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Columna
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El dedo de TV3

El informativo nocturno de la televisión pública catalana era un oasis sin cargas ni independentistas hiperventilados

Juan Jesús Aznárez
Los Mossos d'Esquadra corren tras los manifestantes durante los altercados al finalizar la movilización convocada el pasado lunes por la ANC y otras entidades con motivo del primer aniversario del 1-O.
Los Mossos d'Esquadra corren tras los manifestantes durante los altercados al finalizar la movilización convocada el pasado lunes por la ANC y otras entidades con motivo del primer aniversario del 1-O.Enric Fontcuberta. (EFE)

Zapeando para enterarme de lo que ocurría en Cataluña durante el aniversario del 1-O, debí descansar un buen rato en TV3 para escapar de la manipuladora prensa española, que no hacía sino repetir secuencias de los Mossos d’Esquadra repartiendo leña.

El informativo nocturno de la televisión pública catalana, por contra, era un oasis sin cargas, ni independentistas hiperventilados. Si acaso, chavales con esteladas en bandolera huyendo no se sabe de quién; en pantalla nadie les perseguía.

Intercalé el respiro con esporádicos saltos a las cadenas del Estado, en las que seguía la bronca callejera y el lanzamiento de vallas, piedras y pinturas contra los agentes, o sea las televisiones enemigas intoxicando de nuevo.

El trabajo de los cámaras y realizadores de la Corporación Catalana de Medios de Comunicación durante el asalto al Parlament y el cerco a una comisaría fue, sin embargo, impecable, quirúrgico. Manifestantes y policías parecían jugar a la brisca. Escruté hasta distinguir a un agente que levantaba la porra como para pegar. No pude ver dónde aterrizaba porque se pasó a otra escena.

Los profesionales cumplieron las instrucciones de sus apuntadores políticos: planos lejanos, evitando los porrazos: a los Mossos reprimiendo. El zoom mágico de TV3 tapando el sol con un dedo, mientras el Canal 24 Horas, las generalistas, los freelancers y las redes sociales inundaban las pantallas con los disturbios.

La emisora catalana los evitó para dejar paso a un homenaje póstumo a Charles Aznavour y a los testimonios de convalecientes del 1 octubre, pero del 2017. Figuraba entre ellos la concejala que en plena construcción de la república aportó su ladrillo, denunciando la fractura de cinco dedos, uno a uno, con saña, a manos de la policía española.

La cobertura me recordó la película El nacimiento de una nación (1915), de David Griffith, una apología supremacista. Es muda, pero, como en TV3, las imágenes lo dicen todo.

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