Carlos Bunga, píldoras naranjas
La pintura del creador portugués tiene un pie en la escultura expandida y otro en la aquitectura
Hay algo en la pintura de Carlos Bunga (Oporto, 1976) que funciona como píldora. Tiene algo de brebaje, de potingue, de mejunje. Algo reconstituyente que funciona como bálsamo. Poción estimulante con mucha cosa comprimida dentro. Sobre todo dudas, aunque su nueva exposición en la galería Elba Benítez se titula Intuición. En los últimos 15 años ha levantado un campo expandido, ese término que en el arte celebra la apertura de límites y la experimentación, para pensar qué es la pintura. Esa es la base de su pensamiento, un lugar multifacético lleno de capas, perspectivas, colores y olores. Técnicamente, la referencia a la arquitectura y lo urbano es indudable.
Emocionalmente, asocia lo pictórico con la idea de materia o de piel, como las que cuelgan del techo de la exposición. Son superficies orgánicas que contienen infinidad de entropías, de caos, y que devienen esquivas, anacrónicas y escurridizas. Hace tiempo que su frustración con lo pictórico fue ampliándose a medida que lo hacía su interés por los edificios y los espacios deteriorados. Siempre ha sentido fascinación por las marcas que dejan las ruinas, y por eso sus obras, visualmente, se acercan tanto a esa idea povera, de estructura frágil. Seguramente por ello llevó la pintura a las tres dimensiones y a la construcción de maquetas, habitaciones, laberintos, suelos…
El naranja azafrán que ha colocado en la sala central convierte la pintura en algo inmersivo y practicable. Entras, la recorres y la asumes por los pies. Justo al lado, una pequeña sala revive el mismo gris y granate de las paredes del Museo del Prado para ensalzar pequeños cartones pintados dorados que Bunga eleva a la altura del museo. No están lejos de los Nichos, obras insertas en la pared que funcionan como un negativo, hacia dentro de la pared. Tampoco de sus Intentos de conservación, con ese vidrio fuera que tiene que ver con esa necesidad de preservarlo todo. No hay eternidad aquí. El éxtasis está en el ayer.
Intuición. Galería Elba Benítez. Madrid. Hasta el 21 de abril.
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