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Trump tuitea sobre ‘Roseanne’ y se considera otra víctima de la polémica

El presidente se pronuncia un día después sobre el despido fulminante de Roseanne Barr por un tuit racista y protesta porque nadie le ha pedido disculpas

La actriz Roseanne Barr.Foto: atlas | Vídeo: AFP Firma: VALERIE MACON
Pablo Ximénez de Sandoval

En un tuit en el que no dice nada y lo dice todo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se pronunció este miércoles por la mañana sobre el despido fulminante de su alter ego en Hollywood, Roseanne Barr, por un chiste racista. El presidente echa de menos que alguien se disculpe con él por las “afirmaciones HORRIBLES (las mayúsculas son suyas)” sobre su persona. El presidente no hizo ninguna mención a los comentarios de Roseanne Barr, después de 24 horas de discusión nacional en Twitter en Estados Unidos sobre racismo y los límites del sarcasmo.

La traducción del tuit del presidente, con el uso de mayúsculas original, sería: “Bob Iger de ABC llamó a Valerie Jarrett para hacerle saber que “ABC no tolera comentarios” como los que hizo Roseanne Barr. Vaya, él nunca ha llamado al Presidente Donald J. Trump para disculparse por las HORRIBLES afirmaciones hechas y dichas (sic) sobre mí en ABC. ¿Quizá no recibí la llamada?”.

El contexto para entender esta afirmación es que el martes de madrugada la actriz Roseanne Barr publicó un tuit en el que decía que Valerie Jarrett, una exasesora de Barack Obama, parecía hija de un cruce entre “los Hermanos Musulmanes y El planeta de los simios”. Jarrett es de origen iraní y de tez oscura. Barr hizo esta afirmación mientras retuiteaba la última teoría conspiranoica del trumpismo ultra, como ha hecho otras veces, en este caso sobre Jarrett.

A media mañana del martes, ente una oleada de críticas al racismo subyacente del tuit de Barr, la cadena ABC Entertainment cancelaba de forma fulminante la serie Roseanne. Lo hacía con un comunicado de la presidenta, Channing Dungey, que calificaba las palabras de Barr de “repugnantes”. Dungey es la primera mujer negra en dirigir una gran cadena de televisión nacional. ABC es parte del conglomerado Disney. El presidente ejecutivo de Disney, Bob Iger, apoyó públicamente la decisión.

Y esos son todos los elementos del tuit de Trump. Del racismo de Barr no dijo nada. Tampoco lo hizo el martes por la noche, cuando la polémica estaba en todas las televisiones y era el tema número uno en su red social favorita. Trump dio un mitin en Nashville en el que ignoró el asunto por completo. Cuando el revival de Roseanne debutó el pasado abril con 18 millones de espectadores, Trump se arrogó parte del éxito de la serie, llamó a Barr para felicitarla y dijo en un mitin a sus seguidores: "Trata sobre nosotros".

Roseanne cuenta la vida de los Conner 20 años después de la última temporada de la serie original, que acabó en 1997. Son una familia empobrecida de un suburbio del Medio Oeste a la que se le acumulan las dificultades económicas. El personaje principal, Roseanne, es una mujer mayor adicta a los calmantes que ha votado por Trump. En la vida real, la actriz ha defendido al presidente y es uno de sus pocos apoyos conocidos en un Hollywood que le detesta. Roseanne se había convertido en la serie más vista del año en las cadenas tradicionales. ABC la había renovado para una temporada más, que ya no se hará.

Con todo, la de Trump no fue la reacción más importante del día a una polémica que ha engullido la conversación nacional de Estados Unidos en las últimas 24 horas. En la noche del martes, Roseanne Barr empezó a cambiar el tono de su cuenta de Twitter y dejó de retuitear apoyos y justificaciones de su racismo. Publicó una disculpa más elaborada, mostró arrepentimiento por su comentario “atrozmente indefendible” y pidió a sus seguidores que no la defendieran. También reconoció su pesar porque cientos de personas involucradas en la serie del año van a perder su empleo por su culpa. En un momento dado, dijo que había tuiteado la broma de madrugada bajo la influencia de Ambien, un popular somnífero.

Ambien, cómo no, era la tendencia nacional este miércoles por la mañana. Así que el fabricante del medicamento, Sanofi, también se involucró en la polémica con una celebrada respuesta: “Gente de todas las razas, religiones y nacionalidades trabaja en Sanofi todos los días para mejorar las vidas de personas en todo el mundo. Si bien todos los tratamientos farmacológicos tienen efectos secundarios, no se conoce que el racismo sea un efecto secundario de ningún medicamento de Sanofi”.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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