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el libro de la semana

Personajes al borde del abismo

Bigamia, crimen y chantajes son los ingredientes con los que Thomas Hardy compuso 'Remedios desesperados', su primera novela, por fin traducida en España

El escritor Thomas Hardy.
El escritor Thomas Hardy.Culture Club / Getty Images

Thomas Hardy (1840-1928) es el más importante autor inglés del último cuarto del siglo XIX y principios del XX. Solamente pueden competir con él dos extranjeros nacionalizados: Henry James y Joseph Conrad. Nació en Higher Bockhampton, cerca de Dorchester, hijo de un matrimonio culto; a los 16 años se inició en el oficio de arquitecto, que fue su primera ocupación. Escribió poemas de juventud, trabajó bajo las órdenes de varios destacados arquitectos y en 1867 escribió su primera novela, The Poor Man and the Lady, hoy perdida. No sería hasta 1871 cuando publicase la novela que ahora nos ocupa, Remedios desesperados, que es el verdadero inicio de su carrera de novelista.

Hardy es un escritor realista aunque no continúa en modo alguno el realismo de sus antecesores George Eliot y Anthony Trollope. Se le ha asimilado en alguna medida al realismo de un Walter Scott debido a la exaltación de los entornos naturales y rurales, pero el retrato de la sociedad de su tiempo difiere notablemente del escocés y lo sitúa en un decidido naturalismo. Es también un novelista de regusto dieciochesco, sobre todo en sus primeras novelas, debido al uso de las coincidencias y causalidades propias del melodrama y las tramas intensas; pero a medida que avanza su escritura, se va acentuando en él un pesimismo determinista; su obra va poco a poco endureciéndose y oscureciéndose, evita el sentimentalismo y, a pesar de la importante presencia de la naturaleza en sus novelas, no esconde la crueldad de ésta ni niega la conflictiva dureza de la condición humana. Recibió el doctorado honoris causa por las universidades de Oxford y Cambridge.

Tras Remedios desesperados, publicó Unos ojos azules (Clásicos Mondadori, 2009), una historia de la ruina de la mistad de un joven arquitecto y un viejo hombre de letras a causa de la joven Elfride, cuyos ojos están inspirados en los de la primera esposa de Hardy, Emma Gifford. A esta novela le siguió su primer gran éxito, Lejos del mundanal ruido (Alba Editorial, 2002), donde el nombre de Wessex, el territorio literario del autor, trasunto de Dorset, aparece por primera vez; el formidable personaje de Bathsheba es el de una heroína victoriana enmarcada en un paisaje donde historia, naturaleza y cultura forman un todo tenso y admirable. Posteriormente aparecen La mano de Ethelberta (Belvedere, 2009), una comedia casi cínica sobre la carrera y amores de una poetisa que debe ocultar que los sirvientes de la casa donde vive son sus hermanos y sus padres. Después aparecerán El regreso del nativo (Montesinos, 2006), de nuevo con gran protagonismo de una naturaleza tan empequeñecedora como sus hombres y de una mujer abierta a relaciones ilícitas, lo que escandalizó a la sociedad de la época. Después, dos obras mayores entran de lleno en la fuerza del destino: Los habitantes del bosque (Impedimenta, 2012), donde el entorno natural adquiere un máximo protagonismo e impone su sino a los personajes, y El alcalde de Casterbridge (Alba Editorial, 1999), un personaje de corte trágico que se juega a su mujer e hija en una partida de cartas, y se convierte en un alcalde ejemplar y querido al que su pasado acaba por atrapar. Y por fin, sus obras maestras finales: Tess de los d’Urberville (Alba Editorial, 2017) y Jude el oscuro (Alba Editorial, 1996). El rechazo lector a su pesimismo y crudeza le empujó a abandonar la novela. Entonces floreció, tardía y maravillosa, su poesía, de la que existe una antología espléndida traducida por Joan Margarit y Sam Abrams (Thomas Hardy: poemas; La Veleta, 2001). Además, disponemos de una edición de sus Cuentos completos (Alba Editorial, 2013). Posteriormente publicó en 1897 la novela La bien amada (El Cobre, 2005), escrita 10 años antes y que tuvo una sorprendente gran acogida.

Remedios desesperados, que acaba de publicarse en España por primera vez, es un melodrama victoriano del que cabe admirar ante todo la soberbia construcción de su trama, que recuerda la perfección de un Wilkie Collins. La intriga —una historia de amor rodeada de maldad— juega firmemente con las inevitables casualidades y malentendidos que van asediando el destino de dos jóvenes a los que la maldad obliga a la renuncia a su amor y los entrega a sendas relaciones que no desean. Sin embargo, la llama que los consume no se apaga. La protagonista, Cytherea, se enfrenta a una manipulación de la que no es consciente por parte de su protectora, que la empuja a un matrimonio no querido. Las peripecias por las que pasa Cytherea, a cual más emocionante, mantienen una tensión llevada con mano maestra que, a pesar de la distancia con la que narra el autor, va enriqueciendo el personaje de la protagonista. La novela ofrece un verdadero abanico de emociones que van de la bigamia al crimen, de la ilegitimidad y el engaño al misterio y el fingimiento, del chantaje al amor perverso, para acabar por precipitarse en el característico crescendo que ha de poner a los personajes al borde del abismo en un final vivísimo.

La maldad que se ceba en las buenas personas y la pobreza que anula al ser humano son los dos elementos que dinamizan la trama. No faltan admirables descripciones del entorno rural, perfectamente integradas en las emociones; tampoco sutiles apreciaciones sobre personajes como ésta: “Por suerte, se trataba de un hombre tranquilo, temeroso de Dios y fumador reflexivo”.

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Autor: Thomas Hardy.


Editorial: Àtico De Los Libros (2017).


Formato: tapa dura (480 páginas)


POR 25,82€ EN CASA DEL LIBRO

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