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Blogs / Cultura
La Ruta Norteamericana
Por Fernando Navarro
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La hora de Ángel Stanich

Con una fuerza como guerrera, la música de este cronista social tan irónico como afilado es una de las mejores cosas que le ha pasado al rock español en este siglo XXI

Fernando Navarro
Ángel Stanich, en una imagen promocional.
Ángel Stanich, en una imagen promocional.

A veces en la vida todo cuadra y otras veces nada, pero para que todo se ajuste debe siempre antes buscarse. Ángel Stanich lleva ya unos cuantos años buscando su camino como músico y está ante un momento clave, o al menos muy interesante, al que merece la pena prestar atención. Stanich acaba de publicar su segundo disco de larga duración, Antigua y Barbuda, y, con una fuerza como guerrera, demuestra que su música es una de las mejores cosas que le ha pasado al rock español en este siglo XXI.

No le gusta a Stanich pensar de forma tan determinante y hace bien. No le gusta ver su carrera como un camino de metas. Compone, graba, recorre ciudades y toca en directo… y vuelta a empezar. Su carrera es un camino en constante movimiento sin pararse a pensar más de lo justo en la repercusión. Es algo que muchos músicos dicen, pero que en su caso se percibe como un auténtico modo de existencia. Su paso de tocar ante un puñado de personas en el garito de un pueblo a ser el atractivo de festivales como Sonorama Ribera y ahora también Mad Cool 2018 solo ha sido posible a partir de esta premisa. Hacer canciones, hacer conciertos. Así desde 2014.

Antigua y Barbuda es su última obra y es incontestable. Stanich acaba de plantarse como una nueva referencia, rompiendo definitivamente cualquier corsé que pudiese perjudicarle y abriendo una vía distinta entre toda la generación española de lo que podría llamarse cantautores eléctricos, liderada por veteranos como Xoel López, Quique González, Iván Ferreiro, Coque Malla, Nacho Vegas, Josele Santiago o Lapido.

Su universo se nutre de películas, libros, series, comics y toda parafernalia informativa, bajo una aguda perspectiva tan irónica como afilada. Stanich dispara sin contemplaciones contra los convencionalismos y todos los estratos anquilosados, usando un lenguaje directo y repleto de imágenes poderosas. “Tu amor no arde / Solo escupe fuego”, canta para referirse al amor en Escupe fuego.

Puede meterse sin igual contra la izquierda de boquilla (como en Camaradas) como contra la derecha más reaccionaria (como en ¿Quién ha elegido muerte? perteneciente a su EP de este año Siboney). Puede lanzar sus dardos contra los modernos o los puristas. Incluso él, que estudió la carrera de Periodismo y no concede entrevistas, lo hace con sorna contra la prensa musical en Hula hula. A decir verdad, se agradece este puñeterismo, esta capacidad de remover un poco a todo el personal.

De esta forma, Stanich se distingue. Aparte de su timbre metálico, esa voz peculiar de “licántropo” como dice en Río Lobos, tiene su propio perfil fuera de los otros moldes ya consolidados. Su compendio de retazos de actualidad le convierte en un hábil cronista social, algo que ya venía apuntando con su primer y notable trabajo Camino ácido. Es un artista sin corsés, creador de un mundo muy particular, ilustrado por su visión tragicómica, como puede comprobarse en la evocadora Un día épico, una canción que transmite la grandeza de un simple día en la vida cotidiana gracias a la música, la televisión y las drogas. Es un mundo en el que Albert Pla se cruza con Quique González. O viceversa.

Además, su sonido, que explora a clásicos como el Bob Dylan de la etapa mercurial, los Wilco más melódicos o el pulso de Grateful Dead, se consolida por su riqueza instrumental. Mucha culpa la tiene Javier Vielba, miembro de Arizona Baby y Corizonas, quien está detrás una vez más de la producción del disco. Su papel es determinante para que Stanich alcance un sonido norteamericano de road movie, con guitarras tensas. El ejemplo perfecto es la mayúscula Galicia Calidade.

El pop-rock español vive un momento de euforia y propuestas como las de Ángel Stanich no hacen más que constatarlo. Conviene celebrar que, a estas alturas, salgan músicos como este desgarbado compositor. Es su hora. La hora en la que este músico desde su territorio marque una pauta en la escena musical española.

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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