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Antonio Catalán: “Todos me llaman ‘presi’, hasta mis hijos”

A los “50 y 20”, como dice su edad, ha fundado dos cadenas hoteleras: NH (que vendió) y AC (que preside). Sigue trabajando porque se lo pasa “bomba”

El empresario Antonio Catalán.Vídeo: Inma Flores
Patricia Gosálvez

Cercano y generoso con su tiempo, Antonio Catalán recibe como el perfecto anfitrión. Coqueto y con porte de galán castizo, despliega sus encantos en el elegante hotel madrileño Santo Mauro. Es suyo. A los “50 y 20”, como dice su edad, ha fundado dos cadenas hoteleras: NH (que vendió) y AC (que preside). Sigue trabajando porque se lo pasa “bomba”.

¿Esta simpatía que gasta ayuda a hacer negocios?

Sí, pero es genética.

¿De padre o de madre?

Mi padre no era nada simpático; debe estar en el purgatorio. Yo nací en 1948. Entonces los padres te miraban así y te cagabas. A mí, las tres niñas de mi esposa, de 14, 15 y 17, me toman por el pito del sereno.

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Su padre era taxista; su hijo, torero. ¿Es usted “muy y mucho español”?

¡Bastante! Nunca soñé tener un hijo torero. Toñete, sin embargo, lo supo desde pequeño. Se pasa mal, pero es más fácil sacar a un hijo de la droga que de los toros.

¿Con 50 y cuántos se quitará usted de lo suyo?

Yo, como Bill Marriot, me quiero morir en el despacho. Mejor que te encuentre tu secretaria pajarito con la corbata puesta y todo el mundo llorando, que morir en el hospital lleno de tubos.

¿A sus socios estadounidenses les dice que es socialista?

El presidente ejecutivo de Marriot, Arne Sorenson, es bastante socialista; era uno de los asesores de Obama. El resto son todo lo contrario. Para picarles les pregunto: “¿Y qué tal con Trump?”.

¿Un rico qué más quiere?

No me considero rico. Llevo una vida normalita; cuando empiezas desde abajo llega un momento que ya no necesitas más, otro coche, otra casa… Entonces vas creando cosas, puestos de trabajo… ¿Qué me genera más satisfacción? Cuando voy a EE UU es como si fuera Julio Iglesias. Llego a un hotel y está la plantilla esperando. Te aplauden y la gente te da las gracias por tener trabajo. Allí el empresario, sobre todo el fundador de la compañía, es importante.

Tiene 3.500 empleados. ¿Cuántos nombres se sabe?

De los directores, todos; del resto, si no me acuerdo pregunto y doy dos besos. Nadie me trata de usted; todos me llaman presi, hasta mis hijos.

Tiene seis propios más tres de su esposa. ¿Qué tal concilia?

Mi mujer era directiva del Santander. En un momento, le dije: “Deja ya esta historia. Tienes tres niñas, sales a las seis y vuelves de noche con tres móviles a ver cómo cierra la Bolsa en EE UU”. Ahora trabaja en mi patrimonial y conciliamos fantásticamente.

¿Se lleva bien con sus tres ex?

Me llevo bien con todo el mundo. Pero, sobre todo, con mi mujer, que es la que importa. No enfademos a mi suegra.

¿Airbnb es lo peor?

Hay turistas para todos. Me parece bien mientras la competencia sea leal. Pero no lo llames economía colaborativa. Eso, lo hacía mi madre: los chicos nos quedábamos trabajando en la gasolinera que luego tuvo mi padre y ella se iba con las niñas a San Sebastián, donde alquilaban una habitación con derecho a cocina en casa de una familia trabajadora.

Hasta las kellys dicen que no está usted mal del todo...

¿Físicamente? No soy Teresa de Calcuta, pero no puede ser que la reforma laboral te permita poner a todas las camareras en la calle, luego subcontratarlas por la mitad y viva España. En AC ya no hay eventuales, pero tampoco hay relojes. Si hay que quedarse, te quedas. Yo bajo donde están las camareras, veo sus problemáticas. Y pregunto: ¿por qué no hacemos las habitaciones de dos en dos, que es más cómodo? Los fines de semana cuando no está la chica yo hago la cama como un campeón con mi mujer.

¿En plan hotel o en plan estirar el edredón?

Soy un artista, todo remetido.

¿Qué odia de una habitación?

Que no esté limpia. Cuando voy a mis hoteles, me los imagino pasando el trapo para que quede perfecta. Y, a veces, al llegar, les hago la putada y pido un cambio.

“Puede quien cree que puede”, repite. ¿El pensamiento positivo no encierra una crueldad? Al que le va mal, encima tiene la culpa.

Yo soy positivo, pero no creo que la sociedad sea justa. En mi época, con ganas, era fácil salir adelante. Ahora das una patada y caen economistas o arquitectos en paro. Nunca ha habido tanta precariedad. Es complicado, pero el esfuerzo sigue siendo clave. Yo me defino como una mediocridad bien aprovechada.

¿AC son sus iniciales?

Intentaba hacer algo con las iniciales de mis hijos y Carlota me dijo: “Papi: Ignacio no cuadra. ICA no suena bien y no podemos ser la CIA. El futuro es de las mujeres, pon solo las nuestras” (Alicia, Alejandra, Carlota). Aunque si me las adjudican, tampoco me importa…

¿Siendo usted jefazo, no le fastidia recibir órdenes de Marriot?

Vamos al 50% y estoy feliz. A estas alturas, solo tengo edad para obedecer a mi mujer.

Y a su suegra.

Sí, a ella también.

Rico, ciclista y de izquierdas

Con 29 años fundó su primer hotel. A los 70, gestiona más de 125 y su fortuna suma 150 millones (“o alguno más”). Socialista declarado y amigo de Zapatero, recorre el Camino de Santiago en bici desde hace 27 años. Lo prometió si su hija, atropellada accidentalmente por su mujer, salía adelante.

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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