Sara Fantova, la cineasta debutante que encontró poesía y amor en la farra de la Semana Grande de Bilbao
‘Jone, a veces’ describe cómo una chica de 20 años encara su primer amor y el declive de su padre, diagnosticado de párkinson

Si nadie le dijo que sonaba a locura, ¿por qué iba a ser ella misma quien se reprimiera? Sara Fantova tiene 32 años y un empuje fílmico descomunal. Tanto como para lanzarse hace dos veranos a rodar Jone, a veces, su debut en el largometraje, en mitad de la Aste Nagusia, la Semana Grande de Bilbao, a moverse con sus actrices y su equipo técnico entre docenas de miles de personas bullendo en una fiesta gigantesca. “No pensé mucho en si era un reto”, recuerda ante un café y una tosta en Madrid. “Yo albergaba un deseo grande de rodar en las celebraciones de Bilbao, y lo preparamos con cuidado. En ningún momento se me pasó por la cabeza que era algo demasiado loco“.
Esa pulsión por filmar en mitad de la Semana Grande —“que he disfrutado desde pequeña, y de la que me apasiona hasta cómo se organiza”— ha fructificado en un debut vibrante, que llega hoy viernes a las salas, en el que la Jone del título, a sus 20 años, encara su primer amor y el declive de su padre, diagnosticado de párkinson.
A pesar de su edad, Fantova ha ido acumulando un currículo interesante. “Mis padres nos dieron absoluta libertad a mi hermana y a mí para estudiar lo que quisiéramos. A ellos siempre les han gustado sus profesiones, y eso ha logrado que sus hijas tengamos una relación sana con el trabajo”, explica. El cine siempre estaba ahí, entre sus pasiones, aunque sin concretar. Y recuerda cuando descubrió la existencia de la Escac (Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya). “Mi padre y yo vimos a Mar Coll, una chica superjoven, ganar el Goya [en 2010] con Tres días con la familia y miramos dónde había estudiado: en la Escac". Sin embargo, Fantova decidió dedicar un año a un voluntariado y empezar un curso después Audiovisuales. “Descubrí tarde que esa carrera está más pensada para el periodismo, y que yo quería hacer cine, aunque no sabía qué labor”. Y a pesar de que los estudios eran caros, se mudó a Barcelona. “La Escac es buenísima en que desde el inicio ruedas mucho, con lo que de manera orgánica fui comprendiendo qué es la dirección, y en que crea una corriente de compañerismo”, explica la bilbaína, a la que además le brillan los ojos cuando dice: “¡Y Mar Coll me dio clase!“.

Acabada la carrera, Fantova ha trabajado como script (responsable de que haya continuidad en el rodaje) en, entre otros filmes y series, Ama, de su amiga Júlia de Paz; Te estoy amando locamente, de su amigo Alejandro Marín, o Un lugar común. En 2018 dirigió un corto superlativo, No me despertéis, justo cuando empezó a plantearse Jone, a veces, y al año siguiente se estrenó en el largo con la película de dirección colectiva La filla d’algú. “Fue un esfuerzo de muchas cabezas pensantes y me gustó. Sin embargo, para mi siguiente paso yo quería dirigir una peli que me representase como directora, que contase el contexto del que vengo, que hablase de mi ciudad y del País Vasco. No ansiaba filmar algo novedoso, sino intentar explicar a mi gente y las cosas que me importan”.
Jone ha cumplido 20 años, y en esa Semana Grande, rodeada de colegas comparseras, descubre y disfruta de su primer amor a la vez que su padre inicia un declive por culpa del párkinson. “Mi padre me dejó leer hace unos años sus diarios, los compartí con Nuria Dunjó y Nuria Martín Esteban, las otras guionistas, y desde ahí arrancamos el proceso de escritura. En los diarios no había una gran revelación; en cambio, mi padre se explicaba a sí mismo, contaba sus miedos y sus deseos desde un punto poético”. Fantova asegura que su relación con su progenitor es buenísima, nada que ver con la reflejada en la pantalla.

La cineasta confiesa entre risas que vivió el rodaje perfecto. “Alejandro [Marín], que se hizo cargo de la dirección de arte, y yo dormimos en casa de mis padres. Te despertabas y ya tenías un zumo en la mano. Filmamos en mi barrio, San Francisco, en sus tiendas, en el centro de salud en el que trabaja mi madre, médica de atención primaria. Así el público se siente cercano a lo que ve y mis amigas se sienten reflejadas”, describe. “De los diarios y de esa gente, de mi lucha por que esos dos mundos se hablaran entre sí tanto como para que surgiera una sola película, nace Jone, a veces”.
¿No hubo problemas? ¿Cómo rodaron en mitad de la Aste Nagusia? “Por ejemplo, rodeamos al grupo de intérpretes con equipo de producción y, en un segundo círculo, con mi grupo de amigas, y así creamos un colchón humano con el resto de la gente. Y llevábamos camisetas de la txosna [caseta] a la que íbamos. Todo era muy real, y solo una vez nos molestó un borracho”. Y entonces Fantova saca un pero a su película: “Vistas en pantalla, las chicas de la cuadrilla son... muy perfectas. Salieron del casting, cogimos a las que mejor lo hacían, desde luego. Ahora me planteo que tengo un reto para la siguiente película: ir a buscar a gente que no se presenta a pruebas“.

La bilbaína forma parte de una generación que quiere ahondar en la descentralización del cine español, iniciada hace años, y que se oigan voces distintas en diferentes ambientes. “Porque ruede en Euskadi no tengo por qué hablar del conflicto vasco, sino que quiero contar otro conflicto, el de la chica que acaba la adolescencia y entra en su juventud”, reflexiona Fantova. Algo parecido ocurre con el lesbianismo de Jone. “Es una historia de amor, no ha nacido desde la militancia o para contar un hecho histórico, como Te estoy amando locamente. Sin embargo, la están pidiendo en muchos festivales LGTBI+. Y es cierto, ver toda una sala llena de bolleras me parece una fantasía, me siento arropada por el colectivo al que pertenezco, y está muy bien que se hagan filmes con lesbianas protagonistas en las que el conflicto no sea su sexualidad".
La charla acaba donde empezó su camino en el cine: con Mar Coll. Por teléfono, la directora aludida confirma que ahora son amigas. “La amistad surgió tras las clases. Después, coincidimos en la serie Esto no es Suecia, y luego Sara estuvo una semana de script en mi última película, Salve María. Ya desde sus cortos en la escuela, Sara mostraba una sorprendente capacidad para capturar la vida, siempre de forma franca y sensible. Sus películas tienen, como ella, un enorme corazón".
Fantova disfruta siendo script en rodajes de amigos, “y, además, en esa posición, al lado del director, se aprende muchísimo”. “Le acompañas en el proceso”. ¿Y qué aprendió de Coll, a la que incluso asemeja físicamente? “En un rodaje, evidentemente, hay jerarquías, porque cada uno tiene su rol. Sin embargo, es mucho más positivo lograr cierta horizontalidad. La gente tiene muy buenas ideas, todos quieren sacar la película adelante. Mar no levanta jamás la voz, escucha a todos por muy claro que tenga —y siempre lo tiene— el filme en su cabeza. Involucra al equipo, todos sienten que la peli es tanto de ellos como de Mar, que convence de una manera calma, incluso con sentido del humor. Todo eso me lo he llevado a Jone, a veces“.

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