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ARTE

Duplicación de lo difunto

En 'Línea de sombra', Ibon Aranberri desplaza al museo los vestigios funerarios del antiguo convento de San Telmo

Calcos de Aranberri.
Calcos de Aranberri.JOSÉ LUIS LÓPEZ DE ZUBIRIA

Bajo el conradiano título Línea de sombra, Ibon Aranberri (Deba, Guipúzcoa, 1969) busca en el museo algo de la vida que se ha ido ya. En ese breve instante, en esa delgada línea que separa el ardor juvenil de la desengañada vida adulta, el artista —como el capitán del barco— siente que debe entrar en un reino desprovisto de la luz primera y limpia de la naturaleza, aventurarse en la soledad de la experiencia, mar adentro, atravesar la Historia para devolverla al comienzo absoluto del espacio real, su propio origen.

Del excedente patrimonial oculto en los almacenes del San Telmo (un antiguo convento reconvertido en 1902 en archivo etnológico, arqueológico y pinacoteca), el artista selecciona un conjunto de lápidas funerarias con las estructuras modulares que las guardan y que conservan las marcas de los desmontajes que instruían para las reconstrucciones futuras (que nunca tuvieron lugar). Losas y estelas pierden su condición de arqueología para aspirar de nuevo a lo sagrado, como réplicas y originales desplegadas sobre unas barandas de madera o apoyadas en eje vertical en paralelo a las escaleras de acceso a la primera planta. Sometidas a distintas técnicas de calco y frottage, desvelan las inscripciones a la vez que las cubren, permitiendo una lectura reflexiva sobre la reproductibilidad. Vero-icon que no revela sino que oculta en el hecho de repetir. Duplicación, pues, del “difunto” sobre las piedras, que actúan como puente entre el desgaste simbólico y el desgaste real de la materia.

Losas y estelas pierden su condición de arqueología para aspirar de nuevo a lo sagrado

El artista trabaja como un editor y no como un operario. Aísla el objeto (módulo de conservación, resto funerario) para convertirlo en un interrogante natural, un objeto fenomenológico que conserva todo su carácter entrópico. La espacialidad que enmarca —el diseño de los contenedores metálicos desplazados a uno de los corredores del claustro— sirve de modo sensorial a un sistema cuyo contenido es otro espacio, un espacio en negativo. Es evidente —porque el artista ya ha cruzado la línea de sombra— que ese ejercicio atlético sobre el vestigio arqueológico se diferencia del discurso estético que implica el paisaje, las vistas, un orden geográfico objetivo, en contraste con la idealización de la Historia. Pero en ambos casos dependen del espacio de la exposición y de una lingüística ilusionista como orden suplementario del “museo sin muros”.

Línea de sombra comparte con otros trabajos del artista la intención unificadora del “atlas completo” en la búsqueda de la representación del momento —esa línea que se dilata— en que entran en contacto naturaleza y cultura, lo vernáculo y lo universal, y cómo lo natural es forzado y retorcido por lo político como un bonsái. Su obstinación por representar estos binomios paradigmáticos y su uso en las estructuras se manifiesta en la mayoría de sus instalaciones, rigurosamente precisas, exhibidas en eventos internacionales (Documenta, Manifesta, Bienal de Sídney) y colecciones públicas (MNCARS, Macba): Política hidráulica (2004-2010), un centenar de fotografías aéreas enmarcadas (una categoría descriptiva en su caso) de pantanos y embalses que se amontonan en una pared; Gramática de meseta (2005), sobre los monumentos e iglesias desplazados por la construcción de grandes infraestructuras públicas como autopistas, embalses o estaciones de esquí; Diseño para el desarrollo. Ría y acantilado (2005), en torno a la non nata central nuclear de Lemóniz; 513 zuloa. Extended Repertory (2003), un conjunto de objetos y material visual que resultó de la acción colectiva de cubrir la entrada a una cueva con una estructura metálica dejando solo un orificio libre para los murciélagos, y Partial Use of Senses (2014), una copia de la estatua de Unamuno en Salamanca refigurada como un objeto blanquecino y siniestro (porque la guerra nunca acaba).

En la repetición que surge del desplazamiento se proscribe la naturaleza, y su mensaje es mayor: un espectro.

Itzal marra (Línea de sombra). Ibon Aranberri. San Telmo Museoa. San Sebastián. Hasta el 30 de diciembre.

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