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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Quemando puentes

Puede que haga falta otro manifiesto, o simplemente coger distancia para dejar de hacer leña del árbol caído

Imagen ilustrativa del estado de la industria del videojuego español.
Imagen ilustrativa del estado de la industria del videojuego español.

La primera edición de Indie[MAD] trajo consigo un hecho que hasta entonces, y por muy extraño que nos pueda parecer ahora, jamás se había producido. En una discreta aula de la universidad San Pablo CEU se produjo el primer debate/reunión entre DEV y devs independientes de nuestro país. Luis Quintáns, Ludipe (en representación de los firmantes en el Manifiesto por el futuro de la industria del videojuego española) y Valeria Castro se sentaron delante de más de cincuenta desarrolladores independientes, periodistas y gente de la industria para debatir sobre la labor de DEV dentro del sector, su pasado, futuro y objetivos.

Cabe recordar el contexto. Meses antes, Ignacio Pérez Dolset había dimitido como presidente de DEV tras su imputación en Operación Hanta. El futuro de la asociación se antojaba complicado y los ánimos del sector independiente con respecto a los que tenían que actuar como sus representantes ante la administración pública estaban más que caldeados. El primer movimiento de Quintáns para atajar esto había sido el “fichaje” de Luis Oliván como representante del sector independiente dentro de la asociación, un elemento imprescindible para que pudiera llevarse a cabo aquel encuentro que acabó en más de dos horas de intenso debate y donde todos los asistentes tuvimos que dejar nuestros prejuicios a un lado y escuchar a cada una de las partes en vez de juzgarla.

Aquel encuentro, que ahora parece tan lejano, fue una declaración de intenciones por parte de Quintáns, quien entendió que no se podía construir un futuro para el sector del videojuego español sin la complicidad del desarrollo independiente. Se ponía de esta manera fin a muchos años de distanciamiento entre buena parte del desarrollo español y DEV, dando paso a un complicado proceso basado en tender puentes en el que ambas partes han participado activamente. Dos años después, y tras hacerse públicas las demandas por impago de su anterior empresa, Luis Quintáns ha dimitido como presidente de DEV. Nuevamente el horizonte se antoja oscuro, y viendo algunas de las reacciones que ha suscitado todo este tema durante las últimas semanas, quizás sea bueno coger algo de perspectiva para entender a qué nos enfrentamos.

La dimisión de Quintáns ha dejado como presidente temporal a Xavier Carrillo, CEO de Digital Legends, como presidente provisional de la asociación hasta que se elija al nuevo presidente a través de una asamblea general. La pregunta está en quién va a coger esta patata caliente. La presidencia de DEV no contiene remuneración, exige un buen número de horas de dedicación a la que hay que sumar desplazamientos –muchas veces pagados de su propio bolsillo-, relación con los medios, y lo más importante, exposición. Ante la avalancha de reacciones suscitadas por el caso Quintáns, cabe preguntarse quién estará dispuesto a asumir un cargo de estas características y exponerse a una crítica que no solo puede afectar a su persona, sino también a la empresa que se encuentra tras ella. No parece, al menos a priori, el tipo de cargo de compense los riesgos.

La exigencia hacia la labor de DEV es tan deseable como lícita. Los desarrolladores y las diferentes asociaciones que componen eso que llamamos industria, están en la obligación de exigir a sus representantes el mayor grado de implicación posible a través de un diálogo constante que permita alcanzar los objetivos acordados. El problema está en cómo se realiza esa exigencia y dónde marcamos el listón. Poco tiene que ver el DEV de ahora con el de hace dos años. Echar por tierra la labor realizada en este tiempo no se antoja como la mejor de las ideas, al menos si lo que se desea es que se continúe y mejore el camino emprendido. Resulta difícil imaginar a alguien dispuesto a coger las riendas de DEV mientras lee cómo el trabajo realizado en este tiempo parece quedar en un segundo plano en aras de hervidero de críticas en las que cuesta distinguir la lícita reivindicación del castigo.

En cualquier caso, no hay un dedo divino que marque que DEV debe ser el representante de los desarrolladores de cara a la administración pública. Existe la posibilidad de plantear alternativas existentes, como AEVI, o proponer nuevos proyectos que aúnen esas sensibilidades que no se han sentido representadas durante este tiempo. Exigir un cambio o una continuidad en el modelo mientras colocamos una hoja afilada sobre la cabeza del nuevo presidente es jugar con ventaja. Si se considera que el diálogo emprendido en este tiempo no ha dado sus frutos, puede ser una buena idea proponer una alternativa viable.

Lo conocido ya sabemos lo que es, y no es necesario estar en ese mismo barco, pero saltar de él y gritar desde una lancha de salvamento “ya os lo dije” cuando las cosas se ponen feas, no es justo. Si se va a dar una oportunidad al que venga, ha de ser con todas las consecuencias y sabiendo lo que hay. Entendiendo la necesidad de un diálogo constante, aportando cuando haya que aportar y criticando cuando haya que hacerlo, pero siempre desde la idea de sumar. Ponerse en la piel del otro y no exigir imposibles. Solo de esta manera conseguiremos construir algo a medio plazo.

El 2017 un grupo de desarrolladores decidieron que había muchos motivos para quejarse. Se juntaron, elaboraron un manifiesto y expusieron sus reivindicaciones con la intención de escuchar y ser escuchados. En 2019 DEV tiene mucho que mejorar. Ha de hacer frente a diferentes reivindicaciones que se han realizado durante estos dos últimos años, como la urgente incorporación de presencia femenina entre sus filas o un mayor acercamiento hacia aquellos que todavía no se han sentido representados. Tampoco estaría de más abordar una financiación viable de su estructura que no derive en la precariedad actual. Todo eso ya lo sabíamos. Ahora tenemos por delante un escalón que solo será salvable si así lo considera la comunidad, algo que en principio considero positivo. Puede que haga falta otro manifiesto, o simplemente coger distancia para dejar de hacer leña del árbol caído y preguntarse cada uno qué papel quiere tener dentro del sector.

Juan Manuel Moreno es organizador del los eventos Indie[MAD] y cofundador de la web española Nivel oculto, dedicada a los juegos independientes.

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