_
_
_
_
_
FERIA DE SAN ISIDRO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Héroe o artista

David Mora dio una vuelta en tarde de toros de desigual juego y toreros con escasa decisión

David Mora, en un pase de pecho al primer toro de su lote.
David Mora, en un pase de pecho al primer toro de su lote.J. P. GANDUL (EFE)

La tauromaquia actual no admite medias tintas: héroe o artista. O estás dispuesto a ir a la guerra o te salvas porque eres un enjambre de musas. Lo inadmisible es que te sitúes en tierra de nadie, que no seas ni carne ni pescado, que pases inadvertido, que aburras y admitas ser pasto del olvido irremediable.

La corrida de El Ventorrillo no fue nada del otro mundo en cuanto a bravura y calidad, pero sí fue exigente; tanto los dificultosos como los más nobles: unos por su áspero genio y otros por su aparente sosería. Y con ninguno de ellos sobresalió ningún miembro de la terna, ni por su decisión de jugarse la vida ni por su inspiración artística.

La verdad es que la heroicidad y la estética componen un binomio indisociable de la condición torera. Hay una frase del crítico Javier Villán que lo explica muy bien: “Si al torero se le quita su condición heroica pierde su condición esencial; lo demás es estética sin contenido”.

EL VENTORRILLO / DÍAZ, MORENITO, MORA

Cinco toros de El Ventorrillo y uno, -el quinto-, de Valdefresno, bien presentados, mansones y dificultosos. Nobles segundo, quinto y sexto.

Curro Díaz: estocada muy baja (silencio); estocada desprendida (palmas).

Morenito de Aranda: pinchazo y media tendida (silencio); pinchazo, casi entera, un descabello -aviso- y dos descabellos (silencio).

David Mora: estocada baja (vuelta al ruedo); dos pinchazos y estocada (silencio).

Plaza de Las Ventas. Décimoquinto festejo de la Feria de San Isidro. 22 de mayo. Más de media entrada (17.042 espectadores, según la empresa).

Tomó David Mora la muleta ante su primer toro, astifino y de mirada incierta, y, cerca de las tablas, y ante la sorpresa general, se embraguetó en cuatro derechazos ceñidos en los que aguantó con estoicismo el sonido de las agujas que se abrían paso entre vaivenes tan oscilantes como peligrosos.

Y ahí se acabó la historia. Bueno, no exactamente, pero aquella vibrante tensión fue pasajera, y se fue para no volver nunca más. El toro era violento y obligaba a estar atento y en guardia; se notó el enorme esfuerzo del torero, pero pudieron más las precauciones que su ansiedad por el triunfo.

Noblote, sin más, se comportaba el sexto, y por allí anduvo Mora sin rumbo fijo, sin ideas claras, porque las musas no le acompañaban. Ni héroe ni artista.

Curro Díaz vivió muy de cerca cómo el pitón derecho de su primer toro se había enamorado de su corbatín, y a punto estuvo de llevárselo por delante junto con el cuello. Muy deslucido y peligroso era ese animal, y no le permitió floritura alguna. Curro se justificó sobradamente, valiente y afanoso, pero no olvidó guardar la ropa, como la ocasión requería. Ante el cuarto, de mejor condición pero de poca calidad, tuvo detalles sueltos, pinturería, adornos y poco toreo. Clase tiene este toreo, pero sus musas pujan por no dar la cara. Al final, ganó la tibieza. Ni héroe ni artista.

Y Morenito volvió a decir a boca llena que torea a la verónica con exquisitez, las manos bajas y la cintura suelta. Lo demostró, primero, en un manojo de capotazos al recibir a su primero; y volvió a lucirse del mismo modo ante el quinto y en un quite a ese mismo toro. Pero ahí quedó todo su sentido artístico.

Su primero, de noble condición, se desfondó antes de lo previsto, y las esperanzas que presentó ante el caballo y en banderillas se desvanecieron pronto. Le faltó codicia y vida; sobre todo, vida. Pero el quinto se prestó al toreo y Morenito ni se planteó —esa impresión dio— huir de la tierra en la que nade te estima. Ni héroe ni artista.

Así, pues, los tres decepcionaron y dejaron bien claro que ni la heroicidad ni el arte forman parte de verdad de su estrategia fundamental. Quizá, es que los tiempos actuales tienden a ser más cómodos. ¡No a la guerra! Pero los muletazos insulsos y vacíos solo alcanzan la meta de la desesperación. Quizá, por todo ello, los tres no saldrán de esa zona de confort en la que la vida los ha colocado. Una zona dificultosa; quizá, más dificultosa que los propios toros a los que se enfrentaron.

Artistas heroicos fueron Andrés Revuelta, Pascual Mellinas y Óscar Castellanos, con los palos, y Ángel Otero, con el capote. Y José Antonio Carretero se lesionó en la pierna derecha cuando se disponía a banderillear al tercero de la tarde.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_