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Columna
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Del viento

La serie finlandesa 'Deadwind' mantiene el tipo en esa ya habitual tendencia del 'nordic noir', un estilo narrativo y argumental que ha conseguido el favor del público y de la crítica

Ángel S. Harguindey

Suelen afirmar los expertos en ficción, incluso sus autores, que las buenas intenciones, las situaciones bondadosas, no son convenientes para las tramas. En el caso de las ficciones televisivas su equivalente sería el que las grandes empresas nunca son compasivas por lo que no conviene describirlas como tales por más que muchas de sus productoras pertenezcan a empresas potentes.

En el caso de la muy interesante Deadwind, una serie finlandesa de 12 capítulos en su primera temporada que se exhibe en Netflix, se cumple a rajatabla la ley no escrita: los pérfidos son grandes empresarios que anteponen el lucro a cualquier otra finalidad, capaces de adulterar los novedosos resultados de un nuevo material para la limpia energía eólica en favor de los residuos de una energía con mayor riesgo: la nuclear.

La serie protagonizada por la detective de homicidios de Helsinki Sofia Karppi, reincorporada tras la muerte de su esposo, se estrenó en Finlandia en marzo del pasado año y en su estreno en la cadena pública Yle tuvo 462.000 espectadores, lo que equivale al 24,9% de cuota de pantalla, cifra que ascendió a 800.000 espectadores con las reproducciones online. Los ordenadores vienen pisando fuerte. El éxito popular justificó una segunda temporada. Al fin y al cabo el llamado libre mercado consiste en que la demanda condiciona la oferta. Libre, sí, pero menos, o como cantó Agustín García Calvo en un extraordinario poema, "Libre te quiero... pero no mía".

La acción comienza con el descubrimiento de un cadáver en una zona prevista para un barrio residencial. La detective Karppi y su compañero, Sakari Nurmi, comprueban que tras el asesinato de la dama existen turbios intereses empresariales y complejas relaciones sentimentales. Del sexo, drogas y rock and roll hemos pasado al sexo, negocios y música ambiental aunque Deadwind mantiene el tipo en esa ya habitual tendencia del nordic noir, un estilo narrativo y argumental que ha conseguido el favor del público y de la crítica. Y ahí están series como The Killing o El puente para comprobarlo.

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