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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

¿Puesto de mercado o restaurante?

En apenas ocho metros cuadrados del mercado de Santa María de la Cabeza de Madrid, Limeñita es a la vez mostrador y restaurante

El carro de Limeñita metido en el puesto del mercado de Santa María de la Cabeza, en Madrid.
El carro de Limeñita metido en el puesto del mercado de Santa María de la Cabeza, en Madrid.Imagen Subliminal
Anatxu Zabalbeascoa

La clave de Limeñita, un puesto del mercado de Santa María de la Cabeza (Madrid), es una gran, y por eso arriesgada, decisión: desdibujar el límite físico claro entre vendedor, cocinero-camarero y cliente. En tan solo ocho metros cuadrados, la cocina es el mostrador y la encimera la mesa del restaurante. Pero además todo es móvil, ligero, ampliable y cambiante. Un carro-cocina-mostrador-mesa —diseñado por GON Architects y construido por Remai, una empresa especializada en el montaje e instalación de equipos de frío— saca la cabeza del puesto del mercado para convertirse en puesto ambulante. Ese movimiento no solo multiplica el espacio del comercio, también dinamiza el lugar donde se ubica: el mercado. Asimismo, reivindica la naturaleza móvil, exterior, de las cevicherías que desfilan por las calles de Perú y por gran parte de Latinoamérica, donde son un elemento habitual en el paisaje urbano.

El estudio de arquitectura de Gonzalo Pardo, GON Architects, se asoció a Elisa Fernández Ramos, de La Traviesa, para idear este proyecto. La estrategia de los diseñadores consistió en convertir en estable algo móvil: hacer de un puesto callejero ambulante de comida, un restaurante fijo, cambiar itinerancia por arraigo.

Un empleado prepara un plato en el carro-restaurante-barra de Limeñita.
Un empleado prepara un plato en el carro-restaurante-barra de Limeñita.Imagen Subliminal

El carro metálico, esbelto, alargado y, como si fuera una cocina, lacado en blanco, tiene el ancho de los módulos diseñados para los electrodomésticos de cocina (60 centímetros) y la altura de una estancia (2,30 metros). Apoyado en seis ruedas, está construido con tecnología de bajo coste. Sin embargo, cuenta con un sistema de refrigeración para mantener fríos los alimentos, una superficie de trabajo de krión para aguantar el uso, expositores de bebidas y vajilla, almacenajes ocultos, iluminación perimetral con tira de led y hasta un sistema de sonido y red de wifi.

De la parte más estrecha se despliegan las mesas que permiten convertir el carro en restaurante. Y el almacén en cocina. Son las ruedas, claro, las que confieren movilidad al puesto y multiplican su espacio cuando sale del puesto del mercado.

En el carro se preparan bebidas y se terminan los ceviches. Al fondo del puesto, un espacio separado tras unas puertas de vaivén, con un ojo en forma de lima, encierra la cocina.

El carro 'lowtech' está equipado con un sistema de refrigeración y mesas desplegables.
El carro 'lowtech' está equipado con un sistema de refrigeración y mesas desplegables.Imagen Subliminal

Como la propia cocina, el carro es blanco. Como la lima, el contexto es verde, llamativo, natural, “como si pescado, comensales y cocineros habitasen una fruta”, explica Gonzalo Pardo. Sofía Corredoira se encargó de dibujar la gráfica para un lugar limpio y dinámico. El resultado es ácido, ingenioso, alegre e inesperado.

Pardo señala que “más que ser un puesto del mercado, Limeñita es un aglutinador de actividad y de gente”. Tan visible, se ha convertido en un punto de referencia. Su condición móvil facilita que, aunque hoy se disponga dentro del puesto número 8 del mercado, mañana es posible que esté en alguna calle de alguna ciudad, festival vendiendo ceviche con leche de tigre.

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