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Columna
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Los niños que lo saben todo de todo

Dibujos animados infantiles, muy sofisticados, tienen muchas capas de lectura y van cargados de parodia, ironía y rupturas constantes de las convenciones narrativas

Sergio del Molino

Mi hijo de seis años ya sabe lo que es el monolito de 2001, de Kubrick, que Rosebud es un trineo, cuál es el verdadero planeta de los simios, quién construye la Estrella de la Muerte y que las niñas gemelas de El resplandor aparecen al final del pasillo de todos los hoteles del mundo. No es que mi hijo sea un genio cinéfilo de una precocidad mozartiana, aunque tampoco es tonto. Simplemente, ve dibujos animados y, como casi todos los niños occidentales, se ha empapuzado de las referencias pop que los inundan. Por supuesto, no ha visto ninguna de las películas citadas ni tiene una idea, ni siquiera vaga, de qué significan esas imágenes y de dónde vienen, pero están en su paisaje.

Cualquier padre que se asome de vez en cuando a los canales infantiles podrá disfrutar de dibujos muy sofisticados, como Hora de aventuras, Gunball o Teen Titans Go, que, a diferencia de los dibujos de su niñez (Heidi, David el Gnomo, etc.), tienen muchas capas de lectura y van cargados de parodia, ironía y rupturas constantes de las convenciones narrativas. Incluso los más inocentes y pensados para los más pequeños, como Peppa Pig, incorporan guiños y dobles sentidos para que los padres suelten una sonrisa de complicidad de vez en cuando.

Y, sin embargo, son varios los profesores de instituto que me cuentan que los adolescentes son muy literales en su forma de leer y no captan el humor ni la ironía. Un autor de literatura juvenil que quería animarme a escribir un libro del género, me lo explicó con otras palabras: “Tienes que renunciar a la metáfora: si hay un incendio, el fuego no significa más que fuego, que no sospechen que intentas colarles un significado oculto”. ¿Cómo es posible esto, si han crecido en un mundo hiperacelerado donde todo son parodias y chistes autorreferenciales? ¿No será que se han vuelto demasiado sofisticados para nosotros? ¿No será que ya hablan un idioma extranjero que no sabemos traducir?

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Sobre la firma

Sergio del Molino
Es autor de los ensayos La España vacía y Contra la España vacía. Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013) y el Espasa por Lugares fuera de sitio (2018). Entre sus novelas destacan Un tal González (2022), La piel (2020) o Lo que a nadie le importa (2014). Su último libro es Los alemanes (Premio Alfaguara 2024).

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