La película alemana que hace historia en los Oscar: un alegato antimilitarista en plena guerra en Europa
‘Sin novedad en el frente’, inspirada en la novela de Erich Maria Remarque, acumula nueve nominaciones, entre ellas mejor película, algo que nunca había conseguido un filme germano
“No es así como me lo imaginaba”, se lamenta el joven recluta Ludwig, mientras intenta achicar nerviosamente con su propio casco el fango de una trinchera inundada. En su mirada de desamparo se condensa el brutal choque contra la realidad de una generación de jóvenes que fueron a combatir en la Primera Guerra Mundial, embaucados por una promesa de gloria nacional para defender inútilmente un imperio en decadencia y acabaron arrojados en una confusión de barro, metralla, gas mostaza, charcos de sangre y cuerpos despedazados.
Es el desolador desengaño que retrata Sin novedad en el frente, la superproducción alemana inspirada en la novela homónima de Erich Maria Remarque (1898-1970) que ha conseguido lo que ninguna otra película germana antes: ser candidata a mejor película en los Oscar y medirse con los grandes títulos de la temporada de la industria estadounidense, como Los Fabelman, Top Gun: Maverick y Avatar. La gran sorpresa del cine europeo, que se ha beneficiado del apoyo de Netflix, que la considera su gran baza, acumula en total nueve nominaciones a los Oscar ―entre ellos, guion adaptado y banda sonora― y 14 a los premios Bafta del cine británico.
“Hubiese sido inmensamente feliz con una nominación a mejor película internacional. No nos lo esperábamos”, dice un exultante Daniel Brühl, el actor y cineasta hispanoalemán que tiene doble papel en el filme: como productor e interpretando a uno de los protagonistas, el diplomático Matthias Erzberger, enviado por el gobierno del Reich para firmar el armisticio entre Alemania y las potencias aliadas.
Si la novela de Remarque sacudió las conciencias hace un siglo, la nueva versión resuena con intensidad en una Europa que convive de nuevo con una guerra a sus puertas, la invasión rusa de Ucrania, y toca una nota profunda en una Alemania que se ha resistido a enviar sus tanques Leopard para ayudar a Ucrania, inmersa en el debate moral sobre su intervención en el conflicto. La adaptación llega en un contexto en el que el país vuelve a enfrentarse a sus traumas históricos, su papel en la Segunda Guerra Mundial y el profundo antimilitarismo de las últimas generaciones de alemanes.
La novela de Remarque, publicada en 1928, y llevada a la gran pantalla previamente dos veces, impugnaba una larga tradición de glorificación de la guerra que ha tenido insignes portavoces como el poeta romano Horacio (siglo I a. C.) y su verso Dulce et decorum est pro patria mori (Es dulce y honroso morir por la patria). “Mientras ellos seguían escribiendo y discurseando, nosotros veíamos ambulancias y moribundos; mientras ellos proclamaban como sublime el servicio al Estado, nosotros sabíamos ya que el miedo a la muerte es mucho más intenso”, escribe Remarque. Con ánimo desmitificador, la novela se convirtió en un éxito internacional, luego condenado por nazis y comunistas, y que sigue siendo leído por generaciones de estudiantes alemanes hasta hoy.
También Brühl leyó la novela siendo adolescente y ha sentido el peso de adaptar “un libro tan sagrado en Alemania, más que Goethe o Thomas Mann”. Sin novedad en el frente fue llevada al cine por primera vez dos años después de su publicación, en 1930, dirigida por Lewis Milestone, en la que quizá sea la mejor adaptación de la novela y que se ha convertido en una de las joyas del cine antibelicista. Su descripción de la guerra de trincheras marcó un hito en la narración cinematográfica. Llegó a la gran pantalla en un momento en el que la película ya no podía rodarse en Alemania y Hollywood se afirmaba como un refugio para cineastas, actores y otros artistas que empezaban a abandonar Europa. “Es una obra maestra, una película impecable”, señala Brühl al teléfono desde la sierra de Tramuntana, en Mallorca, donde vive a temporadas con su familia: “Pero no queríamos hacer un remake, sino reinterpretar la novela de manera diferente, sin encerrarnos en el concepto del libro”.
La nueva adaptación, la primera en alemán, dirigida por Edward Berger, se distancia del texto original y ha introducido cambios sustanciales, como la trama de la firma del armisticio o el propio desenlace. Muestra los estragos del combate, como la irrupción de los primeros tanques, el uso de lanzallamas y armas químicas, y presenta escenas estremecedoras como la absurda lucha a cuchillo entre el protagonista y un soldado francés en la ladera de un cráter.
A preguntas sobre por qué había tardado tanto una adaptación alemana de un clásico alemán, Berger le dijo a Der Spiegel: “En Alemania, el recuerdo de la Primera Guerra Mundial fue desplazado por el de las atrocidades alemanas cometidas en la Segunda Guerra Mundial”. En este país el recuerdo de ambas guerras todavía tiene mucho que ver con la vergüenza y el sentimiento de culpa. Los alemanes, añadió, no tenían nada positivo con lo que relacionar estas guerras, a diferencia de británicos y estadounidenses, para quienes las películas bélicas narran “historias heroicas”.
Gracias a su disponibilidad en Netflix, la película ha sido muy bien recibida en el extranjero, pero no tanto por los críticos alemanes, que no le perdonan lo que consideran excesos hollywoodienses en la narración y la adición de personajes y tramas ausentes en la novela original. La película, asegura por ejemplo el crítico del Süddeutsche Zeitung, Huber Wetzel, confirma el prejuicio de que “ningún libro es tan bueno que no se pueda convertir en una mala película”.
Wetzel llega a preguntarse si el director se ha leído la novela y apunta que, si lo ha hecho, ha sido solo para eliminar la mayor cantidad posible de material original e inventar otro nuevo. Escuece especialmente que haya cambiado el final, que es precisamente lo que da título a la novela de Remarque. En el libro el protagonista, Paul Bäumer, interpretado por el actor austríaco Felix Kammerer, muere unas semanas antes del final de la guerra: “Cayó en octubre de 1918, un día tan tranquilo, tan inactivo en el frente, que el comunicado oficial se limitó a decir que no había novedades en el frente”, escribe Remarque.
Los críticos han recriminado a los guionistas que hayan desprovisto al protagonista de la perspicacia que tenía en la novela, y lo hayan cambiado por un observador atónito. “El héroe de Berger [...] no es un narrador reflexivo como el de Remarque”, escribe Andreas Kilb en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, “sino un ingenuo, un puro tonto que nunca acaba de entender lo que le ocurre en los campos de batalla de Flandes hasta el final. El mudo Charlie de Platoon, de Oliver Stone, una gran historia de textura similar sobre la guerra de Vietnam, parece un maestro del autoconocimiento frente al Paul Bäumer de Berger”, espeta.
Sin novedad en el frente podría convertirse en la primera película alemana que gana un Oscar desde que en 2007 se lo llevara La vida de los otros. Para la industria cinematográfica alemana, las nueve nominaciones son algo “increíble y abrumador”, resume Simone Baumann, directora de German Films, el organismo que promociona el cine alemán en el extranjero. “Significa que nuestro cine está al nivel más alto y que es reconocido, también en el mercado estadounidense”. El filme se estrenó solo en 60 salas un mes antes de que pudiera verse en Netflix. “Los cines se quejaron; había mucho interés por ver la película”, explica Baumann, que relativiza las críticas en los medios alemanes. Ocurre cada vez que una película alemana triunfa en el extranjero, asegura, como con El hombre perfecto, de Maria Schrader, elegida por Alemania para competir en los Oscar el año pasado.
El mensaje antibelicista de la novela de Remarque cala especialmente en este momento, a punto de cumplirse un año de la invasión rusa de Ucrania, cuando nadie esperaba ver una nueva guerra en Europa. “La novela no ha perdido ninguna relevancia; tiene un tono atemporal, muy moderno. Desearía que el contenido fuera menos relevante de lo que es”, se reafirma Brühl.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.