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entrevista

Tom Perrota: “La cultura y la política norteamericanas me deprimen”

El autor de la novela que inspiró la serie 'The Leftovers' contraataca con 'La señora Fletcher', la historia de una madre y un hijo tras la disolución de su núcleo familiar

Laura Fernández
El escritor Tom Perrotta.
El escritor Tom Perrotta.Frederick M. Brown / Getty

Tom Perrota (Newark, 1961) recuerda haber escrito su primer cuento a los ocho años. El protagonista era un astronauta. “No sé si era exactamente un cuento”, dice. Está sentado en una butaca. El lugar es una habitación del quinto piso del Bowery Hotel. El Bowery está en el East Village, Manhattan. Hace frío fuera, y está dándole sorbos a una botella de Pellegrino mientras teclea en su ordenador las respuestas a esta entrevista. Lo que recuerda de aquel día, el día en que escribió aquella especie de cuento sobre un astronauta, es que a su profesora “le encantó”.

Lo siguiente que recuerda, literariamente hablando, es tener 13 años y estar leyendo El Señor de los Anillos. “Todavía no me he recuperado del shock”, dice. El autor de la novela que inspiró la serie The Leftovers escribe casi desde que tiene uso de razón, y buena parte de lo que ha escrito gira alrededor de la familia. Algún tipo de familia. En realidad, podría decirse que The Leftovers no es la historia de cómo desapareció, de repente, el 2% de la población mundial, sino de cómo afectó esa desaparición a los Gravery, la familia protagonista. Y luego está The Lucky Winners, la segunda novela que escribió (aún no publicada), cuyo centro es también una familia a la que le toca la lotería, e inevitablemente, acaba convertida en otra cosa.

Podría decirse que La señora Fletcher (Libros del Asteroide), su último disparo, encaja en esa misma categoría, la categoría que incluye familia y elemento desestabilizador. En este caso, es una familia de dos, madre e hijo, que deben separarse, porque por fin ha llegado el momento de que el pequeño, no tan pequeño, entre en la universidad, y de que la madre, divorciada y cada vez más aburrida, se quede sola. Sí, La señora Fletcher es una novela sobre lo que siente la madre ante el nido vacío, pero también sobre el terremoto existencial del hijo arrojado a la vida adulta sin más brújula que su inconsciente deseo de nunca dejar de ser el mismo, y una divertida historia de sexo después del sexo (o sexo redefinido una vez se abandona el convencionalismo y uno se lanza, en este caso, una, la madre, a explorar lo que nunca pensó que podría explorar), y una honda reflexión sobre género, y cómo éste afecta cada decisión que tomamos y, por ello, no hay más remedio que intentar dinamitar cualquier preconcepción que se tenga.

Lo dice Margo Fairchild, uno de los personajes centrales de la novela, la profesora del curso sobre género y sociedad al que se matricula Eve Fletcher (la madre) iniciando una nueva vida (también universitaria y, por supuesto, sexual: Eve va a descubrir que es una MILF, una 'Mom I'd Like to Fuck', una madre deseable, y va iniciarse en el tema) a la par que la inicia su hijo (Brendan). En un momento determinado, Margo lamenta la muerte de Hal Briggs, un periodista deportivo con el que había jugado a baloncesto, y uno de sus alumnos le pregunta cómo era posible que jugara con él al baloncesto, si acaso lo hacía en una liga mixta, si había más mujeres además de ella en el equipo, a lo que Margo responde: “¿Y si te dijese que había jugadores de todo el amplio espectro sexual? ¿Sería una respuesta satisfactoria a tu pregunta?”. Y el tipo dice que sí, pero que sería un tanto enrevesada. “Lo es”, contraataca Margo, “y tiene sentido que así sea. Porque en lo que respecta a los géneros nada es sencillo. Nada es natural. Es un campo de minas ideológico que atravesamos cada minuto del día”.

PREGUNTA. ¿Empezó todo ahí? ¿Quería usted reflexionar sobre en qué nos convierte el género? ¿Cómo empezó La señora Fletcher?

RESPUESTA. Podría decirse que empezó cuando dejé a mi hija en la universidad. No podía dejar de pensar en lo que estaba a punto de pasarme. En cómo era para todos los demás ese momento en que tus hijos crecen y se van de casa y empiezas a tener tiempo de sobra para reflexionar sobre la historia de tu vida y el aspecto que querrías que tuviera el próximo capítulo.

P. Pero no sólo el suyo, sino también el de su hijo. En la novela hay dos puntos de vista, el de la madre, Eve, y el del hijo, Brendan. Desde el principio el lector es consciente de que vienen de dos mundos distintos. De hecho, la historia es una historia sobre una madre y su hijo intentando sobrevivir a ese nuevo mundo, sobreponerse a su nueva realidad.

R. Sí, es una novela sobre dos personas, sobre, en realidad, una familia de dos, que, en muchos sentidos, vive en mundos muy distintos. Eve mira a Brendan y no puede entender cómo se ha convertido en la clase de persona que es. Está claro que no es el hijo que creyó que tendría, ni el hijo que cree haber criado. Se da cuenta de que es más un producto de la cultura con la que ha crecido de que de su familia, y eso hace que a menudo no le parezca más que un extraño. Pero a la vez, madre e hijo se parecen mucho más de lo que creen: el viaje que emprende cada uno por su lado en la novela tiene un montón de paralelismos.

P. Sí, pero podría decirse que la novela rompe con todos los tópicos en ese sentido: se supone que Brendan debería acceder a un mundo de libertad al llegar a la universidad, y su madre, en cambio, sentirse vacía y perdida, ¡y pasa lo contrario!

R. Sí, es curioso, y divertido a la vez, pero lo que pasa es que Eve empieza a tener la clase de experiencias que normalmente asociamos con la universidad, en plan, estar abierta a cualquier cosa y todo eso. Lo que pasa es que ella está buscando una nueva identidad y no cierra ninguna puerta, quiere experimentar, correr riesgos. Por su parte, Brendan está orgulloso de la clase de tipo en el que se ha convertido y no quiere que la universidad le cambie. Por eso, todo lo que suene a nuevo le repele. Ideas nuevas, nuevos amigos, cosas que no conoce. Las ve como amenazas.

P. Hablemos ahora de la tecnología, porque juega un papel esencial en la novela. Porque las nuevas tecnologías nos permiten llegar más lejos (incluso en nuestra vida sexual) de lo que habríams llegado sin ellas. Estamos hablando de una mujer que está sola por primera vez en mucho tiempo y está decidida a pasarlo en grande. ¿Cree que las nuevas tecnologías nos dan una libertad que antes no teníamos?

R. Yo diría que las nuevas tecnologías te prometen más libertad de la que podrás encontrar en el mundo real. Por ejemplo, el porno que puedes encontrar en internet te ofrece la idea de que todos tus deseos pueden cumplirse y que siempre vas a encontrar a alguien dispuesto a cumplirlos. Lo que Eve descubre cuando intenta vivir aquello con lo que fantasea, sexualmente, es que las personas son mucho más complejas en la vida real de lo que lo son en internet. Pero no hay duda de que las redes sociales están cambiando nuestra vida sexual de manera muy profunda.

P. Y luego está el asunto del nido vacío. Por lo que dice, la idea de que la partió el libro tiene que ver con la de llevar usted mismo a su hija a la universidad, así que es algo que ha experimentado, ¿es tan duro como parece?

R. Sí, lo he vivido, porque mis dos hijos son ya adultos, y es un momento durísimo en la vida de cualquier padre. Es como si el mundo entero volviera a abrirse ante ti. Es un reto. Hay un vacío enorme que tienes que llenar con algo nuevo. Un nuevo yo. Para Eve, el reto es especialmente doloroso, y acuciante, porque está divorciada, y se siente sola y, en cierto sentido, invisible. Cuando empieza a interesarse en el porno y decide convertirse en una MILF, es consciente de la de infinitas posibilidades que acaban de abrírsele, y en las que antes ni siquiera se había parado a pensar.

P. Además del tema del porno por Internet, en la novela se tocan otros temas de actualidad, como el acoso sexual y todo lo relacionado con la identidad transgénero...

R. Sí, escribí el libro durante un momento en el que el debate estaba en su punto álgido en Estados Unidos. Me refiero al debate sobre el género, el acoso y la identidad sexual, y traté de no rehuir ninguna controversia al respecto. Fue todo un reto para mí crear el personaje de Margo. Es el primer personaje transexual que escribo. Investigué mucho para asegurarme de que entendía cómo podía llegar a ser su vida, y espero que los lectores tengan la sensación de que le hago justicia.

P. Hábleme de Margo y el efecto que produce en Eve.

R. La señora Fletcher es, en realidad, una novela sobre la identidad. Sobre elegir una identidad. Cuando Eve decide que puede convertirse en una MILF, toda su vida cambia. Las posibilidades que antes creía vetadas existen. En cierto sentido, es parecido a lo que le ocurre a Margo cuando deja de ser hombre y se convierte en mujer. Es evidente que Eve no está corriendo tantos riesgos, sólo experimenta, prueba cosas nuevas para ver si van con ella, mientras que Margo está haciendo frente a un cambio muy sustancial, algo que va a cambiarle la vida por completo, de una manera profunda y permanente. Le da clases a Eve, y se convierte en su guía, en muchos sentidos, y yo diría que es un personaje central de la novela, casi el motor.

P. En la novela, Eve pasa sus ratos a solas (al principio) viendo series, pero prefiere ver Friends a Breaking Bad, y leer una novela ligera a un clásico. Imagino que no es su caso, pero seguro que hay una serie y una novela que querría haber leído y aún no ha podido...

R. ¡Sin duda! Aún no he visto El cuento de la criada, en parte porque sé que va a ser súperoscura y deprimente, en un momento en el que la cultura y la política americanas ya resultan, de por sí, de lo más oscuras y deprimentes. En cuanto a los libros, aún no he leído a Proust, y eso que cada día me digo que mañana lo empiezo.

P. Es inevitable es preguntarle por cómo fue ver el capítulo final de The Leftovers, y qué opina de la respuesta de los fans, y cómo demonios se vive después de haber escrito una novela como esa que es ya un clásico de la televisión.

R. Fue una experiencia alucinante, creativamente hablando, ver cómo cambió The Leftovers al ser adaptada. La serie convirtió la historia del libro en algo superior y más emotivo de lo que jamás podría haberme imaginado. Se convirtió en otra cosa, fue como si alzara el vuelo y tratase de llegar todo lo lejos que podía, y sé que fue gracias a Damon Lindelof y a sus fabulosos guionistas y actores y directores. Pone el listón muy alto para cualquier cosa que quiera hacer en el futuro.

P. Una pregunta técnica: ¿cómo y cuándo escribe?

R. Cuando estoy escribiendo una novela, escribo cada día, siempre por las mañanas, y voy alternando, a ratos escribo en el ordenador y a ratos en una libreta, con bolígrafo. Nunca planeo nada. Me dejo llevar por la historia.

P. Y una curiosidad: si pudiese charlar un rato con cualquier escrito (vivo o muerto) ¿a quién elegiría?

R. Me encantaría pasar un rato con James Joyce. Fue un auténtico genio, un innovador. Creció muchísimo en cada libro, y dejó al resto a años luz de lo que hacía. Sería feliz limitándome a escucharle hablar de su vida y de su obra.

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Sobre la firma

Laura Fernández
Laura Fernández es escritora. Su última novela, 'La señora Potter no es exactamente Santa Claus' (Random House), mereció, entre otros, el Ojo Crítico de Narrativa y el Premio Finestres 2021. Es también periodista y crítica literaria y musical, y una apasionada entrevistadora de escritores y analista de series de televisión.

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