El golpe heredado de Rocky Balboa
Michael B. Jordan, considerado el actor afroamericano del futuro, lidera la saga pugilística en ‘Creed II’
A Michael B. Jordan (Santa Ana, California, 1987) un café en un Starbucks de Los Ángeles le cambió la vida. “Le dije a mi representante, cuando leí el guion de Fruitvale Station, de Ryan Coogler, que quería conocer a ese cineasta. Volé de Sudáfrica, donde había acabado Chronicle, directo al encuentro. A los diez minutos descubrimos que seríamos hermanos de sangre”. Jordan ya había trabajado en Los Soprano o The Wire, pero con Coogler ascendió de división: arrasaron en Sundace en 2013 con Fruitvale Station, triunfaron con Creed y Black Panther —Jordan encarnó al villano— y repetirán en Wrong Answer. “Siempre repetiré con él”.
Jordan es el actor afroamericano del momento. Y mide cautelosamente sus pasos. Personales y artísticos. “Entre otras decisiones que he tomado casi como mandamientos, me dedico a buscar guiones escritos para actores blancos, porque cuando me llegan libretos para afroamericanos están llenos de estereotipos. Es mi estrategia, —discutible, desde luego—, pero me va mejor así, con personajes que conectan con todos”.
En los tiempos #MeToo, su productora, Outlier Society Productions, ha adoptado el inclusion rider, un concepto creado por la profesora universitaria Stacy L. Smith que popularizó Frances McDormand. A grandes rasgos, significa que los actores incluyen en sus contratos la obligación, delante y detrás de las cámaras, de que haya paridad hombre-mujer y miembros de diversas etnias, discapacidades y del colectivo LGTBI. “Oí a Frances en los Globos de Oro del año pasado y me di cuenta de que podía hacerlo”. Jordan promete que no trabajará en otra película si no se cumple: “Con Warner ya lo he logrado en Just Mercy. Es el momento adecuado de llevar ese talento a éxitos comerciales, como en confirman películas como Black Panther, Moonlight o Déjame salir”.
A él le toca defender también el legado del universo Rocky. Si en Creed (2015) recibió el testigo al encarnar a Adonis, el hijo de Apollo, en Creed II —que se estrena hoy— ya defiende el papel protagonista. “A mí personalmente me preocupaba mucho lo del legado, que no se perdiera la esencia de la saga. Sly ha sabido mantener fresco el personaje a lo largo de las películas, probablemente porque casi todo lo hace él”, sonríe. “Sin embargo, nunca se ha olvidado de lo importante: los personajes, la coherencia de Rocky, de su familia, de quienes le rodean. Y ahora apuesta porque sea un afroamericano quien lidere la serie. Esto nunca se ha visto antes y confirma la inteligencia de Sly”. Y en ese radar, Stallone ha detectado una tendencia: la nueva masculinidad. Adonis es padre, cría en paridad a su hija. “Exacto, es el momento en que nos tenemos que preguntar qué es ser hombre. Para mí es alguien que apoya a su pareja, se compromete, entiende que las relaciones son de igualdad”. Por eso se siente muy involucrado en la escritura del guion: “No quería caer en la caricatura del boxeador, sino hacerlo madurar. En realidad, se llama vida”.
¿Rascará Black Panther alguna estatuilla en los Oscar? “Bueno, ya sabes, los actores somos el último escalón en la cadena de producción. No controlamos nada. Yo soy muy competitivo, escojo el mejor equipo para rodearme. Pero los Oscar están fuera de mi control, ¿para qué estresarme?”. Lo mismo le pasó con el baloncesto: entre su excesiva competitividad y su nombre, tuvo que dejarlo. “Con la edad ya he aprendido a controlarme. Aunque de crío pensé en cambiarme el nombre”. ¿Ha conocido a Michael Jordan? “Hace tiempo... pero él ni se acordará. Fue muy breve”.
Babelia
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