Luís González Palma, la huella de una mirada
Dos exposiciones recorren el universo intimista del artista guatemalteco que se sirve de la fotografía como pretexto para reflexionar sobre la mirada
Lleva décadas construyendo escenarios y modificando rostros. Creando “imágenes que permitan otras percepciones del mundo, otras formas de comprenderlo, y de modificarlo internamente”, tal y como él mismo lo expresa. Así, para Luís González Palma (Guatemala, 1957), la fotografía ha servido para indagar en la mirada al tiempo que redefine los límites del medio, situándole como uno de los exponentes más destacados de la disciplina dentro del escenario de América Latina. Bajo el título Exilio, pasar a través de lo humano, la galería Blanca Berlín presenta su último trabajo, al tiempo que la Bienal de Fotografía de Córdoba nos ofrece la oportunidad de recorrer gran parte de la trayectoria del autor a través de Constelaciones de lo intangible, una retrospectiva itinerante organizada por la Fundación Telefónica.
“Me interesa la fotografía como representación”, señala el artista. “La idea de una fotografía expandida, que pueda llevarse a otras disciplinas: a la escultura, al sonido, a la pintura. Una fotografía que no se quede en lo estrictamente fotográfico”. Esa certeza estuvo presente desde sus comienzos como artista a finales de los años ochenta, cuando adoptó el medio fotográfico meramente como una disciplina que se adaptaba en ese momento a una búsqueda expresiva. Arquitecto de formación, entró a formar parte de un colectivo de artistas que bajo el nombre de Galería Imaginaria se proponían reinventar el panorama artístico en un país inmerso en un conflicto armado. González Palma sería el único en practicar la fotografía, y careciendo de formación alguna dentro del medio encontró en él un campo abierto a la experimentación. “Sin ningún respeto, me dispuse a intervenir la imagen como si fuese una plancha de grabado”, recordaba. Dispuesto a distanciarse de la práctica de la fotografía documental, predominante en Latino América, comenzó a explorar nociones abstractas.
“Pintar la fotografía, rasgarla, pegarla, romperla fueron estrategias que fui inventando para poder tocar mi propia mirada, o la huella de mi mirada”, escribe el artista en los textos que acompañan a las obras en la Galería Blanca Berlín. Son casi tres décadas de trayectoria las que suman los trabajos expuestos en ambas exposiciones, donde el autor guatemalteco se propone indagar en la naturaleza del ser y en su relación con el otro. ¿Cómo percibimos el mundo? ¿Por qué creemos que lo percibimos así? ¿Cómo construimos esa percepción? ¿Cómo nos percibimos a nosotros mismos? Su obra “constituye una reflexión sobre la mirada, que interroga la historia y la condición humana. Los temas constantes en su trabajo son la identidad y la memoria; la introspección y la intimidad; la reflexión sobre el poder y la representación de lo no visible: lo que no se ve cuando se mira, lo que no se dice cuando se habla”, apunta Alejandro Castellote, comisario de Constelaciones de lo intangible.
Su mirada nace en las iglesias. “Mi infancia y adolescencia las viví con miedo y con un deseo muy fuerte de encontrar un sentido a la vida en medio de un conflicto armado. Ese sentido lo encontraba en las iglesias. Era allí el único lugar donde podía ver obras de arte. No había museos, ni galerías, ni donde estudiar arte, que era lo que yo realmente quería estudiar”, recuerda el autor. La búsqueda de lo sagrado como forma de aplacar el vacío existencial ha estado siempre presente en su proceso creativo, pero en los últimos cinco años encuentra una expresión más evidente a través de su contacto con el budismo, “Me interesan mucho los valores donde predomina el silencio y la contemplación, y dónde se libera la culpa. Esta era una de las cosas que más me han oprimido de la religión católica y que ya he dejado atrás”.
A través de los rostros González Palma ahonda en la condición humana, en sus emociones y contradicciones. Por lo general sus retratos pertenecen a indígenas guatemaltecas, representan los sentimientos padecidos por un pueblo durante más de cinco siglos. Rostros que invitan al espectador a reconocerse en ellos a través de lo que el autor denomina la ‘contemplación emocional’. “Descubrirse allí, en esa mirada interna, silenciosa, acompañada por ese rostro que inmóvil lo observa, es tomar conciencia de que compartimos un destino común”, escribe. En paralelo, la serie Möbius indaga en el punto de encuentro entre la abstracción y la figuración. Interviniendo los retratos cargados de emoción y de gran potencial lírico con formas geométricas, establece diálogos inéditos y nuevas asociaciones visuales.
En sus escenarios González Palma nos sumerge en un mundo onírico con claras referencias surrealistas. Funcionan como representaciones metafóricas de la realidad. “Tomadas dentro de antiguas bibliotecas o en los armazones de edificios en desuso; artículos estropeados e inestables como sillas viejas, cunas y pianos, funcionan a menudo como fantasmales sustitutos de personas reales”, escribe Christian Viiveros-Fauné, en el catálogo que acompaña a la retrospectiva.
El azar últimamente desempeña un papel capital en su obra, y se refleja en una serie de experimentos visuales basados en el dibujo que guardan una estrecha relación con la fotografía. “Tienen mucho que ver con el pensamiento de John Cage, quien considera que el caos ocupa un lugar fundamental en la naturaleza, y que es la labor del artista reflejar ese caos que dejamos pasar inadvertido”, apunta el artista. “Para mí la fotografía se ha agotado como disciplina. Hacer una buena foto no es una experiencia que me exija mucho. No es un reto conceptual, ni estético que me plantee”, afirma el artista. Es en la búsqueda de otras disciplinas que acompañen a la experiencia fotográfica donde encuentra motivación: “Hacer collages con dibujos, o una obra sonora a partir de la propia experiencia de la toma fotográfica, o llevar la idea de la imagen fotográfica a otro espacio; a un espacio escultórico por ejemplo, y sacarla de lo bidimensional".
Así, parte de los proyectos que se presentan en la Galería Blanca Berlín generan un espacio de incertidumbre para el autor. “Son semillas que estoy lanzando”, dice. “En la actualidad estoy trabajando en colaboración con músicos y astrónomos. A eso me refiero con fotografía expandida: a apoyarla en otras disciplinas no solo artísticas sino científicas. Es en el lugar desde donde yo siento que desde la fotografía puedo aportar algo. No sé si nuevo, pero sí nuevo para mí. Algo que puede ayudarme a comprender la realidad y mi mundo desde una perspectiva mucho más amplia”.
Exilio, pasar a través de lo humano. Galería Blanca Berlín. Madrid. Hasta el 1 de junio.
Constelaciones de lo intangible. Bienal de Fotografía de Córdoba. Sala Vimcorsa. Córdoba. Hasta el 19 de mayo.
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