Contradicciones
La serie 'El secreto de Adam' tiene lo mejor y lo peor de la ficción televisiva
La serie El secreto de Adam tiene lo mejor y lo peor de la ficción televisiva. Lo mejor es que, pese a su duración —12 capítulos de 45 minutos —, consigue enganchar al espectador con una progresión creciente. Lo peor, el uso de los flashbacks, que llega a agotar, y un final abierto e inquietante del que se sabe que no habrá segunda temporada. Deja a quien la siguió con la hipotética miel en los labios.
Un niño secuestrado a los ocho años reaparece diez años después. Hasta aquí nada nuevo bajo el hiperinflacionado sol de los seriales. ¿Cómo conseguir llenar ocho horas de historia? Complicando la trama: la madre consigue la alcaldía de Red Pines (Maine) al mismo tiempo que desparece su hijo pequeño. A lo largo de los capítulos asistiremos a su triunfal y ambiciosa carrera política mientras su familia, marido y dos hijos mayores, se descompone. Infidelidades y alcoholismo son, básicamente, los culpables.
La abusiva utilización de los flashbacks permite a la responsable de la trama, Jenna Bans, situar las contradicciones sentimentales de la matriarca. Los rótulos “Hace diez años” y “En la actualidad” son los auténticos coprotagonistas de una excelente Joan Allen que se debate entre su ambición y el dolor de una pérdida, hasta llegar al punto en que ambos sentimientos se retroalimentan. Ya se sabe que en política el fin justifica los medios, como comprobamos en este valle de lágrimas que es la actualidad.
Telecinco emitió la serie en el verano de 2016 y ahora puede verse completa en Amazon Prime Video. Su repercusión en Estados Unidos fue curiosa. Para Brian Lowry, en Variety, “distinguido por un elenco de altos vuelos, que incluye a Joan Allen y a Andrew McCarthy, este culebrón es lento, pero razonablemente emocionante, con abundantes posibilidades que se abren en sus primeros momentos”. Para Tim Goodman, en The Hollywood Reporter, resultó “pobremente escrita y completamente ridícula”. Así es la vida: pura contradicción.
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