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FÚTBOL | Vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones

El Depor se estrella ante una cima inalcanzable

El cuadro de Irureta peleó por su parte con grandez, pero no puedo ante el poderío del Manchester

El peso de la historia y el poderío del Manchester fueron una cima inalcanzable para el Deportivo, cuyos sueños europeos murieron en Old Trafford, en el mismo lugar donde habían empezado hace seis meses. También en la derrota se mide la verdadera dimensión de los equipos, y el Depor cayó en Inglaterra sin tirar por el suelo los galones adquiridos en una campaña fantástica, que, a pesar de todo, será recordada durante años por las imperecederas imágenes que ha dejado para siempre el cuadro de Irureta. El Depor tuvo que remar contracorriente desde muy pronto y aun así defendió su suerte con grandeza. Pero lo que había que remontar era de una dimensión sobrehumana: un marcador imposible y un rival extraordinario.

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El choque no traicionó nada de lo que prometía y desde el inicio se vio una disputa vibrante, un partido de los de verdad entre dos equipos que enaltecen el fútbol. Nadie puede reprochar ni al Deportivo ni a Irureta queno estuviesen a la altura del gigantesco desafío que les había impuesto el triunfo del Manchester en Riazor. Tantas veces denostado por conservador, Irureta tuvo el coraje de sacar toda la infantería aun sabiendo los riesgos que corría ante un rival que entiende el fútbol de un modo vertiginoso, un equipo con una velocidad supersónica que te hace añicos cada vez que tiene la ocasión de lanzar un contragolpe. Irureta sabía todo eso, pero actuó con valentía: hizo jugar juntos a Djalminha y Valerón, y decidió que si había que caer, mejor hacerlo como los grandes.

El Manchester actuó con la cautela lógica que le imponía su importante ventaja. Al principio, dio la impresión de que

prefería dejar que el Deportivo tomase el mando para cazarlo por sorpresa. Pero no es el United un equipo dado a especular, y a cada intento del Depor, respondió con algún latigazo amenazante. Y así se fue tejiendo un partido intenso, con muy pocas treguas, un choque que engrandeció la estatura de los dos equipos. Toda una lección para los que sostienen esa necedad de que en el fútbol sólo importa el resultado. Ganasen o perdiesen, Manchester y Depor iban a salir del partido coronados de gloria.

Al Depor se le pusieron mal las cosas demasiado pronto, porque la amplitud de recursos del Manchester es devastadora. Mediada la primera parte, Beckham cayó lesionado tras una entrada de Duscher y eso pareció una buena noticia para el Deportivo. Quién le iba a decir que su destino se iba a torcer en ese momento. Porque se fue Beckham, pero entró Solskjaer, un futbolista con una historia alucinante. Fue el autor del gol que dio a su equipo la Copa de Europa de 1999, una acción que le encumbró a la historia del United, pero que también le condenó a desempeñar para siempre el mismo papel, el de eterno suplente que es capaz de extraer oro en sólo unos minutos. Solskjaer hizo anoche lo de siempre: saltó al campo y el primer balón que tocó lo convirtió en gol. No volvería a aparecer hasta la segunda parte y de nuevo resultó fatídico para el Depor. En el momento en que el cuadro de Irureta estaba en trance en busca del segundo gol, Solskjaer culminó un contragolpe y certificó la suerte del Depor.

Antes de que el Manchester se adelantara, el Deportivo había tenido la gran ocasión de poner el choque donde quería Irureta.

Pero Tristán se deshizo en el mano a mano ante Barthez y el Depor ya no pudo jugar con ventaja en el marcador. El tanto de Solskjaer minó psicológicamente al Deportivo, que anduvo cabizbajo durante un rato. El conjunto de Irureta persistió además en uno de los defectos que ya le habían lastrado en la ida: la obsesión de abrir al Manchester por el centro despreciando el juego por los costados, donde se echó en falta, sobre todo, una mayor contribución de Víctor. Y fue precisamente en una banda donde nació el gol de la esperanza, poco antes del descanso, fruto de una gran acción de Romero, cuyo centro metió Blanc en propia puerta.

Con ese refuerzo anímico, Irureta volvió a la carga, prescindió de Víctor y lo intentó con Makaay. Por un momento, apareció el Deportivo avasallador de las últimas semanas, un equipo que imantó el balón, acorraló al Manchester e hizo palidecer el rostro de Old Trafford, que empezaba a enmudecer. Hasta que llegó el contragolpe culminado por Solskjaer y allí murió la maravillosa aventura europea del Deportivo. De ahí al final, casi todo fueron malas noticias, especialmente las expulsiones de Scaloni y Duscher, fruto de la impotencia que ya se había apoderado del equipo. De todas formas, aun con nueve jugadores, el Depor no perdió la compostura y se fue eliminado, pero con el orgullo de los campeones.

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