‘El minuto heroico’: el Opus Dei para ‘dummies’
Es imposible ser español y no tropezarse con los apóstoles de Escrivá de Balaguer en algún instante de tu vida. No es una secta marginal, sino una maquinaria de poder tan ramificada y tan visible que se da por sobreentendida

Sin llegar a lo de Montoya, la serie de Mònica Terribas sobre las mujeres que abandonan el Opus Dei (El minuto heroico, en Max) también ha despertado pasiones y expectación, lo cual me ha extrañado mucho. No porque el documental no sea bueno, que es excelente, ni porque carezca de interés. Tampoco se debe a que no me conmueva la tragedia de esas mujeres. Simplemente, creía que todas las cosas que allí se cuentan eran públicas y notorias. Me extraña, en fin, que haya en España —¡en España, núcleo irradiador del Opus!— tantísimo desconocimiento. Si yo fuera ejecutivo de televisión y me hubieran vendido este documental, lo habría rechazado alegando que todos sabemos qué es y cómo funciona. Me habría equivocado del todo.
Avanzo en los episodios a la espera de información nueva. Salvo algún detallito, los testimonios redundan en lo que yo tomaba por nociones compartidas por toda la sociedad. No me tengo por un experto y no me he informado en exceso sobre la orden, pero vivo en España, donde el Opus es un lugar común, un elemento casi folclórico del paisaje. Es imposible ser español y no tropezarse con los apóstoles de Escrivá de Balaguer en algún instante de tu vida. No es una secta marginal, sino una maquinaria de poder tan ramificada y tan visible que se da por sobreentendida. Al menos, eso creía. Después de la serie no sé si reconozco este país que necesita que le expliquen qué es el Opus. A ver si tampoco se va a entender ahora La escopeta nacional.
La mortificación (la grande y la pequeña), los grados (numeraria, supernumeraria, numeraria auxiliar, etcétera), sus métodos de cooptación mediante la enseñanza, su secretismo, la esclavitud de las mujeres, la obsesión con el sexo, el autoritarismo, el radicalismo y el fanatismo son rasgos tan bien conocidos que nunca hay que explicarlos en los chistes. Comprendo la valentía de las protagonistas y no le resto valor a la serie, que ofrece un documento de primera mano y un relato ordenado de la vida de las mujeres bajo ese yugo, pero me inquieta que haya tanto público que escuche por primera vez estas historias. No sé de qué material son las burbujas en las que nos encerramos desde que decidimos que el algoritmo de Elon Musk era un cronista más fiable que los periódicos donde, desde siempre y para quien quisiera leerlos, se ha contado qué era el Opus Dei.
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