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Blogs / Cultura
La Ruta Norteamericana
Por Fernando Navarro

La grandeza de Duff Thompson, el nuevo talento de Nueva Orleans que inventa un folk añejo y atemporal

El festival HolaNola, celebrado en Santiago de Compostela, descubrió la iniciativa de Mashed Potato, una comunidad de músicos de la ciudad del ritmo que moldean un sonido distinto al jazz pero igual de fascinante

Duff Thompson durante un ensayo.
Duff Thompson durante un ensayo.
Fernando Navarro

A Duff Thompson le puedes ver tocando cualquier instrumento. Su rostro no es muy expresivo y siempre guarda un aire de estar anticipando algo. A saber qué. Cuando se pone al micrófono, su voz se destila como un whiksy de barrica, suave e intensa, hasta que embriaga toda la atmósfera de un aroma dulzón, entre melancólico y ensoñador. Es un tipo como salido de un recuerdo muy lejano, de una carretera desviada del camino principal, de una estampa en blanco y negro.

Duff Thompson desprende el mismo aura especial de Nueva Orleans, ciudad en la que pasa largas temporadas cuando no está en Cánada. Llama la atención que un tipo blanco, con aire del medio Oeste estadounidense, tenga atributos de la gran ciudad del sonido, la urbe del jazz y del ritmo. Es como si del mismo lugar donde se criaron Louis Armstrong, Professor Longhair y Allen Toussaint y donde todavía reina Irma Thomas se hubiese abierto un sendero nuevo para la música a través de un tipo como él. Thompson es un talento inmenso, desconocido fuera del circuito de Nueva Orleans, que lleva años demostrando que Nueva Orleans es el sitio donde sucede la música de verdad, aquella que no atiende a estrategias comerciales ni intereses vacuos.

Con su característica gorra, Thompson es músico, compositor, productor e ingeniero de sonido. Es un hombre volcado en cuerpo y alma a la música, al que también se le ha conocido por sus colaboraciones con Big Thief, Twain y The Deslondes. Como cantante solista ha publicado Haywire, un álbum de folk atemporal, que se mece en el pasado y en el presente como si no hubiese distancia entre los años 40 y 50 y este acelerado siglo XXI. Quizá sea uno de los discos más hipnóticos que se han publicado en la música norteamericana de los últimos años. Solo por eso Duff Thompson debería ser reconocido como el talento que es, pero es que además es cofundador de un sello discográfico Mashed Potato Records, la compañía ameteur con la que publicó su disco y publica grabaciones de folk casero, rural, añejas.

Mashed Potato es también la sede de Nueva Orleans donde Duff Thompson y sus colegas se juntan para juguetear con los instrumentos, compartir una pasión por la música entendida como un lugar de encuentro de personas y no como una lanzadera para la fama. El espíritu que marca a Mashed Potato es el mismo que tiene desde hace más de un siglo Nueva Orleans: la música como un arte humano, colectivo, de resistencia ante el avance de una sociedad desmemoriada y rendida al desarrollo tecnológico sin importar los individuos. La música como equipo y el equipo como una causa por el juego bonito, brillante, esplendoroso. No busques un gran videoclip aquí, busca como se coloca esta peña sobre la alfombra del estudio de grabación para que todo suene orgánico.

Este equipo de Nueva Orleans -con los músicos Gina Leslie, Max Bien, Matt Bell, Pat Reedy, Noel McKay y Steph Green-, se pudo disfrutar dentro del festival HolaNola, una iniciativa puesta en marcha en el sala Riquela de Santiago de Compostela. Se trata de un laboratorio sonoro que hermana la música de Nueva Orleans con las raíces flamencas y del folclore gallego. El único propósito es intercambiar música y cultura. Es casi un experimento antropológico.

Duff Thompson, en la batería, ensaya en una casa de Santiago de Compostela con el resto de músicos de Nueva Orleans.
Duff Thompson, en la batería, ensaya en una casa de Santiago de Compostela con el resto de músicos de Nueva Orleans.

Pude ver en primera línea los ensayos de esta gente en una casa de Santiago y, ya dentro de la programación del HolaNola, los conciertos que ofrecieron en la sala Riquela. Hubo tanto arte sencillo desparramado aquellos días de septiembre que es difícil describirlo. Cuando este equipo se ponía en marcha, todo cobraba sentido a través de unas canciones que sonaban como viejos cuentos que hechizan. Los folcloristas gallegos y los flamencos disfrutaban del conocimiento de los de Nueva Orleans y viceversa. Varios mundos artísticos se encontraban en un lugar imaginario llamado Santiago de Compostela.

Duff Thompson es el gran cerebro detrás de Mashed Potato. También un enorme corazón obsesionado con latir al ritmo de la vieja Nueva Orleans, pero subido a un tren de mercancías como los antiguos trovadores del folk. Es como si Woody Guthrie o Bob Dylan, ambos siempre en marcha, hubiesen encontrado su casa en Nueva Orleans. Es algo distinto, inaudito. Algo que se puede también apreciar en los dos fascinantes recopilatorios de este equipo: Mashed Potato Records Vol’s I & II. En ellos se recoge todo este espíritu que lucha contra la frivolidad y ofrece asilo al viajero cansado.

Conocí en persona a Duff Thompson y al equipo de Mashed Potato gracias al festival HolaNola. Entré en contacto con su música en directo y pude apreciar con toda el alma que esta comunidad de músicos de la ciudad del ritmo han moldeado un sonido distinto al jazz, pero igual de fascinante.


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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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