Jennifer Capriati se hace con el título tras imponerse a Clijsters en la final

La norteamericana, cabeza de serie, se ha visto sorprendida por la belga en el primer set, en el que ha endosado a Capriati seis juegos seguidos para imponerse con comodidad y contra pronóstico por 6 a 1. La americana nada podía contra los golpes profundos de Clijsters, que ha roto el servicio de su rival en tres ocasiones consecutivas.

Ya en el segundo, Capriati ha enderezado su trayectoria, ha empezado a sentirse más cómoda en la pista y ha terminado por imponer su juego que es, a priori, de mayor calidad. Así, Capriati rompía el servicio de la belga en el tercer juego (2-1). Pero Clijsters hacía gala de sus nervios de acero y respondía inmediatamente con un nuevo break, colocándose con empate a 2.

Pero Capriati no se descentró con esa oportunidad perdida. Muy al contrario, aprovechaba la siguiente para colocarse con 4-2 y encarrilar la segunda manga, que se adjudicaba por 6-4.

En la manga definitiva la igualdad ha sido la tónica dominante y ninguna de las dos tenistas parecía en condiciones de romper el saque de su rival. Un juego tras otro. Ya cuando el marcador arrojaba cifras inusuales, Capriati dispuso por dos veces de su saque para finiquitar el encuentro, pero en ambas perdió la ventaja inmediatamente.

Pero a la tercera va la vencida y tras hacerse con el break en el vigésimo primer juego, impuso su servicio en el vigésimo segundo para hacerse con el título por 12-10.

Se trata del segundo título del Grand Slam para la americana, que ya en enero se impuso en el Open de Australia.

La segunda oportunidad

Este año ha supuesto el resurgimiento de la veterana tenista estadounidense, que vive su época más feliz tras más de 10 años como profesional. Las semifinales del torneo parisino de 1990 descubrieron a una tenista jovencísima -fue la más joven semifinalista de Roland Garros con 14 años- que prometía grandes triunfos.

Pero no digirió bien el éxito Capriati y se vio envuelta en problemas de adicciones y acusada de robo. Pero su segunda oportunidad se presentó, y esta vez no la dejó pasar. Ahora, superados sus errores, saborea las mieles del triunfo.