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LIBROS | CRÍTICA DE 'SOLDADOS DE FRANCO'

Sublevados forzosos

Francisco J. Leira firma un excelente libro sobre la diversa composición del ejército de Franco

Antonio Elorza

Uno de los contados errores de este libro es su referencia al general Domingo Batet, fusilado en enero de 1937 por su lealtad a la República. No fue él quien reprimió la insurrección obrera de Asturias en 1934, aunque sí se opuso con éxito a la catalana de octubre. Las palabras dirigidas por Batet a los soldados que estaban a punto de fusilarle podían servir de prólogo a la obra que comentamos: “Como acto de disciplina, debéis disparar obedeciendo la voz de mando”. Entre los jóvenes que formaban el pelotón, habría simpatizantes de organizaciones obreras o republicanos, franquistas convencidos y también apolíticos que se vieron metidos en el bando sublevado.

Es esa composición plural de los soldados en el Ejército alzado lo que ocupa el eje de la investigación de Francisco J. Leira, receptora de una atención internacional y del prestigioso Premio Miguel Artola. No se trata de una crónica ni de una reseña basada en datos cuantitativos, aun cuando estos sean utilizados de encontrarse disponibles, sino de un análisis de sociología histórica en el cual el autor se pregunta por las formas en que tuvo lugar la incorporación de esos jóvenes ciudadanos a una estructura militar que precisamente venía a anular la ciudadanía, y a continuación por los instrumentos empleados para garantizar la eficacia de esa integración de acuerdo con una singular visión de la actuación militar teñida de totalitarismo. Pero donde la clave residía en lo primero. De este modo, el relato se fragmenta con el propósito logrado de escapar a una visión enteriza, aunque siempre esos fragmentos, al completar la descripción de cada uno de ellos, resultan articulados en el marco de una interpretación de conjunto. La atención a este cuadro general nunca se desliza hacia la generalización. Valor reforzado por la permanente combinación de análisis de procesos y de múltiples testimonios individuales.

Sirvan de ejemplo, entre otros, el minucioso estudio de las redes de propaganda y vigilancia empleadas por el sistema militar franquista, donde no escapan a la indagación ni La ametralladora ni el SIPM, o la desatención de que fueron objeto los excombatientes, mirados en primer término desde el punto de vista del control y de la represión. De niño pude comprobarlo ante las dificultades que surgieron cuando en mi casa intentaron colocar a un excombatiente de simple portero. Los “caballeros mutilados” eran otra cosa: se les suponía la venganza en el alma, a diferencia de los primeros. El consenso alcanzado por la dictadura militar en la posguerra, explica Leira, más que a inexistentes políticas positivas, se debió al cansancio, a la prolongada acción de control y vigilancia, a la dosis de miedo inyectada desde una interminable represión.

Un excelente libro, en suma. Dos observaciones: escrito en castellano, no es muy explicable sustituir Xixón por Gijón, y Uvieu por Oviedo. Y la cascada de elogios de destacados historiadores encontraría un lugar más adecuado en una hoja de presentación anexa que dentro del libro. No crea una situación cómoda para la crítica. Hubiera venido bien, en cambio, incluir la resolución del Premio Miguel Artola, con el jurado que se lo concedió a este esclarecedor Soldados de Franco.

Soldados de Franco

Francisco J. Leira Castiñeira


Siglo XXI, 2020


352 páginas. 20 euros


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