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Els Joglars planta cara al fanatismo en Cataluña

El grupo teatral plantea en ‘Señor Ruiseñor’ una mordaz crítica del 'procés' frente al cosmopolitismo y civismo que representaba Santiago Rusiñol

En vídeo, Ramón Fontseré , y Dolors Tuneu, en un momento del ensayo de la obra 'Señor ruiseñor', de Els Joglars.Vídeo: EL PAÍS
Rocío García

Josep Pla dijo de él que era “un destructor de fanáticos, que representó una sociedad de ciudadanos holgados y juiciosos a orillas del Mediterráneo”. Fue Santiago Rusiñol (Barcelona, 1861- Aranjuez, 1931) algo así como un artista del Renacimiento. Pintor, escultor, escritor y dramaturgo, Rusiñol representó como nadie la cultura, el cosmopolitismo y el civismo de la Cataluña de aquellos años. Els Joglars utiliza en Señor Ruiseñor la figura de este hombre apasionado por la jardinería para realizar, con ironía y humor, una mordaz crítica a la situación creada en Cataluña a raíz del procés. “Rusiñol representa un mundo y un espíritu que no ha sido reemplazado. La sensualidad, la belleza y la vida alegre que él encarnaba han desaparecido. Queremos enfrentar aquella Cataluña de Rusiñol con la de ahora y reivindicar el arte como patria universal frente a las patrias identitarias”, asegura Ramon Fontserè (Torrelló, Barcelona, 1956) que dirige y protagoniza esta función, junto a Juan Pablo Mazorra, Rubén Romero, Pilar Saénz, Dolors Tuneu y Xevi Vilà, esta función.

Tras su paso por Valladolid y Zaragoza, con los teatros llenos, Señor ruiseñor -así es como llamaban a Rusiñol en Aranjuez, donde vivió los últimos años de su vida- ha llegado este miércoles al María Guerrero de Madrid, donde se representa hasta el 27 de enero. La gira posterior de la función solo incluye, de momento, un día de representación en Canovellas, una localidad de Barcelona. “No estamos vetados, pero no nos alquilan” asegura Fontseré parafraseando de nuevo a Josep Pla. “No tenemos ninguna respuesta de los teatros en Cataluña, solo nos encontramos el silencio. No vamos de víctimas, pero la realidad es que no nos contratan. Nosotros estamos dispuestos a ir a donde sea, incluso a Waterloo [localidad belga donde se ha refugiado Carles Puigdemont]”, añaden los miembros de la compañía que proclaman: “La libertad de expresión está para defender no solo lo que te gusta, sino lo que no te gusta”

El jardinero general de Aranjuez

Era Santiago Rusiñol un hombre bohemio con un gran sentido común. Ramon Fontserè, que lleva más de un año con El Joglars investigando en la vida y el espíritu del artista catalán, habla de él con pasión y cierta nostalgia. “Era un hombre muy curioso. Era un satírico triste, esa combinación tan especial. Melancólico y lúgubre, le gustaba aislarse y estar solo paseando, pero, de repente, necesitaba a la gente y cuando Rusiñol entraba en algún lugar parecía que entraba un caballo siciliano. Alegre, divertido, inteligente y ocurrente magnífico”.

Rusiñol, gran amante de los parques ajardinados que tantas veces retrató en sus pinturas, pasó sus últimos años en la localidad madrileña de Aranjuez a donde llega en busca de los jardines reales, y en donde fue conocido como el señor Ruiseñor. El rey Alfonso XIII le propuso concederle el título de marqués, pero él lo rechazó y pidió ser nombrado jardinero general de Aranjuez, privilegio que le permitía entrar cada día a los bellísimos jardines en carruaje y pasear libremente.

El hilo conductor de Señor Ruiseñor, con una escenografía muy funcional y plástica que busca apoyar el juego de los actores, se centra en un jardinero que tiene reuma y es trasladado a un museo donde hace de guía. El jardinero se enamora tanto del personaje de Rusiñol, cuyas pinturas cuelgan en las paredes de la colección, que se enfrenta al patronato del centro cuando deciden convertir la pinacoteca en un museo de la identidad. “Tuvimos el privilegio de vivir en una Cataluña amable y placentera, moderna”, asegura en la función el jardinero/Rusiñol. ¿Ya no lo es? Ramon Fontserè contesta: “De amable ya no tiene nada. La sonrisa en Cataluña es un eufemismo, al menos en la mitad de la ciudadanía. La crispación y la brecha social entre amigos y familias es enorme”.

El actor y director tiene claro que todo el fanatismo actual de Cataluña viene de la época de Jordi Pujol, personaje sobre el que Els Joglars, compañía que ha cumplido 55 años, realizó en 1995 Ubú president. “Yo soy del mundo rural y no viví esa Cataluña cosmopolita y abierta de los años setenta, donde no existía el nacionalismo ni te obligaban a decir qué profesabas.Tarradellas, un hombre que venía de la guerra, harto de tanta confrontación y sangre, abogaba por la unidad, algo que comenzó a destruirse con la llegada de Pujol, a lo que ayudó el PSC, que abandonó su política contra el nacionalismo y se hizo más convergente que los propios convergentes. Desde entonces, todo se fue al carajo y llegó el delirio. En Cataluña se ha arrancado o falseado el pasado y de esta manera se ha podido configurar un orden inventado”.

La sensatez y la racionalidad que representaba Rusiñol ha desaparecido, reitera Fontserè, para quien lo más preocupante es que las instituciones y los políticos no se dan cuenta del fanatismo y el delirio al que han llevado a la ciudadanía. No es optimista sobre el futuro, aunque advierte: Els Joglars no cejará de indagar en el arte, la virtud, la verdad y la belleza, con ironía, humor y sarcasmo.

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