El ‘toro verde’, empitonado por la pandemia y Bruselas, guardián de la dehesa
Antonio Bañuelos, presidente de la Unión de Criadores, analiza el sector ganadero de lidia
Los criadores de toros bravos viven la que, quizá, sea la peor etapa de su historia. Y no solo a causa de la pandemia. El coronavirus ha empitonado de mala manera el bolsillo y el ánimo de los ganaderos; pero no es su único enemigo. Acechan por distintos flancos las fuertes corrientes animalistas, de gran predicamento en las instituciones comunitarias, el creciente antitaurinismo de la sociedad española, la ambigüedad taurina del Gobierno español y no pocas comunidades autónomas, el amistoso desapego del Ministerio de Cultura, la oposición frontal de algunos partidos políticos y el complejo de otros… Y por si fuera poco, los propios ganaderos están divididos —hasta cinco organizaciones integran a las casi 1.100 ganaderías españolas—, y el exceso de oferta hace tiempo que tiró por los suelos el precio del toro, —el del campo a la plaza está gravado, además, con el 21% de IVA, y el de la carne se paga a un euro el kilo— mientras no han cesado de subir los de los piensos, la sanidad veterinaria o los salarios.
En estas difíciles circunstancias, Antonio Bañuelos (nacido en Burgos y de edad atemporal, según sus palabras) accedió hace algo menos de un año a la presidencia de la Unión de Criadores de Toros de Lidia (UCTL), integrada por las 347 ganaderías más prestigiosas del campo bravo, y, desde entonces, le faltan manos para abordar los múltiples problemas del sector.
“¡Vaya momento para ser presidente!, me dijeron entonces”, comenta Bañuelos; “pero en las situaciones de quiebra es más fácil poner de acuerdo a todos los sectores taurinos, resurgir del fondo y crear una nueva versión de la tauromaquia por encima de errores y malos hábitos”.
Los datos que maneja la UCTL son ciertamente abrumadores y alarmantes y todos referidos a su organización: en 2020, se celebraron 164 festejos en España, Francia y Portugal, frente a los 1.291 del año anterior, lo que supone una reducción del 87%. En otras palabras, solo se lidiaron 918 reses, 6.282 menos que en 2019. La suspensión de los festejos populares dejó en el campo otras 5.000 reses. En total, la oferta ganadera ascendía a 10.000 toros preparados para la lidia, la mayoría de los cuales no salieron de las dehesas o acabaron en el matadero. En consecuencia, las pérdidas económicas son abultadas, en torno a los 150 millones de euros desde que comenzó la pandemia.
“Los ganaderos estamos librando una batalla durísima en las instituciones comunitarias”
“Una de mis grandes preocupaciones es que los ganaderos no somos conscientes de que debemos equilibrar la oferta a la demanda”, comenta el presidente de la UCTL. “Aún hoy estamos en cifras desorbitadas y es el momento de que disminuya la cabaña brava; solo en 2019 había 15.000 toros a la venta y sobraron 4.000 que quedaron para cinqueños en 2020. A fecha de hoy, viven en el campo 959 toros de seis años que ya no se pueden lidiar”.
Pero este no es más que un problema interior en comparación con la batalla que se está librando en Bruselas. Dice el presidente de la Unión de Criadores que llevan tres años trabajando con un grupo de presión en la capital comunitaria, donde se negocia la Política Agraria Europea 2023-2027 que pretende asestar cornadas muy serias a la crianza del toro bravo.
Bañuelos comenta que, en coordinación con las organizaciones de lidia de Francia y Portugal, han conseguido que no salgan adelante dos de las cuatro enmiendas presentadas contra los toros, pero quedan dos, cuya aprobación supondría un impacto económico de 200 millones de euros y pondría en riesgo decenas de miles de empleos en el ámbito rural; la primera pretende eliminar las ayudas a los animales destinados para la lidia, y la segunda, la suspensión de toda subvención al empresario que críe otras especies ganaderas por el simple hecho de ser ganadero bravo.
”Mantenemos una importante confrontación en el Parlamento Europeo y su variado arco parlamentario, con un peso sustancial de verdes y animalistas”, explica Bañuelos, “a los que se unen algunos eurodiputados españoles, que no parecen dispuestos a defender a España, y el ecosistema y la biosfera que supone la dehesa, declarada por la Unión Europea como de Alto Valor Natural”.
“Hemos mantenido reuniones con decenas de eurodiputados de todos los países miembros que no tenían ni idea de qué va la crianza del toro, pero votaban”, prosigue el presidente de los ganaderos.
“Contamos con el apoyo del ministro de Agricultura, Luis Planas, aunque la negociación está resultando durísima”, concluye, “y creo que ganaremos por milímetros”.
Esta europeización del toro de lidia ha obligado a los ganaderos a modificar sustancialmente su léxico profesional.
Continúan hablando de trapío, casta y bravura, pero apuestan por una vinculación especial a los movimientos del campo y pregonan el concepto del toro verde, guardián de la biodiversidad, la ganadería sostenible, el reto ambiental, el cambio climático, y cómo las ganaderías de bravo contribuyen en la lucha contra el cambio climático porque las dehesas (más de 500.000 hectáreas) son sumideros de CO2 y fuentes productoras de oxígeno, y fijan la población de los medios rurales.
“Concedemos a este asunto tal importancia que ya no hablamos de pedir ayudas o subvenciones, sino de que se nos pague por un servicio ambiental que los ganaderos realizamos a la sociedad desde hace siglos”, afirma Antonio Bañuelos. “Pero, además, la cría del toro es una industria cultural, la más vulnerable de la tauromaquia, que está en quiebra y necesita de la atención de las administraciones públicas”, continúa.
“Hacemos todo lo que está en nuestras manos; varias comunidades autónomas han respondido positivamente con partidas presupuestarias para ayudar al sector; y Cultura nos recibió después de varios intentos y nos dejó claro que no habría subvención económica alguna para el toro, y que toda la asistencia que podrían prestar es favorecer la programación de festejos taurinos, aunque la normativa estatal de la limitación del metro y medio solo beneficia a plazas pequeñas con presencia de la televisión”.
Para colmo de males, el sector ganadero está dividido en cinco organizaciones y la oferta de unidad que partió hace unos meses de la propia UCTL no ha tenido éxito.
“El toro presta un servicio ambiental y es la industria cultural más vulnerable de la tauromaquia”
“Es verdad”, responde el presidente. “Creo que hicimos una propuesta generosa para que hubiera una sola voz en defensa del toro, pero nuestra iniciativa no ha debido pasar de las mesas de los responsables de las demás organizaciones”.
Pregunta. La desunión del sector repercute en los precios…
Respuesta. Indudablemente. Al no haber regulación de la oferta ni precios máximos y mínimos, los precios los bajamos nosotros mismos. Siempre habrá un ganadero que acepte menos dinero por una corrida. De hecho, los precios están hundidos, a niveles del año 2006.
P. De todos modos, parece claro que una ganadería ha sido siempre un negocio ruinoso en términos monetarios, y son muchos los ganaderos que lo son a cambio de una renta del disfrute personal.
R. Hay muchas formas de entender la economía. La rentabilidad viene dada por la afición del ganadero, que realiza una labor muy ingrata y con la incertidumbre de que toda su labor es a cuatro años vista. En el día a día, todo depende de las camadas, de que se puedan lidiar en plazas de primera o segunda, de una primavera lluviosa que no obligue a una alimentación añadida… La economía en el toro está unida a la afición y al romanticismo, y no necesariamente al dinero, que va y viene.
P. ¿Cree que el toro es suficientemente conocido por la sociedad española?
R. El toro, sí, pero el concepto del toro en el campo, no. Acabamos de presentar un vídeo, traducido al inglés, francés y portugués, que es hermoso y didáctico sobre la vida de este animal y la labor del ganadero. Contamos con una partida anual para dar a conocer a nuestro protagonista, pero los recursos son limitados. Además, chocamos con profesores de colegios contrarios a la tauromaquia, y grupos animalistas extranjeros muy organizados y con mucho dinero que pretenden cambiarnos la vida. Contra ese enemigo fuerte luchamos, y lo hacemos con el mismo entusiasmo que criamos el toro. Pero no contamos con la colaboración de los medios de comunicación generalistas, especialmente de la televisión”.
P. ¿Cree que el toro tiene futuro?
R. A corto plazo es incierto, pero lo que no se puede admitir es que en el teatro estén los espectadores sentados codo con codo porque el ministro considera que hay que promocionarlo, y que al aire libre se deba guardar un metro y medio de distancia. Esa es una señal de que no se quiere ayudar.
P. Por cierto, ¿ha tenido alguna alegría como presidente de la UCTL?
R. Hum… Que tenga que pensarlo no es una buena señal, ¿verdad? La mayor satisfacción es haber podido crear un equipo en el que se mezcla la experiencia con ganaderos jóvenes, formados fuera del mundo del toro, que aportan soluciones en beneficio de todos los ganaderos de España y no solo para los miembros de la Unión.
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