puentes Leira, que se equivocó en casi todo lo que se podía equivocar y volvió a demostrar que es uno de los peores árbitros de la Liga. Fueras de juego pitados contra el Barcelona que no eran, demasiadas faltas de los azulgrana en el centro del campo que no merecieron amonestación alguna y diferente trato con los futbolistas, dependiendo de qué camiseta vistieran.