El presentador estrella que antes fue un zombi
Juanra Bonet es hoy uno de los presentadores más populares de la parrilla televisiva
“Primero fui perro o perra, dependiendo del traje que estuviera libre esa mañana, y me ponía en la entrada del Parque de Atracciones Tibidabo. Me movía mucho y saludaba a la gente”, dice Juanra Bonet (Barcelona, 45 años) de su primer trabajo. “Pero como lo hice tan bien ascendí rápido al pasaje del terror, donde hacía de zombi”, continúa. Tan estelar comienzo solo podía llevarle hacia arriba. Empezó a actuar en un restaurante dedicado a Harrison Ford. “Un chico hacía de Indiana Jones, entraba al restaurante tirando las copas de metal, pegándose con otros actores, y buscaban a alguien a quien pegar un tiro para acabar el show.Ese era yo. Después cenábamos un pollo al ast y me llevaba 2.000 pesetas a casa”, recuerda.
Aquellos tiempos han quedado atrás. Ahora, Juanra Bonet es uno de los presentadores estrella de Antena 3. Esta noche (22.40) se pone al frente de los cuatro especiales de ¿Quién quiere ser millonario? con los que se celebran los 20 años del formato. Los programas se han grabado en un plató de Varsovia (Polonia) con una selección de concursantes conocidos por su paso por ¡Boom!, Saber y ganar o Pasapalabra. “Hoy en día se sobreestimula al televidente con luces y acción a gran velocidad, pero en ¿Quién quiere ser millonario? somos dos adultos, cara a cara, con dos pantallas, donde es en plan…: ‘¿Qué?’. Y el otro dice ‘mmm’; y yo replico… ‘vale’; y él, ‘no sé’, y yo, ‘piénsatelo…”.
Actor y humorista, Bonet se ha consagrado como presentador de concursos. Conduce desde septiembre de 2014 ¡Boom! “Me propusieron una franja consolidada [tomó el relevo de otro clásico conductor de concursos, Carlos Sobera, y Atrapa un millón; Sobera fue el primer presentador de ¿Quién quiere ser millonario? en España]. Las grabaciones eran en Barcelona, donde están mi madre y mi hermana. Y, ¿qué haces? No puedes rechazar eso”. Asegura que no se permite tener predilección por ningún equipo porque tiene que estar pendiente de las cámaras, de lo que le dicen por el pinganillo y del público. “Por ejemplo, ahora tengo muy buena relación con Los Lobos, pero solo desde que se fueron del programa. Antes, nuestra relación era solo cordial”. Por si fuera poco, Bonet copresenta las diferentes ediciones de La Voz en Antena 3 junto a Eva González.
Para esta entrevista, que tuvo lugar la semana pasada en Madrid, viste vaqueros y una sudadera amarilla, un atuendo que llama la atención después de años viéndole trajeado en televisión. “El traje ha sido por comodidad y continuidad. En Caiga quien caiga grabábamos dos días seguidos en diferentes localizaciones. Y en ¡Boom! es una manera de no parecer un borrón en medio de todo”.
Con 12 años empezó a hacer teatro en su barrio de Barcelona, Horta-Guinardó. “A mi madre al principio le gustó porque no suponía pegarse un madrugón los domingos para llevarme a fútbol ni era peligroso como hacer motocross”. Tras aprobar COU, a su madre ya no le hizo tanta gracia que siguiera con lo que ella consideraba más una afición que una profesión. “Le dije: ‘Yo quiero hacer teatro porque es lo que me gusta y me motiva. Además, tú ves a actores buenos, malos y normales, y yo a normal llego. No es cuestión de talento, sino de algo más”.
Tras frecuentar agencias de actores y de figuración, en 2005 llegó Caiga quién caiga. Bonet fue uno de los reporteros y presentadores de la segunda etapa del programa de Telecinco, con Manel Fuentes como presentador. Allí se curtió para hacer frente a casi cualquier situación incómoda. “El casting fue delante del Congreso. El director del programa empezó a presionarme. Me decía: ‘Me dijeron que sos gracioso y no me río una mierda. No valés nada”, cuenta Bonet, poniendo acento argentino. “Entonces le dije: ‘Mira, tío, vas a llegar a la oficina, vas a ver la cinta, no te vas a reír, pero te va a gustar, así que tranqui”, relata Bonet. Y sí, le debió de gustar, porque al día siguiente ya estaba en CQC.
Ahora, Bonet cree que el público le percibe como un “buen chaval”, como le describe su suegra. “Cuando me para la gente por la calle me dicen: ‘Te llevaría el domingo a comer canelones con mi madre, aunque para salir de fiesta me iría con Arturo Valls”.
Ha asumido que su pretensión de hacer cine no es muy factible, pero tiene otro sorprendente plan para el futuro: “De aquí a 10 años me veo como el nuevo emperador de la salsa de tomate”. En marzo, el presentador lanza una salsa especiada que pretende convertirse en la sustituta del kétchup. Nada menos. “Ya tenemos el obrador, las máquinas y los proveedores y los productos, que son eco, bío y kilómetro cero”. Le gustaría que la salsa funcionara, pero también que la audiencia no le abandone. “Hacer reír y hacer compañía es lo más reconfortante”.
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