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Isma Romero: la música es un partido que hay que jugar

El músico, al que apoyan Bely Basarte, David Otero y Andrés Suárez, comienza una gira por España

Sara Navas
Isma Romero, en Madrid.
Isma Romero, en Madrid.Samuel Sánchez

Son las cuatro de la tarde, hace un sol de justicia en Madrid y el fotógrafo está colocando a Isma Romero (Valencia, 1992), que no sabe si quitarse o no la bufanda, frente a una pared de La Latina. Antes de enfrentarse al objetivo, Romero pregunta si es posible grabarle un par de vídeos del making of de la sesión de fotos. “Es para mis redes. Me encargo yo de llevarlas y alimentarlas es importante”, explica. Acaba de presentar Cicatriz, una canción que, revela, habla de cómo las personas se van construyendo a través de estas marcas indelebles. “Nos hacen crecer. Hacen daño pero también nos hacen evolucionar. Una cicatriz no es una herida, es un recuerdo. Con este tema, sobre todo, quería restarle negatividad a las cicatrices porque nos construyen cada día”.

En 2017, este valenciano que se presentó en Madrid a los 18 años con solo 250 euros en el bolsillo, publicó su segundo álbum: Luminiscencia (Warner). Año y medio después, Romero ha cambiado de sello, en verano publicará nuevo EP con Sin Anestesia (sello de RLM), arranca gira en abril y reconoce que vivir de la música es surrealista. “Yo he logrado organizarme de tal forma que todos mis ingresos están relacionados con la música. Además de dar conciertos y grabar discos, doy clases particulares de guitarra. Cuando llegué a Madrid me acogió el Twanguero en su casa. Eso me salvó los dos primeros años en la capital”, reconoce. Isma Romero entiende su profesión como un partido. Ha venido a jugar y muchos momentos, los críticos, requieren remontar. Estos son precisamente los más necesarios. “Hay que tirar para adelante. Al final, no sabes cómo vas a salir de ahí cuando las cosas vienen mal dadas pero acabas saliendo. La vida va de echarle ganas”, asegura el músico.

Las influencias de Isma Romero pasan del pop rock de toda la vida -Los Rodríguez, Jarabe de palo o Bunbury- a los tintes latinoamericanos que destilan músicos como Celia Cruz, Juanes o Santana. “No quiero inventar nada, solo quiero contar mis historias de la forma más honesta que puedo. No soy Pavaroti”, resuelve el cantante. En su nuevo trabajo, producido por Ismael Guijarro y Juancho Guevara, han colaborado Bely Basarte, David Otero y Andrés Suárez. Tres artistas de tres mundos diferentes unidos por las canciones. “En este disco he ido al grano. Quería acercarme más a la canción clásica -melodía, letra y música sin florituras- pero actualizando el sonido. Lo que busco en una canción es que transmita solo a guitarra y voz”, matiza.

No duda en defender Operación Triunfo, concurso denostado por muchos músicos y ensalzado por otros. “Se trata de hacer canciones y de contar historias. Lo respeto enormemente. Los detractores se aburren mucho… Yo tengo amigos de OT, conozco a concursantes y me parecen artistazos. Todos son gente con pasión y grandes compositores que a través del concurso han encontrado visibilidad”, afirma. “Pablo López es un artista como la copa de un pino. Ojalá algún día toque con él”.

Precisamente en la última edición de Operación Triunfo surgió una polémica relacionada con el uso machista del lenguaje en las canciones. Dos concursantes, María y Miki, se negaron a decir “mariconez”, palabra que Mecano cantaba en Quédate en Madrid en 1989. “Veo bien que revisemos nuestro vocabulario y ciertas expresiones. Pero hay que entender que esto se creó en un contexto social determinado. Hay cosas que se han hecho mal, pero ya están hechas. Vamos a trabajar en el hoy y hacerlo bien a partir de ahora. Meterse en jaleos no va a arreglar nada”, opina Romero, que agradece que sus amigos y su pareja no tengan mucho que ver con la música, pues esta circunstancia le da la oportunidad de enriquecerse y hablar de otras cosas. “Lo único importante es vivir la vida. Todo pasa tan rápido que no nos damos cuenta de que se nos pasa la vida”.

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Sobre la firma

Sara Navas
Redactora de ICON desde 2016, año en que llegó a EL PAÍS. Es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid y ha escrito el libro ‘La monarquía al desnudo. Del rey que nació en un retrete al soberano playboy’.

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