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Hedonismo ascético

Con ‘Jardín Gulbenkian’, Juan Antonio González Iglesias se consagra por enésima vez como un maestro contemporáneo

Jardín Gulbenkian, con el que Juan Antonio González Iglesias ha obtenido el Premio Gil de Biedma, debe empezar a leerse por el paratexto. El prólogo explica que la génesis del libro reside en la correspondencia que mantuvieron el empresario y filántropo Calouste Gulbenkian y el poeta y diplomático Saint-John Perse. En dicho epistolario se alude al parque de Normandía que serviría de inspiración para los jardines de la Fundación Gulbenkian en Lisboa. Este sustrato anecdótico no es baladí, pues los sucesivos jardines que encontramos en estas páginas —desde la viña horaciana hasta el huerto “por mi mano plantado” de Fray Luis, desde el bosque pagano hasta el edén bíblico— sugieren la nostalgia de un orden en el que convergen “la cultura que ennoblece la naturaleza, el arte como regalo del espíritu, la amistad y la apología de lo sencillo”.

La búsqueda de una elaborada sencillez sobrevuela unas estampas donde González Iglesias reformula los motivos centrales de su poética (la oda a la belleza, el paralelismo entre los ritos grecolatinos y la liturgia cristiana, los vínculos que unen las palabras y el mundo), al tiempo que se detiene en un tema que ya había asomado en ‘La minoría virgiliana’ y Confiado: la defensa de una naturaleza amenazada. Entre el ecologismo sin homilía y el minimalismo botánico, la savia de las metáforas permite concebir la tradición literaria como un continuo injerto y “cantar las gestas de jardinería” como un acto de amor. Así se aprecia tanto en las viñetas castellanas (véase el pastiche de letrilla gongorina en ‘Jardinillos’, o el homenaje conjunto a Carmen Jodra y al río Tormes en ‘Leer’) como en las secuencias cosmopolitas que transcurren en las salas de un museo.

En suma, aunque se mencionen aplicaciones tecnológicas, páginas web o podcasts, el clasicismo posmoderno y la sensualidad exultante que gobernaban la trayectoria del autor hasta Eros es más parecen haber virado hacia un recogimiento introspectivo que bien podría llamarse “desasimiento”. Homérico como siempre y machadiano como nunca, González Iglesias alcanza aquí un hedonismo ascético que lo consagra por enésima vez como un maestro contemporáneo.

Autor: Juan Antonio González Iglesias


Editorial: Visor, 2019


Formato: Tapa blanda (74 páginas)


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