Cómo explorar el fondo oscuro de un crimen sin sentido
Nicola Lagioia aborda en ‘La ciudad de los vivos’ la crónica de un asesinato terrible. Pero el libro es también, reconoce, una carta de amor a Roma y un conjunto de preguntas quizás sin respuesta
Nicola Lagioia (Bari, 48 años) acababa de ganar el premio Strega, el más prestigioso de los galardones literarios italianos, cuando un crimen traspasó su piel, captó su atención, lo cautivó y lo arrastró. A principios de marzo de 2016, tras varios días de desfase total aderezado con alcohol e ingentes cantidades de cocaína, Manuel Foffo y Marco Prato matan a martillazos y cuchilladas a otro joven, Luca Varani. Con estos ingredientes, Lagioia se lanza a una investigación que desemboca en La ciudad de los vivos (Literatura Random House), una novela de no ficción en la que no importa el qué ni el quién, casi ni siquiera el cómo, sino tratar de comprender el porqué. Y ahí entramos en caminos oscuros.
“Lo que más me atrae es la dimensión emotiva del suceso”, reconoce Lagioia en un hotel de Barcelona, donde participa en BCNegra. “¿Cómo es posible algo así?”, se pregunta antes de entrar a analizar la dimensión personal de toda esta historia. Porque Lagioia reconoce que, como tantos jóvenes, caminó por senderos tenebrosos pero no cayó en el abismo. El autor, en efecto, asume que tiene algo de todos los implicados en un proceso que le llevó tres años de investigaciones. “Manuel se siente el discriminado, la oveja negra de la familia. ¿Cuándo no nos hemos sentido así, fracasados, rodeados de gente que lo hacen mejor que nosotros? Marco es brillante, extrovertido, pero tras todo eso esconde malestar interno. Luca simboliza la parte más inocente, que cae en la trampa de los otros. Encontré algo de mí mismo en los tres”, admite.
La investigación transita con éxito los caminos abiertos por Truman Capote o Emmanuel Carrère y habla de familias, de padres e hijos, de vínculos rotos y de realidades insoportables. También, de cómo somos vistos y de las múltiples versiones que de un hecho o una persona tiene cada uno. En el caso de este asesinato, hay tantas como testigos, amigos, implicados. ¿Dónde está la verdad? ¿Quién era ese joven que fue torturado antes de morir? ¿Y los asesinos? “He hablado con padres, amigos, el propio Manuel a través de cartas desde la cárcel durante dos años, los carabineri… Pero no hay nada definitivo en el libro. Expongo todo para que el lector se haga una idea a partir de esos elementos”, explica. Las actas judiciales fueron “la brújula” para reconstruir lo que había sucedido aunque, admite, tuvo que fiarse también del “instinto de escritor”.
Un precipicio
No imaginen La ciudad de los vivos como un relato lineal de los hechos. A las múltiples voces se suma la primera persona del autor y una historia secundaria, que atraviesa la principal, con la que Laigoia juega como si se tratara de ficción. “La estructura no estaba pensada desde el principio, surgió según iba escribiendo, pero, como cualquier novelista, sé que todo libro depende del lenguaje y de la estructura”.
Una obra así deja sensaciones ambivalentes. Asomarse al precipicio de la sinrazón criminal a través de un libro con esa vocación literaria no deja indiferente, casi uno prefiere terminarlo para olvidar, pero permanece. Al escribirlo fue al contrario, cuenta ahora ya desde fuera, ajeno a todo lo relacionado con aquel crimen. “Lo más complicado desde el punto de vista emotivo fue el primer año, en el que no escribí nada. Solo investigué y fue un proceso difícil porque era gente que lo había pasado muy mal. La escritura, sin embargo, te protege de lo más violento y emotivamente intenso”, admite.
Queda un personaje implicado a su manera en el crimen: la ciudad de Roma. Es un lugar descrito en su plena decadencia pero con un encanto irresistible. “Es una carta de amor a Roma, pero la carta de un amante al que lo han traicionado y lo acepta. El título del libro, como la misma ciudad, contiene una contradicción. Si hay una ciudad de los vivos habrá otra de los muertos; si hay una Roma superficial habrá otra subterránea; si hay una soleada habrá otra oscura”.
Libro que plantea preguntas más que ofrecer respuestas, tras su lectura y la conversación con su autor prevalece la misma pregunta: ¿Por qué?
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