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sillón de orejas
Columna
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La estrategia de la araña

Si disfrutan con las barrocas intrigas de la singular Fred Vargas, no se pierdan su nueva novela

Manuel Rodríguez Rivero
Frances McDormand en 'Tres anuncios en las afueras', de Martin McDonagh.
Frances McDormand en 'Tres anuncios en las afueras', de Martin McDonagh.

1. ¡Vargas!

Los que no la hayan leído en su lengua original tendrán que esperar todavía hasta el día de San Valentín para sumergirse en Cuando sale la reclusa, la novela número 14 —y, en mi opinión, una de sus tres obras maestras— de la novelista francesa Fred Vargas. Si disfrutan con las barrocas intrigas de esta singular autora —medievalista y arqueozoóloga son otras referencias de su currículo— no se la pierdan. Protagonizada por el comisario Adamsberg, la novela está repleta de sus inolvidables y excéntricos personajes secundarios —entre otros, el genial erudito alcohólico e hipertimésico Danglard—, así como de enigmáticos símbolos y ámbitos oscuros. Y en el centro, crímenes, adulterios y una araña: la insignificante “reclusa” que da título al libro y cuya polisemia onomástica se abre a una historia medieval de mujeres maltratadas. Confío en que esta vez Siruela —la editorial de Vargas en España, que devenga considerables derechos de autor por mantener en catálogo a la escritora francesa— consiga encaramar su nueva novela en la lista de más vendidos (en Francia las ventas se acercaron a las 500.000 copias). Sobre todo porque ya nadie duda de que Vargas es probablemente el nombre internacionalmente más codiciado del actual esplendor de la novela negra francesa, una de las más innovadoras del género. Mientras tanto, y para abrir boca con un ensayo de los que pueden leerse en diagonal, entreténganse con la lectura de Mindhunter, cazador de mentes (Crítica), de John Douglas, uno de los grandes expertos mundiales en criminales en serie. El libro de Douglas, que durante larga estadía en la nómina del FBI revolucionó las técnicas de identificación y captura de los asesinos serialistas, cuenta no solo la resolución de casos tenebrosamente célebres, sino que constituye un vademécum de referencia para investigadores criminalistas. Y, por supuesto, para forofos del true crime.

ya nadie duda de que Vargas es probablemente el nombre internacionalmente más codiciado del actual esplendor de la novela negra francesa

2. Ferrari

Como es bien sabido, incluso un reloj que no marcha proporciona la hora exacta dos veces al día. Eso, más o menos, es lo que he sentido durante mi lectura de Que de lejos parecen moscas, el thriller enloquecido del bonaerense Kike Ferrari, que los paratextos de Alfaguara caracterizan de “novela negra explosiva escrita por un escritor tan talentoso como inesperado”. La novela no es precisamente una novedad. Nació en un blog hacia 2011, fue publicada por Amargord y obtuvo el Premio Silverio Cañada en 2012. Alfaguara —de la mano de la editora María Fasce, que ha conseguido, entre otras cosas, crear una serie “negra” de referencia (que continuará alimentando desde su nuevo puesto en Lumen)— la relanza con honores de estreno (pero sin la dedicatoria de la primera edición, vaya por Dios). El meollo de la historia, que se desarrolla en muy pocas horas, no puede ser más sencillo: Luis Machi, un tipo chulesco, miserable y sin escrúpulos, ferozmente enriquecido al amparo de la corrupción de la dictadura, maltratador (su mujer, su hija, sus “minas”, sus empleados), putero, cocainómano, que se rodea de matones y ha destruido moralmente o apiolado a muchos de los que han tenido relación con él, encuentra en la cajuela de su ostentoso BMW un cadáver con el rostro destrozado. A partir de ahí inicia un frenético viaje paranoico (quién es el muerto, quién lo mató para inculparle) para deshacerse del “paquete”, en el que, mediante violentos flash-backs y saltos temporales, se nos “informa” de su pasado. Ferrari se ha definido en alguna parte como “escritor proletario” (en los paratextos se recalca, como marca de su pedigree, su trabajo como “limpiador del metro”) y, de hecho, quisiera reflejar a través de Machi un panorama esperpéntico (a veces cercano al grand guignol) y expresionista del lado más oscuro de la sociedad bonaerense durante la dictadura, en el que se advierten trazas lejanas de Bukowski, Goodis o Jim Thompson. Pero, más allá de la limitada intriga, de los personajes planos como láminas de hojalata, y de su fascinación por el gore, lo que más me ha interesado es la utilización de la germanía hampona y de un neolunfardo desmadrado que, a menudo, ahorra al lector mayores precisiones acerca del personaje que lo utiliza. Releo esta nota y compruebo —a veces me pasa— que la novela me ha interesado más de lo que creía. Y es que siempre me ha sorprendido el hecho de que con solo 27 letras se pueda reproducir no sólo todas las cumbres y los abismos del pensamiento humano, sino la condenada sordidez del mundo. Como el agonizante hidalgo en su lecho de muerte, quizás algún día consiga yo también un juicio claro, “sin las sombras caliginosas de la ignorancia que sobre él me pusieron mi amarga y continua leyenda” de tanta novela negra.

3. Memoria

En la película de Martin McDonagh Tres anuncios a las afueras una mujer desesperada alquila unas vallas publicitarias para instar a la policía a que se ocupe de la violación y asesinato de su hija. Ignoro si aquí un particular puede alquilar vallas y dirigirse en ellas a la bofia, mandar al carajo a Puigdemont o —y este es el caso— recomendar un libro urbi et orbi. Desde que publicó su imprescindible Políticas de la memoria y memorias de la política (Alianza, 2008) soy un auténtico admirador del pluridisciplinar trabajo de Paloma Aguilar Fernández, fundamental para comprender los complejos pliegues y avatares que ha ido adoptando la “memoria histórica”. Ahora, en nueva colaboración con Leigh Payne, acaba de publicar El resurgir del pasado en España (Taurus), una oportuna (y concisa) puesta al día de sus investigaciones, con la atención puesta en el vuelco dado en la última década a los relatos sobre la (mentirosa) Transición “modélica” (incluyendo los “testimonios perturbadores” de victimarios y testigos) y atendiendo a la cada día más creciente exigencia de justicia para las víctimas. Un libro importante y audaz que debe ser leído y debatido más allá de las retóricas enfrentadas.

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