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Emilio Lledó: palabras subrayadas

La excursión cotidiana por los términos precisos que sigue haciendo el filósofo y académico necesitaba fijarse en un diccionario como este

Juan Cruz
Emilio Lledó, en la portada del libro de Cipriano Játiva.
Emilio Lledó, en la portada del libro de Cipriano Játiva.

Cipriano Játiva ha compilado todas las palabras que hacen magnífica la memoria y la conducta de su memorable maestro, Emilio Lledó, el profesor que desde Valladolid, La Laguna, Barcelona y Madrid ha regalado, y sigue regalando, concepto e inteligencia a los numerosos alumnos que lo buscan para resolver con él los grumos (¡esa gran palabra suya!) que el descuido mete en el cerebro de los hombres.

Sus clases, como profesor y como catedrático, se basaron siempre en las palabras. No hubo una ocasión en la que sus enseñanzas no partieran de un término preciso, desde lógos, justamente, hasta enzeusiasmós, que él dijo siempre como si le salieran de su alma entusiasta. Las dos palabras son, por otra parte, las bases del modo de ser, como profesor y como ciudadano, del más machadiano de nuestros maestros.

Sobre esa tierra de palabras edificó sus enseñanzas, que sus alumnos (entre los que se cuenta este reseñista) seguíamos como si escucháramos a la vez a Platón, a Aristóteles o a Epicuro, dichos con un castellano que resuena como aquel de su paisano don Antonio. Esa excursión cotidiana por las palabras que sigue haciendo don Emilio (así lo llamábamos) necesitaba fijarse en diccionario como este. Pues volver a escuchar a Lledó es recuperar para la memoria el vigor espléndido de sus clases, para los que lo escuchamos en las aulas y los que ahora lo siguen en todas partes.

La personalidad de Lledó es como él y como esas palabras: es un nombre de palabra y de palabras. Su valor ético procede de su respeto a la palabra como aceptación de la identidad dicha del otro, y esa explicación suya de la vida como consecuencia del entusiasmo es la raíz de su manera de estar, de mirar, de abrazar la realidad para desmenuzarla y compartirla. En las clases (que dio durante mucho tiempo bajo la dictadura) practicó la philía, su tema más querido. La amistad que practicó desde la raíz de esa palabra señaló un camino que permitió (y permite) a sus alumnos proseguir con entusiasmo su memoria de la ética.

Es un libro gozoso, imprescindible, como la voz viva del maestro.

Palabras en el tiempo. Cipriano Játiva. Fundación José Manuel Lara, 2019. 302 páginas. 18 euros.

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