Los Goya muestran la renovación del cine español
Ninguno de los cineastas de mayor renombre, de Almodóvar a Bollaín pasando por Trueba, compite por el premio a la mejor película, que se disputan nuevos talentos o veteranos con menos proyección, como Lacuesta y Echevarría
![Tommaso Koch](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F68f039d0-7e15-4275-b68c-0f5747bd8547.jpg?auth=ab477fa72e4d40980cc54ff252de262685cd61f4b72ce8c852dce82548a7134e&width=100&height=100&smart=true)
Cuando Pedro Almodóvar ganó el León de Oro del último festival de Venecia, la presidenta del jurado, Isabelle Huppert, matizó que la decisión no había sido unánime. Hubo, pues, visiones distintas. El veredicto quedó en la historia del cine español: La habitación de al lado fue el primer largo nacional en obtener el máximo galardón del certamen más antiguo. Pero las discrepancias también se han mantenido a lo largo de la temporada. Tanto que los premios Goya le han otorgado 10 nominaciones, incluida mejor dirección, pero no la más deseada: el filme que marcó un hito para la cultura española no está entre los cinco mejores del año, según los académicos de su país.
El artista manchego, que ha informado de que no asistirá este sábado a la gala de los Goya en Granada, no es el único peso pesado excluido de la categoría reina: Soy Nevenka, de Icíar Bollaín, y Marco, de Aitor Arregi y Jon Garaño, sí optan a cabezones, pero solo en otros apartados. Isla perdida, de Fernando Trueba, ni siquiera ha obtenido candidaturas. Los autores más conocidos han estrenado, pero no han enamorado a sus compañeros de profesión. Por lo menos, no tanto como antes. Con su penúltimo trabajo, todos habían peleado por el mejor filme (Trueba en animación). Su currículo conjunto, que suma más de 200 nominaciones a los Goya, se ha visto superado por la frescura de cuasi debutantes en la gala. Dani de la Orden (Casa en llamas), Javier Macipe (La estrella azul) y Pol Rodríguez (Segundo Premio) nunca habían sido finalistas al galardón principal. Apenas habían estado en la ceremonia, de hecho. Frente a los rostros de siempre, los Goya han preferido mirar este año hacia caras menos familiares.
![Nominados Premios Goya](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/AZFG5Y4FS5FHXIZT3MIUTDNT3I.jpg?auth=5c13a063252348f7e1b7ed7c7f421fdd23b353b0898b7d73a27a69c93382db80&width=414)
Puede que sea casualidad. Y cineastas como Isaki Lacuesta (codirector de Segundo premio) o Arantxa Echevarría (La infiltrada) nada tienen ya de novatos, por edad y trayectoria fílmica. Pero pocas veces los Goya habían prescindido tanto de los galones en sus elecciones y encumbrado a filmes menos poderosos, al menos a priori. La taquilla ha otorgado un resultado parecido: La infiltrada recaudó, con 1,3 millones de entradas vendidas, más que los largos de Almodóvar, Bollaín, Trueba y Arregi y Garaño juntos. El 47 (de Marcel Barrena, otra candidata a mejor película) y Casa en llamas también lograron una asistencia a los cines mayor que los autores consagrados. Indicios que invitan a no pensar solo en el azar. O, cuando menos, a plantearse un debate.
“No creo que debamos elucubrar si los grandes nombres del cine español se han quedado antiguos, cuando, por ejemplo, Eastwood sigue conectando con todo el mundo. Tampoco es que lo hayan petado en taquilla. Puede que sea una suma de todo: las nuevas generaciones igual buscan un nuevo cine, otros nombres; los medios necesitan alimentar esta máquina y ensalzar a nuevos autores; y las películas que han presentado los intocables, que nos han dado años de gloria, no eran sus mejores”, reflexiona Fausto Fernández, crítico de Fotogramas y estudioso de todo tipo de cines. “Han acabado calando, con éxitos bastante inesperados, obras que antes, de alguna manera, no reconocíamos como productos de la industria hegemónica”, agrega Jordi Costa, crítico y jefe de exposiciones del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB).
![Cuti Carabajal y Pepe Lorente, en 'La estrella azul', de Javier Macipe, nominada al Goya a mejor película.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/RCG5X3THKFDNBE5JDXQVKMDMQQ.jpg?auth=e5bd1edc85d8a8452249c353dd19c0599f9c8ba1d828f7515c0db3fbc9dd4bfc&width=414)
Puede que tengan que ver algunos cambios. En la propia creación, ante todo, con una oleada de nuevos talentos, sobre todo en femenino —aunque, este año, Echevarría es la única mujer que opta al Goya a mejor película—. “Es fascinante asistir a una posible renovación en el cine español, en particular el ascenso de directoras”, apunta Sally Faulkner, que trabajó durante años como profesora de Cine y Estudios Hispánicos en la Universidad de Exeter (Inglaterra), además de escribir varios libros al respecto. “Cada vez hay más óperas primas, muchísimas autoras explicando temáticas nuevas, con un mundo personal y visual. Gente que viene de escuelas de cine o de haber visto muchísimo cine, con conocimiento e ideas de lo que quieren plasmar en un filme. Y eso abre el abanico”, añade Fernández.
Pero las diferencias se notan más allá de los rodajes. La Academia, igual que la de los Oscar, abrió las puertas a nuevos votantes para hacerse más inclusiva y representativa de la sociedad. Lo que, en teoría, puede ampliar la mirada de la institución. “Hubo un momento en que siempre estaban nominados los mismos porque de repente había una cierta relación con, digamos, lobbies de poder, con gente que realmente repartía el trabajo dentro de la industria”, subraya Costa. Y, por el contrario, celebra la nominación este año del extraño mediometraje Mamántula, de Ion de Sosa, o que se haya normalizado la presencia en la gala del cine autoral de Lacuesta. Fernández también aplaude la apertura, aunque avisa de que los nuevos académicos no están exentos del riesgo de reproducir viejos sesgos como “votar a tu amigo o al que te está dando trabajo”.
![Julianne Moore (a la izquierda) y Tilda Swinton en 'La habitación de al lado', de Pedro Almodóvar.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GJQAK5TSHBAUHEAXGO6O7SF7IM.jpg?auth=da3303037f710818a7893d5d31bb7422286bbf6f251a8400ad1cc2c21b74af63&width=414)
Mucho han cambiado también el estreno y el consumo de cine. “Que una película tenga que definir su suerte en el primer fin de semana se ha agudizado como nunca”, sostiene Costa. Y distinta es también la forma de valorar. “Ahora hay dos oleadas de recepción: cuando la película está en salas, y cuando llega a plataformas, a veces en este segundo caso con elementos desagradables de voces que están ahí para enmendar la plana y decir: ‘Os habéis equivocado, no era tan buena”, agrega el crítico. Y cita las conversaciones que han vuelto a despertar justamente La habitación de al lado o La sustancia, de Coralie Fargeat, recién aterrizadas en internet.
Puede que la exclusión de Almodóvar del Goya a mejor película resulte la más llamativa. Aunque los dos críticos no se muestran sorprendidos. “El León de Oro de Venecia puede ser contraproducente, por una especie de actitud de ‘Qué nos va a contar un festival internacional que no sepamos’. Aparte, hay un discurso general de señalarle por el sesgo ideológico”, explica Costa. “Premia un jurado especializado, que no engloba el target de los espectadores normales”, añade Fernández. A saber si los desencuentros entre el cineasta español más aplaudido y la Academia tuvieron que ver. Almodóvar se pasó años sin ir a los Goya, a partir de que la institución eligiera en 2003 Los lunes al sol, de Fernando León de Aranoa, en lugar de Hable con ella, como representante en los Oscar. El creador regresó en 2010, y arrasó con Dolor y gloria en 2020. Sin embargo, cuando la Academia envió a competir en Hollywood El buen patrón, otra vez de León de Aranoa, en vez de Madres paralelas, Agustín Almodóvar, hermano y productor de Pedro, afirmó: “La Academia no es el lugar donde más se haya defendido su figura”.
![Carlos Boyero 'Soy Nevenka'](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/T2NVTQB4KJEZJOHD2WMVZ2XFWE.jpg?auth=79dc73ab220652a9b684b711b153238e1b19b8f09d8e08308f66483a942ee4a4&width=414)
Y eso que es el único en haber obtenido cuatro veces el Goya más importante. La primera, con 39 años, por Mujeres al borde de un ataque de nervios; la más reciente, ya con 70, por Dolor y gloria. Toda una excepción, como tantas en su carrera. Porque la edad media del ganador del premio a la mejor película se coloca en 46,2 años. Y, a lo largo de la historia, aparecen muchos más ganadores en la treintena que más allá de los 60 (tan solo Berlanga, Aranda y Fernán Gómez). ¿Existe en el cine, igual que en el deporte, un momento cumbre para las carreras? “No lo creo. Orson Welles alcanzó la madurez con su primera película, igual que Quentin Tarantino. Otros necesitan ir haciendo filmes malos, hasta lograr uno bueno”, responde Fernández. Y agrega: “Megalópolis, de Francis Ford Coppola, a sus 85 años, es una de las películas más jóvenes y arriesgadas del año pasado. Y un chico de 30 puede hacer un filme de lo más conservador”.
Scorsese, George Miller, Eastwood o Jane Campion han logrado algunos de sus mejores largos superada la edad de jubilación. La propia Echevarría está triunfando a los 57 años con La infiltrada. Damien Chazelle, por el contrario, se coronó como el cineasta más joven en ganar el Oscar a mejor dirección, por La La Land, pero no ha vuelto a conseguir un éxito ni remotamente parecido. “No hay una relación entre la maestría y la edad. Sí que cuando surge un autor que nos parece novedoso hay un momento de subidón general, tanto por parte del público como de la crítica”, reconoce Costa.
![Una imagen de 'Segundo premio', de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez, nominada al Goya a mejor película.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ASRH6OW4SNFFFB47KBGCQNTYAA.jpg?auth=e55980a8b518ba2e0b04c6b58bc5b6b78542b042ecc61ad1a70788162eda0ffb&width=414)
A propósito del peligro de estancarse, el director Paolo Sorrentino declaraba en 2016 a EL PAÍS: “Tengo amigos de confianza a los que he pedido que hagan de centinelas y me avisen de si me he atontado”. Pero los entrevistados tampoco temen que un artista se termine repitiendo en exceso. “El talento no tiene edad. Si acaso la tiene para la industria y los productores, que le van poniendo cada vez más pegas a estos directores”, dice Fernández. Y tanto él como Costa subrayan la importancia de que autores jóvenes y ancianos tengan oportunidades de equivocarse, de insistir pese a todo o de seguir desmenuzando el mismo tema. Entre los casos citados, salen Ozu, Fellini, Lynch, John Ford, Hawks o el propio Almodóvar.
Finalmente, Fernández invita a relativizar: “Son premios. No significan absolutamente nada. Quién da los relevantes de verdad es el público. Yendo al cine. Pagando por una película. Demostrando interés. Comentándola en el trabajo, con su familia o sus amigos”. Que el arte genere reacciones es quizás el mayor reconocimiento. No ser la más nominada en los Goya, sino en los hogares.
![Una imagen de 'Casa en llamas', de Dani de la Orden, nominada al Goya a mejor película.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/QU6A257XBJD75OWJCWS5C7ZG4M.jpg?auth=f7ebe482473722cc294a78dd2ba3c9e650c458c3bb136d893be3b1dd68556382&width=414)
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