Charli XCX, la estrella del confinamiento
Grabado durante la pandemia y en permanente contacto con los fans, la cantante británica lanza un álbum notable, y no un mero entretenimiento para pasar el rato
“Estoy grabando un disco. Fecha de salida: 15 de mayo. Título provisional: How I’m Feeling Now”. El 6 de abril de este año, la estrella pop británica Charli XCX colgaba un vídeo en su Instagram en el que, grabándose con su teléfono, contaba que, desde el confinamiento junto a su novio en Los Ángeles, iba a grabar y lanzar un nuevo álbum, apenas siete meses después del anterior: Charli, una de las referencias más celebradas del pasado año. En el vídeo, la artista detallaba cómo iba a ser el proceso de creación. Habría conferencias por Zoom con los fans para comentar los progresos, una dirección de email a la que se podían remitir ideas para letras, ritmos o vídeos que se utilizarían más tarde para componer los clips de los singles del largo.
Por su parte, Charli iba a ir subiendo a sus redes trozos de canciones, se iba a grabar escribiendo las letras en directo e incluso tenía intención de cantar pedazos de melodías, aunque de fondo se escuchara a su novio fregar los platos o maldiciendo esa pieza de puzle que no le encajaba. En fin, que cuando parecía que el pop ya no tenía más secretos para al público, que conocía la vida y milagros de hasta del que le prepara las ensaladas a Taylor Swift o del tercer maquillador de Camila Cabello, llegó esta chica nacida en Cambridge en 1992 y lo llevó todo a un nivel que jamás hubiésemos podido imaginar.
“Ayer entré en pánico. Solo tengo mezcladas dos canciones”, declaró a The Guardian un par de semanas antes de la fecha prevista para el lanzamiento. “¿Aplazarlo? No es una opción, me sentiría terriblemente culpable. Tengo que lograrlo”. Efectivamente, el 15 de mayo se publicó el disco. Y efectivamente, se tituló How I’m Feeling Now. Lo mejor, no se trataba de un entretenimiento sin sustancia, la forma que había encontrado una artista de éxito de pasar el rato y hacer creer a sus fans que eran parte de su vida y obra. No, era un disco notable. Se anunció en unas pantallas gigantes en un vacío Time Square. Tan inútil como llamativo.
El álbum tal vez no nos dice cómo será el pop de la "nueva normalidad", pero sí nos da pistas de cómo cierto perfil de artista debe afrontar esa era que se nos viene encima. “Estoy encerrada en casa. La gente con la que colaboro normalmente, también. Todos somos muy autosuficientes, no confiamos en los sellos discográficos para que nos digan cómo ser creativos. De hecho, huimos cuando intentan hacerlo. Así, tal vez es feo decirlo, pero una pandemia global encaja con mi forma de entender esto”, comentaba en una entrevista con el sitio web PopJustice apenas seis días después de anunciar que estaba poniéndose (y poniéndonos) manos a la obra con este largo. La británica no tenía ningún problema con perder opciones de promoción más lujosas que una entrevista vía Skype, fiestas presentación, clips deslumbrantes y preventas de entradas. Ella siempre ha pertenecido a esa nueva estirpe de estrellas del pop que lo son solo porque hacen música pop. Todo lo demás en su cosmovisión poco o nada tiene que ver con el universo de luz, color y mánager despóticos que se asocia con el perfil.
Apenas dos días después de encerrarse en casa, Charli ya había decidido que su confinamiento no iba a ser como el de otros músicos. En vez de hacer directos de Instagram tocando el piano, Charlotte Aitchison (es su nombre real) empezó a finales de marzo a emitir conversaciones en directo con colegas, como Kim Petras, en las que ambas se divertían con juegos de preguntas de aquellos de cuando vas al colegio, o vas muy pedo. También programó y emitió clases de gimnasia junto al músico, DJ y productor Diplo. Se hizo una mascarilla en directo con Rita Ora. Incluso programó un tutorial de maquillaje a medias con la cantante Zara Larsson, en el que, tras ponerse unas pestañas postizas, se liaron a charlar de sus cosas y se olvidaron de todo lo demás. Una vez arrancada la confección del disco, la artista siguió grabando el programa que tiene en la BBC o haciendo directos para el Instagram de revistas francesas.
El 20 de mayo, cinco días después del lanzamiento, Charli colgaba en su Instagram una foto suya en el desordenado baño de casa, acompañada de un largo texto sobre lo frágil y exhausta que se encontraba. Dudaba de la utilidad de todo lo que había hecho, de si su música era realmente importante para alguien, de la obsesión sobre estar haciendo cosas siempre. Iba a parar. Y lo hizo. Eso sí, solo un día.
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