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SILLÓN DE OREJAS
Tribuna
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Espías y dinosaurios

Dos buenos libros de no-ficción: el del experto en paleontología Steve Brusatte y el de Ben Macintyre sobre el agente Oleg Gordievski

Manuel Rodríguez Rivero
Imagen de 'Parque Jurásico III'.
Imagen de 'Parque Jurásico III'.

1. Como novelas

El marbete editorial “no ficción” se confunde a veces con “ensayo”, pero no es lo mismo. El primero es más amplio y, ya puestos, puede abarcar desde libros de autoayuda hasta las reflexiones en prosa de Montaigne o de Foster Wallace.

Los dos libros de no-ficción que hoy me atrevo a recomendarles son, a la vez, generalistas y especializados, quizá porque sus autores están acostumbrados a colaborar en la prensa y han aprendido a comunicar bien.

Espía y traidor (Crítica), de Ben Macintyre, cuenta la increíble peripecia de Oleg Gordievski, un sofisticado agente de la cúpula del KGB que, tras ser destinado a Londres, se convirtió en doble agente y proporcionó al MI6 importantísimos secretos que contribuyeron al definitivo derrumbe del imperio soviético. Fue para el campo anticomunista una especie de contrafigura del procomunista británico Kim Philby, a quien, por cierto, Macyntire dedicó el apasionante Un espía entre amigos, también publicado por Crítica.

A Auge y caída de los dinosaurios (Debate), de Steve Brusatte, le cuadraría perfectamente un subtítulo como “Todo —y el resto— lo que usted siempre quiso saber sobre los dinosaurios puesto al día”, porque de eso se trata. Brusatte, biólogo evolutivo y “joven promesa de la paleontología”, traza a lo largo de 400 páginas la mar de legibles el árbol genealógico y evolutivo de los dinosaurios, relacionándolo en todo momento con los cataclismos de la geología y del medio ambiente. Incluyendo la catastrófica explosión ocurrida una mañana de hace 66 millones de años, cuando un cuerpo celeste colisionó con la superficie de la Tierra, cerrando dramáticamente un ciclo de vida y dando lugar a otro en el que ya no cabrían aquellos gigantes.

2. Negociaciones

Cuando esto escribo, y contra toda costumbre meteorológica, la lluvia no se ha cebado con la Feria del Libro, y tampoco se la espera en los próximos días. Eso, unido a que todavía está muy reciente el cobro de la paga mensual, ha propiciado unas jornadas espectacu­lares, tanto en visitas como en ventas y colas de autores y youtubers. La Feria transcurre acaloradísima, pero con normalidad y viento en popa. Incluso se da el caso excepcional de que libreros y editores, también contra toda costumbre, coinciden en su zozobra ante el único posible nubarrón en el horizonte.

Mis topos en ambos colectivos me habían manifestado su preocupación ante el inicial diktat de Caridad Melgarejo, que pretendía que la recogida de las casetas se realizara el lunes en pocas horas y permitiendo un máximo de 100 vehículos a la vez. Parece ser que las negociaciones entre la dirección de la Feria y la responsable del Retiro van por buen camino, lo que es de agradecer. No sería razonable culminar el evento con una especie de gymkhana (mi admirado Manuel Seco prefiere gincana) en la que todos se desmadraran en una especie de tonto-el-último y orgía de coches-choque.

Mientras tanto, y para que los reticentes a la lectura se lo piensen mejor, me entero de que, según un estudio de la Universidad de Sussex, leer durante seis minutos seguidos (¡solo seis minutos!) es capaz de reducir el estrés hasta un 68%, siempre que se haga sin interrupciones ni pantallazos. Teniendo en cuenta el dato, háganse una idea de lo tranquilito que se sentiría Michel de Montaigne leyendo días enteros encaramado en la torre de su castillo.

3. Ribeyro

Leo en una de esas revistas fashion ideales para entretenerse en el excusado una sabia reflexión de Pedro Mairal (si les gustó Una noche con Sabrina Love, no se pierdan La uruguaya, ambas en Asteroide) que les transcribo: “Estamos construyendo nuestra identidad a través de las redes sociales y creo que hay que escribir lo que no sale ahí, lo que no te animas a mostrar en Instagram o en Facebook. Eso es la literatura”. Casi es un truismo, pero se trata de un pensamiento útil para que los más jóvenes le den alguna vuelta en sus agitadas cabecitas. Si quieren apoyarlo con más sabidurías sobre el oficio de un grandísimo escritor, háganse con los diarios (La tentación del fracaso) y con la estupenda bitácora Prosas apátridas, del gran Julio Ramón Ribeyro (1929-1994), todos reeditados (junto con sus cuentos La palabra del mudo) por Seix Barral para conmemorar el 90º aniversario del nacimiento del peruano. De la última me permito extraer un fragmento: “Muchas cosas las conocemos o las comprendemos solo cuando las escribimos. Porque escribir es escrutar en nosotros mismos y en el mundo con un instrumento mucho más riguroso que el pensamiento invisible: el pensamiento gráfico, visual, reversible, implacable de los signos alfabéticos”. De nada.

4. FGL y JRJ

Magnífica —lamento el sobado ditirambo, pero no encuentro un adjetivo más apropiado— edición de las Obras Completas de Federico García Lorca, cuyo primer volumen (Prosa y poesía) acaba de publicar la celebrada Biblioteca Castro. Una publicación elegante y sin notas —­pero con una abarcadora introducción (a vida y obra) de Andrés Soria Olmedo— que se añade con ventaja a las de Aguilar (en uno y tres tomos), Losada, Aguilar o Akal, por citar las más consultadas. Completa la fiesta editorial lorquiana Días como aquellos (Fundación José Manuel Lara), del también poeta Alfonso Alegre Heitzmann, fascinante retrato de grupo de un instante clave en la historia intelectual de la Edad de Plata, que explora el reencuentro y la amistad de Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca en la Granada de 1924, y en el que también tiene papel protagonista Manuel de Falla. Alegre Heitzmann, que entre otros textos y ediciones juanramonianas ha sido responsable del Epistolario y del estupendo estudio —con hechuras de thriller de no ficción— Juan Ramón Jiménez 1956: Crónica de un Premio Nobel (ambos publicados por la Residencia de Estudiantes), ha obtenido por su último trabajo el Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías 2019.

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