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Los familiares de uno de los médicos fallecidos por la covid: “Manolo fue víctima de la desprotección a los sanitarios”

El documental 'Vocación' retrata a los doctores que murieron en la Comunidad de Madrid durante la pandemia a través del testimonio de sus allegados

“Vivía por y para la medicina”. “Cuando él te miraba a los ojos te hacía sentir más grande”. “Era médico de almas”. “A cada paciente le daba lo mejor”… Son las palabras dedicadas a los médicos fallecidos por la covid-19 en la Comunidad de Madrid. Sus propios familiares se sentaron durante el mes de junio delante de la cámara del cineasta Polo Menárguez con una simple intención: hablar de cómo era su padre, su madre, su marido, su mujer. Ese era el objetivo del director y el hilo conductor del documental Vocación. Buscaban homenajear a los fallecidos a través de un sencillo retrato de sus seres queridos y reflexionar sobre la profesión a la que dedicaron su vida.

En total, en la región han muerto 14 médicos y médicas. Y todas las familias excepto una de ellas han participado en la grabación. “La esencia consistía en: cuéntame cómo era tu padre para que se entienda quién estaba detrás de cada nombre. No tanto el currículum, sino el perfil humano”, cuenta Menárguez sobre su largometraje financiado por el Colegio de Médicos de Madrid que ya puede verse de forma gratuita en YouTube y que puedes ver íntegro al final del artículo.

Pedro García Campos no dudó cuando le sonó el teléfono y le propusieron, a él y a su padre, hablar de su madre, Rocío Campos, jefa de servicio de digestivo en el Hospital Universitario del Sureste. “Uno lo hace por razones diversas, por un lado porque nos ha permitido denunciar ciertas cosas, pero también porque el hablar de ello nos ha aportado un poco de paz dentro de lo horroroso”, cuenta. Los familiares han creado un grupo de WhatsApp en el que comparten un duelo “muy difícil”, en palabras de Pedro. En él se cuentan acontecimientos de la vida que sigue aunque sea en nueva normalidad: “Ayer fue el cumpleaños de mi madre”, escribe, por ejemplo, uno de los miembros y el resto le pregunta qué tal lo pasaron. “Supongo que el shock se parecerá a las víctimas del 11M”, continúa el hijo de Rocío, “encuentras calor en la gente que se siente como tú”.

Su madre empezó a encontrarse mal el 25 de marzo, pero su cuadro no se correspondía con los síntomas del coronavirus. “Se quedó unos ocho o diez días en casa. Cuando una médico te dice que está bien, que será que está deprimida… ¿qué haces?”, explica. Hasta que una noche sufrió una neumonía bilateral, una inflamación de los pulmones común en el coronavirus. Pedro habla de “estrés postraumático” cuando recuerda esa noche: “Llamar a su compañero Miguel para preguntarle si tienen respiradores, decirle que vamos para allá, llevar a mi madre en un taxi a su hospital…”. La doctora Campos falleció el 11 de abril en la UCI del Hospital Universitario del Sureste, donde trabajó durante nueve años. “Nunca se separó del endoscopio y de sus pacientes”, asegura su hijo. El centro tiene planeado llamar con su nombre a su sala de endoscopias.

En el retrato de Rocío, el primero en aparecer en el largometraje, se hace la primera alusión a uno de los asuntos que vertebran el documental: la sanidad pública. “Mi madre fue una de esas personas que la construyeron tal y como la conocemos”, sentencia Pedro. Esta defensa del servicio público aparece también en el testimonio de Blanca Portals, hija de Inmaculada Hernández Beltrán, médico de familia en el Centro de Salud de Pavones. “Mi madre era fiel defensora de la sanidad pública a ultranza y hasta el final”, declara Blanca con la voz rota en un momento de la película. Esa frase conmocionó al director, Polo Menárguez, desde el otro lado de la cámara. “Cuando dijo eso me imaginé a mí mismo diciendo lo mismo si me hubiera pasado a mí”, cuenta el cineasta, hijo de médico y enfermera. “Pensé en esas personas que sin armar mucho escándalo han trabajado toda su vida por el bien común”.

La entrega por la profesión está presente en los 40 minutos que dura el documental. De ahí el título, que surgió mientras se estaba grabando. La palabra “vocación” le llegó en la entrevista de Amparo Bravo, mujer de Alberto Tejedor, profesor, investigador y nefrólogo en el Hospital Gregorio Marañón. Ella resume el impulso que llevó a los sanitarios a trabajar sin medios, sin conocer la enfermedad que saturaba las UCI en todos los hospitales: “No puedes irte a tu casa y dejar a los pacientes. Es vocacional”, cuenta Bravo sobre el nefrólogo fallecido. Los testimonios también mencionan la falta de material en los centros, que dejó a los trabajadores enfrentándose cara a cara con el virus sin el equipamiento necesario. “Manolo ha sido una víctima de la desprotección de los sanitarios”, denuncia sin titubear Cristina Cabezas, mujer de Manuel Garrido, médico de familia en el Centro de Salud La Alameda.

Miguel Ángel Sánchez Chillón, presidente del Colegio de Médicos de Madrid tampoco duda: “Hay una relación directa clara”, asegura, entre el alto número de contagios entre sanitarios y las condiciones precarias durante el pico de la pandemia. “Pero era nuestra obligación y como tal nos hemos comportado”, continúa Sánchez, médico de familia en el Centro de Salud Gandhi. Rechaza la palabra “héroe”, como también lo hacen los familiares que hablan en Vocación. Cristina Cabezas, mirada firme y cabeza alta durante la entrevista, tiene claro el matiz por el que su marido tampoco lo era: “Un héroe sacrifica su vida, pero de manera consciente. Mi marido en ningún momento fue consciente de que iba a perder su vida o podía perderla”.

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