Las galerías adivinan el futuro
La poderosa Hauser & Wirth inaugura su nueva sede en Menorca en la red, con una exposición virtual que deja entrever cómo será este esperado espacio cuando abra sus puertas en 2021
Ser astuto en este tiempo de límite histórico se ha convertido en un nuevo valor, una nueva manera de hacer las cosas. El umbral de algo más, algo distinto. La búsqueda de la diferencia aflora en un combate que a veces parece perdido de antemano. Cambiar las reglas del juego del arte es difícil. A menudo consiste en cambiar el formato de exposición, inventar estrategias para hacer que una reunión de obras se convierta en un trozo de realidad, aunque de momento sea virtual. Lo pone en práctica la galería Hauser & Wirth en su esperada sede en la Illa del Rei, pegada al puerto de Mahón, en Menorca.
La idea era abrir este año pero, dada la situación, la cosa se pospone hasta 2021. El espacio físico no está acabado. Las obras de remodelación siguen su curso peleándose entre permisos y parones. Lo que vemos en Hauser & Wirth Virtual Reality es una recreación en 3D de este espacio como si estuviera acabado, herramienta que muchas de las galerías globales como ésta, con sedes en Londres, Nueva York, Los Ángeles, Hong Kong, Gstaad, Saint Moritz y Somerset, utilizan para que sus artistas visualicen los espacios donde luego presentarán sus exposiciones. Evitan, así, viajes y alojamientos, carbono y dinero. Un tráfico que en época de confinamiento ha acelerado el pulso de su proyecto ArtLab: exposiciones virtuales que se podrán ver desde la web de la galería, mediante ordenador, smartphone o usando un dispositivo de realidad virtual como Google Cardboard.
Esta primera exposición online reúne obras de texto de algunos de los artistas clave de Hauser & Wirth, del Le coeur est là de Louise Bourgeois al New York City de Mark Bradford, tirando de Lawrence Weiner para el título: Beside Itself. Ese fuera de sí no puede ser más elocuente. Les aseguro que la experiencia 3D llega aquí a un realismo sorprendente. La arquitectura, el sol, las sombras, las flores, los árboles… El espacio es imponente: 1.500 metros entre la zona destinada a exposiciones, jardines, tienda, cantina, aulas para educación... Aunque la experiencia resulta parecida a cuando vamos a un ensayo de teatro. Como si nos coláramos en el día previo al estreno. La obra está, pero falta la emoción del encuentro. Ocurre lo mismo con la exposición en línea que han hecho para la web de Hauser & Wirth dos de sus artistas, George Condo y Rashid Johnson. Funciona a medias. La ansiedad se ve, pero apenas se palpa. Partamos de un hándicap positivo: el web art es, en sí mismo, un modo de socializar. Explorar ese potencial es uno de los mayores retos que tiene el arte contemporáneo por delante. Más que compartir un espacio concreto, alcanzar los límites de la práctica artística, si es que los tiene, y sugerir alteraciones, novedades, salidas y variaciones al formato expositivo. Por ahí bien, pero, ¿cómo afinar y poner de acuerdo todas las disonancias?
Encuentro respuesta en la Historia de un lápiz de Peter Handke. El escritor imagina una epopeya compuesta por algo parecido a haikus que, sin embargo, no pueden reconocerse como piezas individuales: sin argumento, sin intriga, sin dramatismo y que, no obstante, son narrativa. Como cuando a un sueño se le da ritmo con la racionalidad: sólo se puede fracasar. Eso mismo le dijo Max Ernst a Werner Spies con motivo de la retrospectiva de arte dada en 1967. Y algo de esa contradicción hay también aquí. En toda exposición virtual se cruzan realidades y se confunden tiempos creando una dimensión mágica y lúdica que exalta una experiencia singular, pero donde aparece también la pérdida de la capacidad individual para crear y conservar un mundo imaginario propio. Es como los cuentos de hadas: una intensificación de la realidad. La historia sin su parsimonia cronológica.
Iwan y Manuela Wirth, los responsables de Hauser & Wirth, son, sin duda, astutos. No se construye un imperio tan prestigioso como el suyo sin buenas ideas e inteligencia. Frente al desconcierto y los retrasos, no bajan la guardia. Su primera muestra virtual funciona bien como primer vistazo, aunque sin duda lo mejor de este proyecto será verlo in situ. Una galería en medio de un islote bien merece más de una visita. Puede que la galería del futuro sea eso: una isla en red, aunque lo que de momento vemos funciona como una fotografía de W.G. Sebald en la solapa de sus libros: como esperando la oportunidad de decir algo. Ya saben: la posición del guardameta. Pequeños pasos hacia delante y hacia atrás. Tal vez alguna palabra aislada tras la red.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.