Los días de la gente minúscula
La austriaca Maja Haderlap narra la vida de una mujer de la minoría eslovena en un relato que intercala el horror del pasado y las dificultades de vivir en el presente
Carintia es uno de los nueve Bundesländer de Austria, situado al sur, lindante con Italia y Eslovenia. Esta novela se sitúa en Klagenfurt, una de las ocho regiones del Bundesland donde valles y lagos se esconden al pie de las montañas de los Alpes. Carintia ha pertenecido históricamente al Imperio Austrohúngaro, a la Yugoslavia de Tito y, finalmente, a Austria. En ella se habla alemán y esloveno, y es el lugar de nacimiento de la autora, una de las más apreciadas escritoras contemporáneas de la Europa Central.
La historia transcurre en un pequeño pueblo de la mano de una narradora que empieza a contar desde su infancia y se extiende a la adolescencia y la juventud, cuando termina sus estudios de dramaturgia en Viena. Comienza tras el final de la guerra con todas las heridas de la anexión aún sin cicatrizar. Carintia fue objeto de una feroz represalia nazi contra la que lucharon los partisanos (de lengua eslovena), lo que generó una situación conflictiva para estas gentes respecto de los de habla alemana (que habían asumido mayoritariamente la anexión al Reich). Una vez finalizada la ocupación, los partisanos fueron considerados comunistas por su ascendencia eslovena y mal vistos por la mayoría austriaca debido a la integración de Eslovenia en la Yugoslavia de Tito.
Los dos primeros tercios de esta novela, que toma el aspecto de una narración autobiográfica (y quizá lo sea en realidad), están escritos con un lenguaje muy rico y expresivo que transmite con emotiva y serena eficiencia la vida en aquel medio rural a través de la sensibilidad de una niña (luego adolescente y luego mujer, en el último tercio). Es una historia familiar de fragmentos y secuencias unidos por una misma voz; una historia llena de vida, de dureza y de valor cuya fuerza expresiva nos traslada a un mundo de supervivientes noqueados por la guerra reciente y que crea un cuadro en el que la memoria reciente es la que se ocupa de aunar el horror pasado y las dificultades de vivir en el presente.
La abuela de la protagonista logró salir con vida del campo de concentración de Ravensbrück. A través de ella y de otros personajes de la familia, el relato del horror se entrevera con las escenas del presente y muestra el vaivén de pasado a presente (muy bien expuesto) a través de las vicisitudes, sentimientos y vivencias de las gentes del lugar. El padre de la protagonista es un hombre atormentado, acomplejado, cariñoso y colérico: “La guerra es una pérfida cazadora de hombres. Un mínimo descuido, un breve instante en que se baja la guardia y la barca recoge sus redes, y mi padre se queda de pronto enganchado a un clavo de la memoria, se ve corriendo por su vida, intentando escapar al infinito poder de la parca”. La madre exige libertad, empuja a su hija hacia el estudio y la independencia y a la vez la envidia por ello. La abuela es la referencia vital y el ancla con la tierra.
Mientras que los dos primeros tercios (la mirada de la niña) poseen un valor narrativo dominante, donde la escritura se alza vigorosamente, en el último tercio esa niña ya crecida reflexiona más que narra, la especulación intelectual se impone al relato y la expresividad maravillosa y llena de verdad de la niña pierde algo de intensidad narrativa; pero este es un reparo menor porque el libro logra representar fielmente lo que su editor nos propone: ¿qué hace la Historia con mayúsculas con la vida de la gente minúscula?
El ángel del olvido. Maja Haderlap. Traducción de José Aníbal Campos. Periférica, 2019. 288 páginas. 19 euros.
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