El Arsenal impone su calidad en Vigo
El equipo inglés deja la eliminatoria contra el Celta casi sentenciada
El Arsenal ha pasado por Vigo como lo hacen los grandes equipos, dando un golpe en la mesa y exhibiendo un poderío ofensivo y una contundencia que le han permitido llevarse un triunfo que les acerca a los cuartos de final y deja al Celta muy cerca de la eliminación. El conjunto de Arsene Wenger tiene muchos más argumentos futbolísticos que el Celta, un bloque que concede demasiadas facilidades a los rivales.
En la primera parte ha quedado claro que hay equipos que juegan la Liga de Campeones para ganarla y otros para ver hasta dónde llegan. El Arsenal pertenece al primer grupo y el Celta al segundo. La jerarquía de los dos conjuntos se ve en su actitud al salir del vestuario, timorata en el caso de los vigueses y sin complejos en el de los ingleses, que desde el saque inicial se han marcado como único objetivo la portería de Cavallero. El Arsenal es un equipo muy bien construido, muy trabajado y que sabe a lo que juega. Su único pecado, como el de la mayoría de los clubes ingleses, es que no sabe especular con el resultado a favor, no es capaz de dormir un partido y esa alegría ofensiva muchas veces se paga en Europa.
En el primer tiempo hubo un poco de todo ello. Edu aprovechó un fallo colectivo de la defensa del Celta para adelantar al Arsenal, en una acción que pudo terminar con Cavallero en el vestuario. El portero argentino golpeó su cabeza con la rodilla del brasileño y se abrió una brecha en la frente. Antes pudo marcar Reyes, pero estrelló el balón en Cavallero. Con el marcador en contra fue cuando mejor jugó el Celta, que robó el balón al Arsenal y durante unos minutos fue superior. Aprovechó esos instantes para empatar, gracias a un cabezazo de Edu a pase de Sylvinho. Y pudo adelantarse si el árbitro hubiera señalado un claro penalti a Sylvinho. Pero no tardó en recuperarse el Arsenal, que recuperó el balón y el control del choque.
Ya en la segunda mitad, Edu, el del Celta, decidió que el partido no iba por buen camino para su equipo y que había que hacer algo. Pidió el balón, asumió la responsabilidad que no querían los demás y el Celta creció y jugó como no lo había hecho en la primera parte. Vivió cómodamente en el campo del Arsenal, se acercó con peligro a Lehmann y Edu terminó marcando. Pero el Edu del Arsenal. Un magnífico gol que convertía al Celta en una suerte de Sísifo futbolístico obligado a subir otra vez a una montaña cada vez más empinada. Ahí perdieron casi todo su fútbol los vigueses, que sin embargo lograron remontar, más por ganas y suerte que por juego. José Ignacio aprovechó un barullo dentro del área para batir a Lehmann, demasiado inseguro.
El choque entró entonces en un periodo de engañosa calma, del que lo sacaron Pires y Henry. Con una pared en el borde del área desmontaron la defensa del Celta y el primero marcó con clase y suficiencia. Nuevo golpe de autoridad de los ingleses del que ya no se recuperaron los hombres de Radomir Antic.
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