Jugar juntos al ‘Juego de tronos’
Termine como termine la serie, se siente en el Trono de Hierro quien se siente, el viaje ha merecido la pena. Y lo mejor es que lo hemos hecho juntos
El 4 de julio de 2011 rodó la cabeza de Ned Stark. Miles de espectadores contuvieron la respiración al unísono sin dar crédito a lo que estaba pasando en su televisor. O, al menos, aquellos que no habían leído las novelas de George R.R. Martin. ¡¿Pero si es el protagonista?! Dos años después, decenas de personas, conocedoras de lo que se acercaba, grabaron las reacciones de sus acompañantes mientras tenía lugar la masacre de los Stark en la ya famosa Boda Roja. El final de la quinta temporada desató una ola de teorías sobre si Jon Nieve estaba muerto o no. Ahora, llevamos meses en los que florecen por doquier las teorías sobre lo que ocurrirá en los últimos capítulos.
La dimensión del fenómeno en que se ha convertido Juego de tronos en sus ocho temporadas no se podía prever cuando arrancó. Nació en un mundo televisivo muy diferente al actual, en el que las series se emitían a razón de un capítulo a la semana y en el que los espectadores de otros países tenían que esperar varios días (con suerte) o semanas (con suerte) para verlos. La emisión simultánea en prácticamente todo el mundo —la serie se emite en 207 países y territorios, en 194 de ellos de forma simultánea— la ha convertido en lo que es hoy. Una emisión con día y hora, a la vieja usanza. Muchos de sus espectadores españoles seguirán de madrugada los seis episodios finales. El miedo a que al día siguiente algo o alguien les destripe lo ocurrido pesa demasiado. Y si no pueden trasnochar, lo más seguro es que sea lo primero que vean en la mañana siguiente. Si algo ha hecho grande a Juego de tronos es esa experiencia compartida que ha regalado a sus seguidores, algo que, en la era de las plataformas y de los lanzamientos de temporadas completas al mismo tiempo, se está perdiendo.
Ver y sufrir en solitario con las batallas y las muertes de Juego de tronos es fabuloso: paladear los diálogos, disfrutar de las argucias de los personajes, quedarse fascinado con el espectáculo que es la mayor producción televisiva de la historia... Pero la sensación de saber que en otras partes del mundo hay millones de personas sintiendo lo mismo que tú a la vez que tú, no tiene precio. Los comentarios al día siguiente en el trabajo, leer teorías y reacciones de otros espectadores en Internet... Vivir Juego de tronos juntos. Esa experiencia colectiva es una de las cosas que hace que no sea igual ver una película en una sala de cine que en casa, o escuchar un buen disco con los auriculares que hacerlo en un concierto, o ver un partido de fútbol en la televisión que vibrar en el estadio.
Con el final de Perdidos experimentamos por primera vez los españoles esa sensación de vivir una despedida seriéfila a la vez que en Estados Unidos. Lo que en el año 2010 fue toda una hazaña, nueve años después es natural e incluso está en vías de desaparecer. Las plataformas todavía tienen que demostrar que son capaces de generar fenómenos de este nivel.
Ahora arranca la recta final. Las espadas están en alto. Los muertos y los vivos se enfrentarán en la batalla decisiva. Y los fans esperan con ansia una resolución que, seguro, no satisfará a todos sus seguidores. Pero, termine como termine, se siente en el Trono de Hierro quien se siente, muera quien muera, el viaje ha merecido la pena. Y lo mejor es que lo hemos hecho juntos.
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