Luis Albert Segura afronta la crisis de los 40 años con una catarsis musical
El artista termina con LA para defender un nuevo proyecto en solitario que presenta con 'Amenaza tormenta'
Como una premonición, el músico Luis Albert Segura ha titulado su último disco Amenaza tormenta. “No es nada malo, sino un huracán que me está saneando”, advierte a quien lo interprete en un sentido negativo. Después de 15 años con su anterior proyecto, el grupo LA, el mallorquín se lanza en solitario con un trabajo en el que se pasa al castellano y muestra su intimidad como “no había hecho hasta ahora”. Lo presentará por primera vez en el festival Sonorama, pero espera hasta otoño para iniciar la gira oficial, muestra del cambio de ritmo que quiere imprimirle a este proyecto tan personal.
No ha tenido tiempo a decir adiós a su anterior vida y ya está sumergido en la nueva. “Es como un mono que no suelta la cuerda hasta que agarra la siguiente”, ejemplifica Segura. Hacía tiempo que maceraba la idea del cambio, hastiado de la presión del ciclo de producción y promoción, de la búsqueda de seguidores en redes sociales y del periplo por escenarios. “Me he dado una hostia de realidad y me he dado cuenta de que pecaba de ego”, explica. Había perdido la emoción de la creación artística y la música se había convertido en una rutina de piñón fijo.
Reitera en varias ocasiones que necesitaba un cambio vital y que, si bien tomarse un respiro habría sido una buena idea, no se arrepiente de lanzarse de golpe. “Esta catarsis musical me ha servido para superar la crisis de los 40”, bromea. Volver a empezar con una propuesta que no sabe si cuajará le da algo de “vértigo”, pero asegura que ya le ha merecido la pena porque ha supuesto un “electroshock total” en su carrera.
Amenaza tormenta le ha proporcionado “una perspectiva muy sana” de su trabajo. Ha podido hacer lo que le ha dado la gana gracias a la autoproducción en su propia casa. El álbum lo ha creado con una constante: la palabra solemnidad. “Me rondaba en la mente y no sé por qué lo relacioné con viento y cuerda, mucha orquesta”, describe. Y así, se ha rodeado de un buen número de músicos que dan espesor de nubes de tormenta a sus canciones.
También en el ámbito lírico ha ganado densidad. Con el cambio de idioma ha encontrado una nueva forma de narrar, mucho más íntima y verdadera. Si hasta ahora defendía que su composición manaba de la ficción, ahora reconoce que siempre ha habido algo autobiográfico. “La diferencia es que ahora me desnudo completamente, abro mi casa y dejo que rebusquen hasta en los cajones de la ropa interior”, sostiene. La mudanza responde otra vez a una inquietud interna: probar qué podía crear partiendo de su idioma materno. Las letras brotaron de una manera tan fluida que algunas han quedado registradas en el disco tal y como nacieron. Atreverse con el español le ha dado “colores diferentes” a su voz, generando un mundo sonoro nuevo que ha quedado condesado en Amenaza tormenta.
Babelia
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