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LA NUIT DES TAUPES
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una caverna nada platónica

Philippe Quesne abandera con sus topos gigantes un retorno alucinado al teatro de gran ilusión

Javier Vallejo
Imagen de 'La nuit des taupes'.
Imagen de 'La nuit des taupes'.Martin Argyroglo

Un creador de parajes animados, un escenógrafo autor. El francés Philippe Quesne abandera un plausible retorno alucinado al teatro de gran ilusión, arrumbado hoy por la escasez pecuniaria, la estética del espacio vacío y el tsunami de la contemporaneidad líquida. Su obra La nuit des taupes (La noche de los topos) es una matrioska. Sus primeros compases transcurren en una gran caja escénica desnuda, idónea para una pieza conceptual, que, cuando se ilumine la parte de atrás, aparecerá inscrita en una caverna fantástica, gigantesca, la cual se proyectará al infinito al caer el telón de fondo.

Protagonizadas por topos de tamaño humano, de cuya alimentación, ocio, cópula y parto somos testigos atónitos, las descripciones animadas de Quesne evocan las que hace Maeterlinck de La vida de los termes, en su famosa obra plagiada de otra del naturalista surafricano Eugène Marais. Su escenografía, ideal para escenificar unas Aventuras del capitán Tan en el centro de la Tierra, es un cruce entre la de The Black Rider, de Robert Wilson; la de la versión de 20.000 leguas de viaje submarino de Enrique Rambal y las del programa televisivo sesentero Antena infantil.

Irónico, un punto escatológico, ingenuo en el buen sentido y regocijante siempre, el espectáculo tiene tres partes. La primera (la destrucción pausada y risueña pero sistemática de la caja escénica) parece una variante subterránea y surreal de Big Business, película en la que Stan Laurel y Oliver Hardy se aplican a arrasar la casa de un vecino. La segunda es un estudio entomológico bienhumorado. La tercera, un concierto escenificado, iluminado con fumarolas, que para sí lo hubieran querido Kiss o Alice Cooper.

Quesne nutre su trabajo de referencias tomadas de lo popular y lo culto, que abarcan desde los caprichos goyescos hasta Jacques Brel, Bruno Schulz, El tren de la bruja y las animaciones de parque temático. Sus actores deben sudar tres litros por representación. Confío en que sobrevivan al pasacalles que darán este domingo en el parque Emperatriz María de Austria de Madrid.

La nuit des taupes. Dramaturgia y dirección: Philippe Quesne. Naves Matadero. Madrid. Hasta el 20 de julio.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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