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La Ribot: “Soy excéntrica. Nunca me ha interesado lo que ocurre en el centro”

Premiada con el León de Oro de la Bienal de Venecia, La Ribot centra una exposición en el Centro Galego de Arte Contemporánea

La Ribot, vista por Sciammarella.
La Ribot, vista por Sciammarella.

Premiada con el León de Oro de la Bienal de Venecia, La Ribot (María José Ribot, Madrid, 1962) acudirá en octubre a la ciudad de los canales para interpretar Piezas distinguidas: un montaje con las ocho que componen Another Distinguée (2016) y las 34 de Panoramix (1993-2003). “Estoy sola durante tres horas en el escenario y probablemente sea la última vez que lo haga en mi vida”, dice. Además, el Centro Galego de Arte Contemporánea le dedica entre el 18 de septiembre y el 10 de enero la exposición La Ribot, Manual de uso, un recorrido por sus trabajos durante los últimos 20 años.

¿Vivió el premio en Venecia como una consagración?

Lo viví con mucha alegría y todavía lo vivo: tengo que ir a recogerlo en octubre (era para junio).

Al concederle el premio, la Bienal la calificó como una "artista total" cuyo trabajo "se resiste a cualquier calificación"? ¿Se siente así?

Si por total entendemos que aquello que la academia separa, yo intento compactarlo, pues sí, digamos “total”.

“Extravagante”, dijeron también. ¿Está de acuerdo?

Nunca me ha interesado lo que ocurre en el centro. Soy excéntrica, sí.

Bailarina, coreógrafa, performer, artista… Si la obligan a definirse, ¿qué término escoge?

Actúo por etapas y por necesidad. Me interesan las artes vivas y de acción. La danza es una de ellas.

Vive la danza como una disciplina conectada con otros campos creativos: actúa en museos y galerías y concibe vídeos e instalaciones. ¿El futuro del arte será multidisciplinar o no será? Ya estamos en el futuro. El arte es una disciplina más de las ciencias humanas. La especialización en el arte puede que sea otra disciplina. El resto es multidisciplinar, pluridisciplinar, transdisciplinar, metadisciplinar, indisciplinar….

Se formó como bailarina clásica. ¿Qué no funcionó?

La rigidez formal y el virtuosismo técnico, la narrativa, la falta de experimentación, la cursilada, la dictadura jerárquica… Aun así, me siguen gustando las clases de ballet.

Ha vivido en Londres y Ginebra y sus obras triunfan en Francia y Alemania. ¿Se siente más valorada allí que aquí?

Me siento valorada en muchos lugares. Seria injusto decir otra cosa.

¿Qué le falta a la danza para encontrar un público tan masivo como la literatura o el cine?

La danza no tiene relato posible. Coreografiarla y registrarla es encarcelarla. Su archivo son los cuerpos danzantes, y su reproducción mecánica es imposible. Lo tiene todo en contra para su industrialización: depende de las personas y de su memoria efímera y de una sociedad que valora más la palabra que el cuerpo, y el objeto y su reproducción que la experiencia y la vida.

¿Qué espera de este otoño?

Que la desesperanza nos haga activos, como decimos en Please please please, mi espectáculo con Mathilde Monnier y Tiago Rodrigues.

¿En qué le ha cambiado la pandemia?

Me ha hecho menos optimista.

¿Qué sintió al volver a pisar un escenario tras el confinamiento?

Me sentí como una figurante dentro de mi propia película.

¿Volverán a llenarse los cines y teatros?

Lo deseo de verdad. Es muy malo para el planeta no poder salir al teatro ni al cine.

¿Qué canción o tema musical elegiría como autorretrato?

No me gustan los autorretratos.

¿Qué tipo de música aborrece?

Creo que se llama bacalao.

¿En qué película se quedaría a vivir?

Como observadora, en la aberrante Barry Lyndon.

¿Su libro favorito de todos los tiempos?

El libro del desasosiego, de Pessoa. Me gusta la forma que no tiene, la poesía que no es, el relato que se diluye, la subjetividad. Está lleno de fisuras…

¿Qué libro tiene en su mesilla de noche?

Yo soy el monstruo que os habla, de Paul B Preciado, y Las guerrilleras, de Monique Wittig.

¿Un libro o película u obra teatral que no pudiera terminar?

El Ulises. Me duermo…

¿Con qué obra coreográfica se ha emocionado más?

Con Giselle de Coralli y Perrot; con Maybe B, de Magy Marin y con los fuegos artificiales de Cuqui Jerez.

¿A qué fotógrafo coleccionaría?

A Cindy Sherman y Nan Goldin.

¿Qué está socialmente sobrevalorado?

Ser hombre y chef.

¿Qué trabajo no aceptaría jamás?

Sinceramente, pienso que no sería aceptada en muchos trabajos.

¿A quién le daría el Premio Nacional de Danza?

A todas y todos los artistas del mundo que se dedican a las artes en vivo.

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