El final de ‘Homeland’, la serie que aprendió a reinventarse para sobrevivir
El 'thriller' de espías comenzó cubriendo el hueco de ‘24’ y ha conseguido sumar ocho temporadas retratando las amenazas del mundo actual
Cuando Homeland nació, allá por octubre de 2011, la televisión era otra. Incluso el mundo era otro. Las series atravesaban su más reciente edad de oro, con Breaking Bad y Mad Men todavía en emisión. La multiplicación exponencial de contenido con la revolución de las plataformas aún ni se vislumbraba, y las cadenas de cable buscaban dramas de prestigio con hombres atormentados y esa relatividad moral que caracterizó a aquellas producciones.
Homeland traía consigo lo mejor de 24 (Howard Gordon y Alex Gansa, dos de los creadores de la primera —que a su vez adaptaba la israelí Hatufim, de Gideon Raff—, habían sido productores de la segunda): esa capacidad para enganchar a una historia adrenalínica llena de giros de guion y personajes de los que es imposible fiarse. Eso sí, en 24 siempre podías fiarte de Jack Bauer. En Homeland, ni siquiera la imprevisible Carrie Mathison es de fiar. Ahora llega a su temporada final (hoy domingo, en Fox a las 22.00) tras haber pasado por todas las fases posibles y haberse reinventado una y otra vez.
Elevada a los altares televisivos, repudiada, amada de nuevo, criticada, exasperante, alabada, frustrante, importante, indiferente, relevante... Homeland lo ganó prácticamente todo en los Emmy con su primera temporada: mejor drama, actriz y actor protagonista, guion. Además del juego del gato y el ratón entre una agente de la CIA y un prisionero de guerra que regresa a casa convertido en héroe pero del que la agente desconfía, aquella primera tanda de episodios enganchó por esa dualidad y, sobre todo, por la tremenda química de sus protagonistas. Los dos juntos en pantalla eran una bomba de atracción a la que los ejecutivos de la cadena Showtime no estaban dispuestos a renunciar. A pesar de que el personaje de Brody estaba diseñado para durar poco (la idea inicial era una temporada; después, los guionistas le concedieron dos; la cadena obligó a que estuviera otro año más), terminó siendo un lastre que casi acaba con la propia serie con una terrible tercera entrega.
Entonces, Homeland hizo borrón y cuenta nueva. A partir de ese momento la serie tendría que ser otra. Y lo fue convirtiéndose en casi una antología que encaraba cada temporada reflejando la nueva realidad de un mundo en el que la convivencia con el terror, procedente desde diferentes lugares, es habitual. Los responsables de la serie empezaron a reunirse cada año con un grupo de agentes de inteligencia en activo y retirados, funcionarios del Departamento de Estado y periodistas. De esas reuniones secretas salían muchos de los temas que se trataban después en los episodios. Homeland evolucionó y pasó a ser una de las series que mejor refleja nuestro mundo, con una capacidad impresionante para pegarse a la actualidad. Un ejemplo: en un momento dado de la quinta temporada, que se desarrollaba en Berlín, los personajes hacían referencia a los atentados de París del 13 de noviembre de 2015 muy pocos días después de que tuvieran lugar. El terror que vivían en la serie se palpaba en la realidad.
También supo recular cuando fue necesario. La cuarta temporada logró remontar la funesta tercera entrega, pero recibió críticas por el retrato que se hacía de los musulmanes. En un episodio de la quinta temporada, una de las pintadas en árabe en una de las calles por las que pasaba la protagonista decía "Homeland es racista". Nadie se dio cuenta hasta que se emitió. Reflexionaron y decidieron cambiar el foco en sucesivas entregas hacia el nuevo (o viejo) enemigo ruso y hacia los peligros que surgían del interior de Estados Unidos, desde la amenaza de la ultraderecha hasta el abuso de poder en la Casa Blanca.
La sexta entrega se trasladó a Nueva York, con una trama situada entre las elecciones y la ceremonia de investidura del nuevo presidente. Su emisión comenzó pocos días antes de que Donald Trump asumiera su cargo como presidente de Estados Unidos en un mundo real que se había vuelto tan loco y desenfrenado que había superado a la ficción. Los guionistas de Homeland habían apostado por una mujer en la Casa Blanca: en la realidad, Hillary Clinton perdió en las elecciones. Homeland construyó un mundo alternativo que, sin embargo, en muchos aspectos es un espejo de la realidad. Como dijo en una entrevista en USA Today Mandy Patinkin, Homeland "es una crónica, en sentido poético, del mundo que estamos viviendo".
Ahora llega a su final. Y lo hace cargada de dignidad y sabiendo que el mundo en el que empezó y en el que se marcha son dos mundos diferentes. La televisión es otra. Incluso Homeland es otra serie. Una serie peor o mejor depende de quién opine. Pero, desde luego, con todo el mérito del mundo por haber logrado adaptarse, reinventarse y seguir siendo relevante a pesar de todo.
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