‘Victoria’, la conciliación llega a Buckingham
La segunda temporada explora las dificultades de la reina para compaginar la corona y la maternidad
La llegada al trono británico en 1837 de Victoria, una joven fogosa e impulsiva que en nada recuerda a la anciana de luto con gesto adusto grabada en el imaginario colectivo, y los inicios de su matrimonio por amor con Alberto en 1840 vertebraban la primera temporada de Victoria, que terminaba con el nacimiento de la primera hija de la pareja en noviembre de ese año, llamada como su madre. La segunda temporada retoma la acción un mes después del parto y retrata a una monarca que alberga sentimientos encontrados hacia la maternidad —llegaría a tener nueve hijos— y a un príncipe Alberto que busca su lugar en la corte y aspira a aumentar su cuota de poder.
“Tras el primer bebé, Victoria tiene que volver a su trabajo, ser madre, esposa y seguir siendo ella misma, todo a la vez. Antes de que pueda resolverlo, se queda embarazada de nuevo y lo considera una especie de castigo. Los historiadores creen que padeció depresión posparto tras el nacimiento de su segundo hijo”, Eduardo, explica Jenna Coleman, la actriz que, con la ayuda de unas lentillas azules, ha convencido a público y crítica con su interpretación de la reina.
Daisy Goodwin, creadora y guionista de la serie, buscaba plantear un dilema que, aun ambientado en la corte de Londres en la década de 1840, tuviera una lectura moderna: “Hay rasgos de Victoria que encuentro muy interesantes, como su completa ausencia de culpa como madre. No se tortura sobre si está pasando tiempo suficiente con sus hijos; solo le preocupa ser buena reina”.
Victoria fue en 2016 el gran éxito de ITV —en España se emite los domingos a las 21.00 en #0 y la primera temporada está disponible en Movistar + al completo—. Una de las razones para ese resultado, además del ambicioso diseño de producción, son las chispas que saltan entre la pareja protagonista, interpretada por Coleman y Tom Hughes, química que, según los tabloides ingleses, ha traspasado la pantalla. Goodwin considera a Victoria y Alberto “los Elizabeth Taylor y Richard Burton del XIX”, y el carácter tempestuoso de su relación se refleja en la pantalla con peleas colosales y apasionadas reconciliaciones.
“Eran amigos, compañeros, socios, amantes y los únicos que le decían la verdad al otro. Y Alberto fue uno de los primeros miembros de la familia real que no tuvo affaires”, recuerda Coleman. Hughes, que perfeccionó hasta tal punto el acento que la suegra alemana de Goodwin lo tomó por un compatriota, ha buscado profundizar en la psicología de su personaje: “He intentado alejarme de la idea de la lucha de poder con Victoria para reflejar la dificultad que debió de suponer para él combinar la vida pública y la privada, y sus inseguridades por no sentirse completamente a gusto en su posición”.
La actriz Diana Rigg se ha sumado al elenco como una dama de compañía que, según Goodwin, “no tiene miedo a Victoria y le habla con franqueza”. “Tenemos que pedir a Diana que sea la anfitriona de una de las cenas del domingo”, bromea Nell Hudson, quien interpreta a Mrs. Skerrit, una sirvienta, sobre la costumbre del elenco de ver juntos en casa de alguno de ellos el episodio de esa semana: “Anoche estuvimos en casa de Anna Wilson-Jones, que encarna a Lady Portman, y fue estupendo; preparó curry y sus hijos trepaban por todas partes”.
¿Y qué opina el equipo de la otra gran serie del momento sobre la monarquía británica, The Crown? “No hay competitividad, sino apreciación mutua”, responde Hudson. “Somos como los Beatles y los Stones”.
La ficción y el Brexit
Victoria recrea esta temporada dos hechos históricos clave: la Gran Hambruna irlandesa (1845-1849) y la derogación de las Leyes del Maíz (1846), unos aranceles a la importación del grano cuya abolición facilitó el libre comercio. Con Reino Unido y la UE inmersos en las negociaciones sobre el Brexit, los paralelismos con el momento actual son evidentes, y la guionista Daisy Goodwin no los rehúye: "Creo que los defensores del Brexit piensan que abandonando la UE vamos a volver a una especie de edad dorada victoriana, y eso no podría estar más lejos de la realidad. Me metí en un lío hace poco por decir que a Victoria le habría horrorizado la idea del Brexit, pero me parece algo obvio. Era una apasionada de Europa".
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